No es un secreto que la situación de la Revolución y del gobierno es delicada, el deterioro social avanza y las soluciones no funcionan; reconocer lo anterior es requisito para comenzar a transitar caminos de solución; desconocerlo, insistir en que todo está bien es engañarse, pensar que los artilugios de la televisión son la realidad es el camino más corto a una derrota definitiva.
¿Qué hacer, cómo recuperar la fuerza que otrora nos acompañó? No es hora de abandonar el barco, son tiempos de insistir en la búsqueda de soluciones. Veamos.
La dominación capitalista tiene sus métodos para renovarse, dentro de su legalidad existen las vías para salir de lo agotado y para el renacer de nuevas formas de dominación. La salida de Lugo, lo que sucede en Brasil, lo que intentan en Venezuela son ejemplos de la aplicación de estos métodos legaloides. Si la situación es más urgente entonces apelan a la salida de fuerza, Zelaya es la mejor muestra. Todos son eventos para renovar la dominación capitalista.
La Revolución tiene otros maneras de renovarse, de controlarse, en ellas el Partido juega papel principal, éste constituye un canal para llegar a la sociedad, recoger sus palpitaciones y también es vía para llevar las instrucciones de los centros de dirección. Cuando la función del Partido falla la Revolución está en problemas, hay un distanciamiento entre la dirección, el gobierno y la sociedad, ceguera de lado y lado, se extrañan mutuamente, no se reconocen. Estas grietas son aprovechadas por el capitalismo, su psicología, sus valores para contaminar el cuerpo revolucionario; en esas circunstancias la restauración prospera.
Aquí en Venezuela es evidente que el Partido no cumple su función, reducido a lo electoral ha perdido personalidad, funciona como triste apéndice aprobatorio del gobierno, no discute, no evalúa... no ayuda. Y es manifiesto que el gobierno es cada día más personalista, no se ve trabajo de equipo, las medidas, las acciones se presentan como algo personal, caprichoso, no como resultado de una discusión colectiva. Esta situación impide solucionar los problemas que hoy confrontamos, a la pérdida flagrante del rumbo, a la toma de decisiones estratégicas no discutidas, influenciadas por las corrientes más reaccionarias que rodean el poder que nos llevan al campo minado del capitalismo.
La situación es terminal, de lo que hagamos en los próximos días dependerá el futuro de todos, el momento requiere medidas fuertes, dramáticas, y de hombres dispuestos a arriesgar lo personal en aras de lo social. Son momentos similares al 4 de Febrero, a Abril, el de Bolívar y también el de Chávez, es la hora de las decisiones. No hay cabida para oportunismos, cálculos egoístas, es hora de revolucionarios.
¿Qué hacer?
Lo primero es fijar el objetivo más urgente, que no puede ser otro que recuperar la pasión, la fuerza espiritual que una vez tuvimos y que hizo posible hazañas como las de abril y del sabotaje petrolero, este objetivo está por sobre cualquier otro, es un engaño pensar que repartiendo lo material se recupera la credibilidad, el amor de la masa. Los desposeídos unidos para realizar grandes hazañas, y esta lo es, lo hacen por el espíritu, de alma a alma; así Cuba resistió el periodo especial y resiste el bloqueo, así se triunfó en Stalingrado, con esa fuerza Bolívar cruzó los Andes, con ese espíritu triunfamos en Abril.
¿Cómo recuperar la pasión?
Una manera sería reunir, que alguien con coraje lo haga, a un grupo de chavistas históricos, a los revolucionarios probados y aceptados, queridos por los humildes que sean capaces de pedir una reunión con el Presidente y allí se sincere la situación, se le plantee la realidad, se hable sin red de seguridad, se corran los riesgos que haya que correr, se le diga con claridad que rectifica el gobierno o se cae, que la situación es desesperada. Que la nación sepa de esta reunión. Es difícil pero más difícil va a ser la reunión con un grupo que una madrugada lo ponga en un avión a Nicaragua en pijama y diga que renunció voluntariamente; más difícil va a ser ver a mariacorina en el salón de Miraflores leyendo el manifiesto del nuevo gobierno que tuvo la gentileza de ocupar el "vacío de poder".
Estos valientes deberían quedarse como comisión asesora del Presidente, deben ser capaces de entregar su prestigio, de correr los riesgos en aras de apuntalar la credibilidad, la queribilidad del gobierno.
Si la reunión tiene oídos receptivos, entonces tomar medidas de austeridad inmediatas, se podría comenzar por: cero camionetotas groseras, reducción del sueldo de ministros y parlamentarios en 50%, prohibición de agasajos de los funcionarios públicos, dentro y fuera de los locales del gobierno, cero gastos de representación; jornadas de trabajo voluntario sábado y domingo en el día, para recuperar lo perdido por las medidas de emergencia eléctrica. Sería una buena señal, retomar el camino del Comandante…