De Porto Alegre a Caracas

Este mes de enero, los movimientos sociales de todo el mundo se darán en cita en tres puntos del planeta, cada uno de ellos en un continente. Será en Bamako (Mali), Karachi (Paquistán) y Caracas (Venezuela), en ellos se celebrará la VI edición del Foro Social Mundial.

Los organizadores consideran que este acontecimiento “es un espacio para el debate, la reflexión, formulación de propuestas y el intercambio de experiencias y se configura como un proceso permanente de búsqueda y construcción de alternativas a las políticas neoliberales”. La idea de organizar anualmente un Foro Social nace en 2001 al hilo de la victoria de la movilización de 1998 contra el Acuerdo Multilateral de Inversiones (AMI) y el sorpresivo éxito de las movilizaciones de Seattle en 1999 contra la Cumbre de la OMC, como bien ha recordado Ignacio Ramonet en la publicación que dirige, Le Monde Diplomatique.

Hasta ese año, la cita era en la ciudad brasileña de Porto Alegre. Si bien la pérdida de la alcaldía de esa ciudad, gobernada por el PT, es una sombra que se tendrá presente en todo momento, la decisión de trasladar un componente importante del Foro a Caracas, evidencia “el proceso político que vive Venezuela en la actualidad y es una expresión clara de interés y de solidaridad con los cambios políticos que se están produciendo”, como ya han recordado los organizadores.

Si bien un punto común de las 120 organizaciones y movimientos sociales que coordinan el Consejo Internacional es la “oposición al dominio del capital o cualquier forma de imperialismo”, es un reto plantear la necesidad de superar aquella fórmula inicial de un espacio de reencuentro y debates. El desarrollo de la situación internacional en estos cuatro años ha permitido enfocar con más precisión y difusión en la opinión pública internacional la amenaza neoliberal globalizadora que ya adopta con impunidad la formula militar con la excusa del terrorismo.

Por otro lado, la consolidación del proceso venezolano que ha logrado enfrentar con éxito los envites golpistas y una campaña de acoso mediático sin precedentes, el avance espectacular de una izquierda novedosa en América Latina y las derrotas de proyectos imperiales como el ALCA en Mar del Plata, ayudan a estudiar seriamente la necesidad de pasar a una ofensiva de acción que supera la fase del mero debate y encuentro. El ALBA es un buen ejemplo de ello.

Todo ello sin olvidar ese frente de lucha donde la resistencia no se caracteriza sólo por la pobreza sino por la sangre de quienes combaten contra el imperialismo, Iraq. Aunque sólo sea en homenaje a ellos, es nuestra obligación asumir que ha llegado la hora, no de frenar el galope del neoliberalismo sino de derribar el caballo para que otro mundo deje de ser solamente posible, para ser necesario e imprescindible.

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Pascual Serrano


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