La conciencia, en el uso moderno, es un término que denota varios factores esenciales en la experiencia moral. Así, el reconocimiento y aceptación de un principio de conducta se denomina conciencia. En teología y ética, el término hace referencia al sentido inherente de lo bueno y lo malo en las elecciones morales, al igual que a la satisfacción que sigue a la acción considerada como buena y a la insatisfacción y remordimiento que resulta de una conducta que se considera mala. En las teorías éticas antiguas, la conciencia se consideraba como una facultad mental autónoma que tenía jurisdicción moral, bien absoluta o como reflejo de Dios en el alma humana. En este sentido, El filósofo alemán Martin Heidegger mantenía que no existe ningún Dios, aunque alguno puede surgir en el futuro. Los seres humanos, por lo tanto, se hallan solos en el Universo y tienen que adoptar y asumir sus decisiones éticas en la conciencia constante de la muerte. El filósofo y escritor francés Jean-Paul Sartre razonó su agnosticismo pero también resaltó la heideggeriana conciencia de la muerte. Sartre mantuvo que los individuos tienen la responsabilidad ética de comprometerse en las actividades sociales y políticas de su tiempo. El supuesto conflicto sobre la existencia de un Dios omnipresente, no revestía ningún sentido de trascendencia para el individuo, pues en nada afectaba a su compromiso con la libertad personal.
Los seres humanos se aferran a la creencia de la verdad, pero “nada es verdad y todo está permitido” a los espíritus libres. La búsqueda moral permanece, a pesar de todo, en una búsqueda de la verdad. Pues el hombre libre es él mismo creador de valores morales, como un artista que sabe manejar la apariencia, un simulacro y la distorsión visual. Desde el punto de vista político, Nietzsche se inclina, a fin de cuentas, hacia “una anarquía proveniente del proletariado cultivado”. Además, en este tratado, Nietzsche anuncia el psicoanálisis de Sigmund Freud, como ejemplo palpable de lo que puede acontecer en la teoría política. Dentro de este contexto, se encuentra inmersa la conciencia moral, la propia conciencia de libertad que tiene el ser humano determina que sus actos sean susceptibles de recibir una calificación moral, es decir, que puedan ser juzgados como buenos o malos. De acuerdo con la práctica tradicional en la teología cristiana son tres las fuentes de la moralidad: el objeto elegido, el fin perseguido y las circunstancias. Aunque éstas no puedan cambiar por sí mismas la calidad moral de un acto, sí pueden aumentar o disminuir la bondad o malicia del mismo.
Las organizaciones políticas, deben ser los propulsores de la participación democrática y plena del pueblo organizado, y en este sentido, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) proporciona la nueva geometría del poder popular, promoviendo con este enfoque el fortalecimiento de los movimientos sociales de base; debiendo elevar la conciencia revolucionaria de la masa organizada y formarla para la lucha por la conquista del poder, elevando a la vez su nivel de conciencia filosófica, política, ideológica, moral y organizativa, para lograr la transformación de patrones de representatividad en patrones de democracia participativa y protagónica, por la paz, igualdad y libertad. Esto significa, en lo ideológico, asumir el socialismo bolivariano como el mayor ideal de sociedad, de modelo político y de Estado. Bajo estas orientaciones, el PSUV debe ser un instrumento de lucha para la emancipación y siembra de Conciencia Revolucionaria.
Como punto referente de conciencia moral, política y revolucionaria, es significativo citar un extracto del Discurso de Angostura de 1819, en el cual el Padre de la Patria, El Libertador Simón Bolívar, dijo: “...Dignaos, Legisladores, acoger con indulgencia la profesión de mi conciencia política, los últimos votos de mi corazón y los ruegos fervorosos que a nombre del pueblo me atrevo a dirigiros. Dignaos conceder a Venezuela un Gobierno eminentemente popular, eminentemente justo, eminentemente moral que encadene la opresión, la anarquía y la culpa. Un gobierno que haga reinar la inocencia, la humanidad y la paz. Un gobierno que haga triunfar bajo el imperio de leyes inexorables la Igualdad y la Libertad…”. ¡CON CHÁVEZ, DIOSDADO Y MADURO A LA OPOSICIÓN LE SEGUIMOS DANDO DURO! ¡LOS LIDERES NUNCA MUEREN! ¡CHÁVEZ VUELVE! Y hasta la próxima, si Dios quiere