Esta es la preocupación central de los gobernantes capitalistas y de la oposición oligarca que los complementan; su sobrevivencia depende de esta transición, la alternativa es una feroz dictadura que, suspendiendo la democracia burguesa ya maltrecha, recomponga la dominación capitalista, controle a las masas rebeldes con fuerte represión, pero sobre todo que arrase con el ejemplo de Chávez.
El ejemplo de Chávez, la posibilidad del Socialismo, la esperanza de los humildes en un mundo diferente, la comprensión de que el capitalismo no es el fin de la historia, de que otro mundo es posible, ese es el principal enemigo de los capitalistas, al ejemplo dirigen todos sus dardos, le temen. Por eso no se conforman con las entregas materiales al capitalismo, quieren más, nada que huela a Chávez debe quedar en pie, nada de Socialismo, el Chavismo debe ser desprestigiado, su nombre debe ser unido al terror, al miedo, que no resurja nunca más.
El gobierno avanza en el desmontaje de los aspectos económicos del Socialismo: al desprestigio de las empresas de propiedad social (ojo con la CANTV) le sigue el capitalismo como panacea, esa es en parte la justificación de la entrega del Arco Minero y de las alianzas de la petrolera, algunos se aceleran, abren la boca antes de tiempo y así chocan con la necesidad de mantener las apariencias, se queman y deben ser sustituidos por otros iguales pero más discretos. La burguesía sigue apropiándose de la renta, aumentando su participación.
La economía no sólo es lo material, es fundamentalmente lo espiritual, y la restauración capitalista no estará completa sin borrar la espiritualidad chavista más fuerte que la propiedad social de los medios de producción, a estos, a las fábricas las pueden devolver a los empresarios, lo que no pueden hacer con facilidad es revertir la rebeldía, la autoestima, el sentimiento de pertenencia a la sociedad que Chávez formó en los humildes.
El Chavismo se resiste a desaparecer, vive en el corazón humilde, se hace religión, sobrevive a los desastres del gobierno. Chávez le pesa mucho al gobierno, de vez en cuando surge una voz que intenta defender la economía de Chávez, aunque pronto el silencio cómplice lo atrapa.
La terapia de choque difícilmente se evita con el diálogo. Se podrán poner de acuerdo en asuntos políticos, económicos, pero del alma de los humildes no podrán erradicar el sentimiento chavista que persiste en los altares populares al lado de Cristo, María Lionza, Negro Primero, Bolívar. Para eso el remedio capitalista es la terapia de choque, represión brutal.
Se desnaturaliza el gobierno al insistir en el esquema mercenario, al pretender ser sólo y fundamentalmente un proveedor de bienes materiales. Ninguna renta alcanza: cuando los precios están altos, cuando llegue el dinero de la venta de lotes de Patria o suba el petróleo, el reparto será bueno en lo material, pero en lo espiritual estará preparando un descomunal estallido a la primera dificultad, estará construyendo una masa flojita, malcriada, que no aguanta adversidad. De esa manera, el destino del camino mercenario es una ilusión que necesariamente desemboca en represión.
Las posibilidades de completar la transición al capitalismo de manera pacífica son casi nulas, la fase pacífica de la transición se agota y la fase represiva que es consecuencia natural de la instalación del capitalismo difícilmente puede ser escamoteada. Ya el olp es una muestra y preparación de esta fase.
Los mercachifles del diálogo lo promocionan como una salida diferente a la violencia, cuando en realidad es un camino a una violencia perpetua, al capitalismo, que necesariamente aumentará la violencia social. Por esa vía volveremos a las tinieblas de la cuarta, se perderá la esperanza, la represión será la regla.
Debemos concluir tajantemente: la única posibilidad de paz verdadera, de felicidad, es el Socialismo verdadero, los otros caminos conducen a la guerra social.
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