Los comunistas del mundo, en su ortodoxia, como los españoles todos, del lenguaje, llamémoslo republicano, para no ocultar nuestro desconocimiento específico de la razón de hablar de esa manera tan procaz, se han cagado en "las siete mil vírgenes", en Cristo y hasta en la hostia. Pues ellos, hasta no hace mucho, no sé si en eso han cambiado, porque que lo han hecho no hay duda, tomando en cuenta que todo y todos cambiamos aunque no nos demos cuenta, decían que "la religión es el opio de los pueblos", una frase tan china, atribuida a Mao, que no hablaron de marihuana, cocaína sino opio, la droga que por años mantuvo a aquel pueblo asiático dormido. Cuyo despertar está dando un cambio sustancial al mundo.
Por eso mismo, que lo atribuyen al marxismo, aunque hay un espacio todavía insondable, se dice infinito, hasta dónde no llega el pensamiento humano, por lo menos éste no lo toca con las manos, no creen en dioses, santos, vírgenes, plegarias o rezos. Así dicen ellos, su palabra y definición vayan por delante y montones que, no siendo comunistas, no obstante asumen casi los mismos valores culturales y hasta rituales. En veces la diferencia está en detalles insignificantes, tanto que la generalidad de la gente no sabe distinguir. Como aquello que los liberales van a misa el domingo en la mañana y los conservadores el mismo día en la tarde. Aunque esa confusión es mayor de lo que parece, como que alguien, por sólo criticar a Trump, como criticó a Bush, Johnson y paremos de contar, sólo por sus afanes guerreros e injerencistas en los asuntos de otros países, puede ser calificado de comunista porque ese simple esquema lo instalaron los grandes medios y algunas escuelas, de distintos niveles, en cuanta mente ingenua pudieron. Como que ahora en Venezuela, basta mostrarse contrario a la oposición, al injerencismo extranjero y hasta a la especulación y las manipulaciones de dólar to day, para recibir el calificativo de chavista, madurista y hasta "rojo comunista", dicho esto de una manera insultante, que al escribirlo lo acompañan de alguna palabra execrable e infame para ser más contundente. Porque aquellas dichas con muy mala intención y carga explosiva no les bastan.
Pero los comunistas venezolanos, esos que militan en el PCV, dicho así solo para dejar claro que hablamos de esa parcialidad y no de un universo que según muchos es como demasiado grande, no es que dejaron sus rezos, plegarias, misas y hasta santos, sino que parecieran haber descubierto y reconocido unos nuevos valores.
Hasta hace poco, cuando optaron por apoyar a Maduro, como tantas veces antes, lo hicieron bajo la condición que por lo menos en algo les pararan. Y los comunistas venezolanos, quienes de ese partido forman parte, no piden muchas cosas, sino que les permitan oír y opinar y sobre todo que les hagan caso. Que no es para ellos apliquen lo que proponen sino les presten atención. Cosa que si usted la mete en la canasta básica, podrá medir que nada pesa. Son distintos a los del PPT quienes días atrás, se lanzaron por la calle del medio y pidieron cargos. No sabemos si se los dieron o no; lo cierto es que han estado callados y quien calla otorga o espera.
Los comunistas venezolanos de hoy, pese la fama que en el mundo de la derecha y de la gente ingenua que a él no pertenece, pese ciertas definiciones como muy mecánicas y hasta ingenuas, son como muy conformes con la vida. Pareciera conformarles que sus casas, como los católicos esperan de sus iglesias, sigan abiertas y sus militantes puedan cumplir sus rituales sin verse bajo el acoso, aquél mismo al cual sometieron a los antiguos cristianos. Para su secretario general, Oscar Figuera, parece digno de celebrar y hasta "un primer paso en la dirección correcta" el nombramiento de nuevos ministros, pese no hay ninguno de esa tolda y tampoco saben mucho quiénes son. Les basta que hayan cambiado algunos. Y a esa le llaman una renovación "parcial", pero profunda. Yo no entendí porque tengo demasiado tiempo que no voy a misa.
Pero se muestran no atrevidos, sino todo lo contrario, como demasiado complacientes cuando dicen por la boca de Figuera que sólo lamentan que "esas decisiones se hayan tomado al margen del acuerdo unitario". Es decir, reconocen que al sólo inicio, ya Maduro o la gente del gobierno, después de pasada las elecciones, cuando sus manifestaciones de inconformidad resbalan, comienzan a ignorarlos. Sólo piden a los nuevos ministros les escuchen sus cánticos que ellos llaman propuestas. Y son eso "Cánticos", no porque no tengan nada importante que decir, sino por el valor que les dará el gobierno, el cual ya se olvidó, como muy rápido, que a ellos debía un trato respetable.
Esos pedimentos a los ministros son los mismos que hicieron y todavía hacen en relación en la reforma del gabinete que no sólo fue "parcial" sino hasta insustancial. Piden ahora, después de consumados los hechos, es decir con retardo, evaluación de los miembros del gabinete, que para Julio Escalona todo estaban "raspados", aunque parezca que ahora, llevados a reparación, les puso a todos la nota.
Y esos "pedires" o peticiones de la gente del PCV, parecen como rezos, ruegos y peticiones a quienes desde el más allá dirigen los destinos del mundo. Quien compare este PCV de ahora con el de antes, por lo menos no al de la época de Medina, sino al de los tiempos de Pérez Jiménez y Betancourt, hallará muchos cambios. Ya no se cagan en la Verónica y ni siquiera en Satanás.
¿Quién podrá defendernos? Pérez Bolaños, "El Chapulín Colorado" y los Fantomas, incluyendo el de Julio Cortázar, no parecen tener la mira puesta sobre nosotros.