Entre la Lógica del Estado y un Horizonte de Clase

Desde el año pasado la economía nacional se ha venido sumiendo en una terrible crisis expresada en grandes índices de inflación, desabastecimiento y contrabando, fundamentados en una corrupción estructural. El modelo de dependencia de la renta llegó a su límite, erosionado por la fuga de divisas, auspiciada por burócratas y empresarios que desfalcaron al país mientras duraba la bonanza petrolera.

 

Este modelo que privilegia la importación (debido al gran caudal de divisas que ingresa al país por concepto de renta petrolera) ha venido acabando con la capacidad productiva del país a medida que fortalece una nueva burguesía importadora nacida desde dentro y fuera del estado.

 

La actual situación ha promovido un discurso en el gobierno y los sectores empresariales contra el “rentismo” y a favor del desarrollo productivo del país, una respuesta casi “obvia” a la crisis. Sin embargo qué significa esta decisión, qué significa acabar con el rentismo y ejecutar un plan de desarrollo productivo no dependiente. Desde las organizaciones populares se ha caminado un buen tramo en este sentido, las comunas productivas, las empresas de producción social, los sistema de intercambio, distribución y abastecimiento comunal, el control obrero de la producción, han sido los ejemplo más claro de una alternativa eficiente y productiva, y sobretodo que ha generado las condiciones del avance de la capacidad autogobernante del pueblo, como horizonte de pleno poder popular. Estas experiencias populares tienden a desarrollarse en los casos con más autonomía e independencia de las instituciones del Estado, mientras tienden a estancarse o fracasar en los casos donde impera la tutela estatal o la dependencia económica del mismo.

 

Pero por supuesto no es igual la lógica de una organización popular, de la necesidad productiva de organizaciones de trabajadores, campesinos y comunas, que la lógica del Estado, y particularmente el Estado rentista.

 

El gobierno ha mantenido un diálogo intermitente con el empresariado nacional e internacional para acordar un salida productiva a la situación económica. En primer lugar para desarrollar una producción nacional se realizan alianzas con el capital extranjero, despojando de grandes porcentajes de impuestos a las inversiones extranjeras en las Zonas Económicas Especiales (en el Artículo 7 de los Decretos número 1495 y 1496 de la Gaceta Oficial Número 40.554 del 3 de diciembre de 2014 se detalla la exoneración del 100% del ISLR en un primer momento y se mantendría en caso de obtener altos niveles de exportación, al igual que la exoneración de aranceles para la importación de materiales de infraestructura y construcción, entre otros beneficios. Por ahora sólo se han aprobado las ZEE en la zona fronteriza del estado Táchira, en la zona industrial de Paraguaná y se anuncia una próxima en la zona Puerto Cabello-Morón), produciendo un incentivo al desarrollo de la industria privada con pocos beneficios para el país. Por otro lado, los precios suben rápidamente bordeando los límites de un proceso de hiperinflación y el salario general de la población es cada vez más insuficiente para cubrir las necesidades más básicas de alimentación y servicios generales de individuos o familias trabajadoras (el dato más reciente según un informe del CENDAS es una Canasta Alimentaria de más de 4 salarios mínimos), la subida de precios se presenta como una medida “necesaria” para fomentar la industria nacional. Esta situación se da en el contexto de un clima cada vez más represivo de las luchas por contratos colectivos justos (emblemática la lucha de los sidoristas el año pasado, entre otras).

 

Pero mientras se hacen, o se imponen “los sacrificios” para fomentar un desarrollo productivo, hay paralelamente un segundo camino que sigue aferrándose al sistema rentista de importación, con todos los negocios y las corruptelas que surgen alrededor de estas grandes cantidades de divisas productos del petróleo, profundizando un modelo ya en crisis. Recientemente se tomaron medidas como la exoneración de aranceles para 46 productos acabados de importación (Gaceta Oficial número 40.734 del viernes 28 de agosto de 2015), medida que inmediatamente repercute en los trabajadores de la industria nacional, con despidos y paralización de fábricas, respuesta natural de la burguesía y avalada por las inspectorías del trabajo.

Al parecer el gobierno transita por 2 caminos igualmente perjudiciales. La renta se divide entre la importación que sostiene a una burguesía importadora con acceso a las divisas preferenciales, que en el juego entre los distintos controles de cambio y el mercado negro ha logrado acumular grandes cantidades de capital desfalcando al país, mientras por otro lado en un desarrollo productivo con ayuda de la inversión privada y todas las condiciones antipopulares que ésta necesita para desarrollarse.

Estos 2 caminos que producen la lógica de Estado, se aplican paralelamente. Mientras la inflación acaba con el salario del pueblo trabajador, en el estado Sucre los trabajadores luchan contra los despidos en la industria automotriz, autopartes, del campo, la azúcar y la pesca, que ya llevan más de 3mil afectados por la subida de las importaciones, producto de la exoneración de aranceles. La situación en el oriente del país sigue con el clima represivo denunciado por los trabajadores de la Empresa de Producción Socialista EPS La Gaviota (edo. Sucre) y la persecución denunciada por los líderes sindicales de la Corporación 3C entre otras empresas similares. Finalmente los trabajadores denuncian que mientras el gobierno se reúne con la Corporación Venezolana de la Industria Enlatadora de Pesca (CAVENPESCA) para “buscar soluciones” a la crisis y se destinan gran cantidad de recursos en la importación de productos acabados, mientras empresas de producción social como La Gaviota se encuentran sin los insumos básicos para seguir produciendo. Finalmente líderes sindicales de la industria de la pesca declararon sobre las reuniones entre representantes del gobierno y los empresarios en julio de este año: “No hay nada que celebrar en estos anuncios que solo dan soluciones para el Capitalismo, y despidos, persecuciones y hambre para los trabajadores”

La lógica del Estado rentista, del Estado burgués (expresión de la vieja burguesía empresarial y la nueva burguesía nacida de la burocracia, la corrupción y la fuga de divisas) esta en pleno funcionamiento y más allá de expresiones de luchas locales o regionales como la de los trabajadores del estado Sucre, como pueblo estamos a la expectativa de la situación. Los que no participamos del festín rentista sólo nos queda pagar los platos rotos de ambas burguesías.

Entonces después de avanzar en distintas propuestas, debates y experiencias de organización popular, de un desarrollo no capitalista, ¿Cuándo entra en funcionamiento una lógica popular, una lógica de clase? Estos últimos 15 años hemos avanzado hacia experiencias de una economía popular, en donde se destacan los Corredores Territoriales que agrupan a varias comunas productivas en función de una estrategia de Gobierno Comunal en el occidente del país, y las pocas experiencias de ocupación de fábricas del Movimiento por el Control Obrero, destacándose las que se dieron los últimos años en Barquisimeto. Sin embargo estas experiencias se aíslan si frente a esta crisis económica no se vuelven una alternativa o un horizonte de lucha. ¿Es posible construir desde los espacios de lucha y organización un horizonte común de socialización, de control popular de la producción y la distribución?. La crisis puede ser el contexto necesario para la recomposición de un movimiento popular que vuelva a poner en la calle y en la perspectiva común una lógica de clase frente al festín rentista, pero también puede ser un camino a la completa restauración liberal-burocrática que ya se viene desarrollando.

La política finalmente se decide en la relación de fuerzas de los distintos sujetos y el movimiento popular tiene que finalmente después de 15 años, contar sólo con sus propias fuerzas, el Estado en su infinito papel de generador de desigualdades ha sido la base de un nuevo grupo de la clase dominante, y su lógica sigue siendo la de la acumulación de poder y capital en pocas manos. Nos queda recoger nuestro legado de organizaciones y experiencias de poder popular, para poner en marcha una fuerza real de gobierno popular sobre la producción y los territorios, poner de pie redes y estructuras que sean expresión y respondan a una lógica propia, a un horizonte de clase.

 

jansamcar@gmail.com



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Miguel Denis


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