La Revolución Bolivariana llegó a territorio venezolano producto de las perversidades y atrocidades cometidas por la cuarta república, que colocó a más del 80% de la población en estado de exclusión, pobreza, hambre y miseria; que desarrolló la cultura de la corrupción, el burocratismo y el clientelismo político de manera bárbara, haciendo propia la sentencia de “pónganme donde hay que yo me encargo de lo demás”; que practicó la persecución, la tortura y el asesinato como fórmula para deshacerse de la molesta crítica a la gestión de gobierno, teniendo como consigna el “disparen primero y averigüen después”; que hizo del arrodillado entreguismo a las exigencias del imperialismo y sus empresas trasnacionales una bochornosa practica gubernamental, cediendo nuestra soberanía a los caprichos y ambiciones de potencias extranjeras en una vulgar praxis apátrida; que convirtió a nuestras fuerzas armadas en instrumento de las ambiciones personales y de grupo, degradándola de tal manera que la ridiculizó al colocarla en estado de sumisión ante el barraganato y poniéndola como fuerza de choque, represión y asesinato de la población venezolana, a través de los TO y el evidente caracazo; que convirtió a los partidos políticos (Ad-COPEI-URD) en un mundo de perversidades, negociados y trampas políticas, en instrumentos para la mentira, el engaño y la manipulación del pueblo, en aparatos electorales al servicio del gran capital y los gobiernos extranjeros de USA y Europa, que sólo sirvieron para generar privilegios a pequeños grupos de la sociedad y generar una inmensa desesperanza y angustia en las grandes mayorías nacionales, en aparatos dirigidos por pequeños cogoyos, que decidían el destino de toda la nación.
Por eso insurgió, como fuerza transformadora el POR AHORA, que recogió ese clamor popular de cambio y renovó la esperanza nacional. Y se hizo pueblo, convirtiéndose en una gran fuerza, en movimiento de movimientos que colocó al frente de la magistratura nacional al Comandante Hugo Chávez, quien generó todo un proceso de construcción de un nuevo país, una nueva sociedad, donde el norte era la conquista de la felicidad colectiva afincado en el ARBOL DE LAS 3 RAICES (Independencia o nada; Educación popular; Tierra y hombres libres, Horror a la Oligarquía) y el pensamiento universal que insurge contra la explotación del hombre por el hombre, que tiene como objetivo la Sociedad Socialista. Para cumplir este objetivo se planteó la organización de un partido de nuevo tipo, afincado en la participación protagónica colectiva y la generación de valores cónsonos con la sociedad a construir, un partido de vanguardia que acompañara al pueblo en sus luchas cotidianas y lo guiara en la búsqueda estratégica de la nueva sociedad, un auténtico partido revolucionario.
Y se hizo el partido revolucionario?
Para cumplir tan noble propósito existía el MBR-200, que hubo de transformarse en el MVR para poder participar legalmente en la vida político electoral nacional. Y con este partido se ganó las elecciones en el año 1998. Lamentablemente se convirtió en un gran receptor de todas las ambiciones, mezquindades y perversidades de la cuarta república, estructurándose con todos los desechos venidos de ese mundo de perdición, que filtraron y se apropiaron de la naciente organización, constituyendo un gran campo de batalla en la que el líder Hugo Chávez jugó un papel de primer orden para intentar enderezar el entuerto.
De allí que decretara la desaparición del MVR y el nacimiento del PSUV, con la esperanza de que este se convirtiera en centro de organización y acción de todas las fuerzas revolucionarias y le dieran vida a un auténtico partido revolucionario. No fue así lamentablemente, puesto que la vieja cultura se lanzó como fiera a la conquista y control de la nueva organización, objetivo logrado al negarse importantes contingentes revolucionarios a formar parte de este nuevo movimiento.
Qué es el PSUV?
Con la convicción estratégica que anima a la inmensa mayoría de venezolanos de lograr una sociedad de iguales y donde impere la justicia, la equidad, el amor, la solidaridad y la correcta distribución de las riquezas, esperanza sólo posible en el Socialismo, y asumiendo el pensamiento libertario, antiimperialista, anticapitalista y socialista de Hugo Chávez se reconoce y asume al Partido Socialista Unido de Venezuela – PSUV, pero lamentablemente este ha devenido en una inmensa maquinaria electoral, alejada de la realidad socio política del pueblo venezolano, con una dirección nacional percibida como acartonada y una peligrosa conformación de grupos de poder, que en su afán por obtener posiciones, asumen el perverso camino de la cultura cuarto republicana del clientelismo y utilitarismo colectivo para cumplir sus propósitos, asumiendo como propia la sentencia capitalista de que “el fin justifica los medios” amén de acentuadas posturas de encumbramiento generadoras de una sociedad de cómplices, que para defender privilegios conquistados hablan de socialismo y del legado de Chávez, pero que en la práctica enrollan al revés, en un preocupante patinar reformista y pequeño burgués. Asimismo, el partido se ha convertido en un satélite de la gobernabilidad y en vez de ser la vanguardia que conduce la revolución, es conducido por la institucionalidad en una peligrosa relación de sumisión burocrático – corrupta – clientelar, elementos estos que lo alejan del propósito transformador y constructor de lo nuevo. En relación al Centralismo Democrático, allí regularmente funciona el centralismo, ya que la democracia es cosa del cosmos y del criterio cogollar, con una asombrosa aplicación del dedo cooptador que niega el principio constitucional de la democracia participativa y protagónica.
Un Congreso para el cambio?
Sin embargo, la aspiración colectiva es que ocurra un sacudón en ese partido y se restituya el papel teórico originariamente asignado en el Libro Rojo, que dice de principios, valores, tácticas y estrategias realmente consustanciadas con el ideal Socialista. Esa esperanza signó la conciencia colectiva cuando se convocó el III CONGRESO DEL PSUV. Pero lamentablemente este acto implicó la reproducción nuevamente de ese mundo de perversidades que se quiere superar y la selección de delegados transitó por el camino de las maquinarias impositivas, la compra de conciencias, la ambición personal, la manipulación, la mentira y la majestad del poder constituido.
Sin embargo, no dudo que una acción constructiva en lo concerniente al salto cualitativo de la revolución bolivariana será el fortalecimiento del PSUV, para lo cual es necesario la superación y deslastre de todas estas desviaciones presentes en su seno, incluidos el sectarismo y oportunismo que sólo ve masa de maniobra en las organizaciones sociales, revolucionarias y sus aliados. Más allá de las resoluciones teóricas que puedan surgir de este III Congreso, que pueden constituir el Libro Rojo 2, hay una inmensa tarea para Nicolás Maduro y los revolucionarios. Podrán enderezar el rumbo o se los tragará el “Nido de alacranes”?