Es sorprendente oír en boca de líderes fundamentales de la Revolución Cubana, a casi 50 años de su entrada triunfal en la Habana, que ésta corre el peligro de ser reversible. Nunca habíamos oido tal confesión pública, hoy en día bien difundida. En el pasado, a cualquiera hubieran arrinconado, aislado o expulsado del partido, si se hubiera atrevido a expresar tan grave y comprometedora afirmación. Razón tenía un cubano, común y corriente, cuando en 1978, en el Vedado, cerca de los famosos helados Copelia, me explicó, sin inmutarse, que la compleja naturaleza humana y no el sistema político, económico y social, serían los responsables del porvenir de la revolución. Así de sencillo es, me dijo, a la vez que reafirmaba su irrenunciable compromiso revolucionario y enarbolaba con orgullo la bandera de la dignidad al asegurarme que: "primero ser destruidos totalmente por una bomba atómica, que arrodillarnos o vernos derrotados por el imperialismo yanqui".
Son bien conocidas las expresiones populares según las cuáles "el deseo no preña" y "el camino al infierno está lleno de buenas intenciones". Definitivamente, los sueños, los ideales, las querencias, los objetivos y sub-objetivos, las metas, las misiones o visiones, por muy bien pensadas, graficadas y redactadas que estén, definitivamente, no bastan. Tampoco "basta rezar", como dijera en su canción el sembrador de semerucos, ni el ¡No basta! que canta Franco de Vita. Una cosa es el querer y otra muy distinta y distante es "el poder ser del deber ser". Máxime, si sabemos que todo lo que se ha concebido, nace, crece, se desarrolla y muere algún día. Así nos lo enseña la naturaleza, la Historia Universal y la vida humana en sociedad. Tarde o temprano, la revolución cubana y la revolución bolivariana se transformarán en otra cosa distinta a la que se concibió inicialmente: mejor o peor, pero nunca igual. Es una ley ineluctable. La ley del cambio permanente. La ley que empuja a todos los sistemas a la entropía o a la enantropía. Aunque existan momentos de homeóstasis o equilibrio dinámico estable o metaestable. Nos guste o no nos guste. Si algún determinismo histórico existe, es éste: Todo cambia. Todo muere. Todo se transforma ¡Todo! Todo, sin excepción. Por otra parte, "somos tiempo que se agota", como dijera el poeta, sólo que no sabemos cuanto tiempo nos queda. Para una revolución, si es verdadera y si tiene con qué, pueden ser muchos años. Ahora bien, si se mantienen las actuales tendencias nacionales e internacionales ¿Cuánto durará este proceso antes de hacerse reversible? ¿O confiamos en que es irreversible y eterno? Voy a ponerlo más fácil: Si no logramos derrotar la burocracia y la corrupción heredada y creada; si cada vez que hay cambios de algún directivo del Estado, casi todo el mundo va pa´fuera o es aislado como si fueran de la oposición; si no le damos estabilidad a la "nueva institucionalidad revolucionaria" y creemos que revolución es crear permanente caos, conflictos y avivar los odios y las rencillas entre hermanos y practicar una inhumana cacería de brujas; si continuamos callados para evitar que se ponga en peligro nuestra seguridad; si en lugar de ejecutar los recursos financieros que se han planeado y aprobado, los retenemos para negociar prebendas o decir que somos buenos administradores, que controlamos la inflación o nos vanagloriamos del superávit fiscal que obtuvimos sin reconocer, a la vez, lo que dejamos de hacer y las miles de necesidades populares insatisfechas; si seguimos cayéndonos a mentiras piadosas asegurando cifras y compromisos de los que se burla la realidad; si decimos que debemos organizarnos en cooperativas y ser solidarios pero nos la pasamos compitiendo en forma desleal; si no elevamos la capacidad de gobierno de nuestros gobernantes; si seguimos viviendo de los elevados precios del petróleo y no logramos autosostenibilidad; si continuamos como vamos ¿Será reversible la Revolución?
Prof. Jubilado de LUZ.
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