La crisis del capitalismo venezolano, en su camino hacia el desenlace, parió el adefesio de no tener comida, ni medicina, ni paz, ni seguridad, ni nada, pero ser el único país del mundo con dos presidentes. El fenómeno merece una explicación.
El capitalismo mundial, a través de sus diversos imperialismos, está en pugna constante por los mercados y por las materias primas, por el combustible. Esa batalla perenne, que se manifiesta en los brotes bélicos por todo el mundo, no es extraña a nuestro continente. Colombia es miembro de la OTAN, Brasil quería poner unas bases militares; aviones rusos con capacidad nuclear aterrizaron en Venezuela, los rusos advierten frente al peligro de que trump dé la orden de invadir; el gobierno se abre a los chinos y rusos, y también a los gringos. El cuadro está claro, hay una disputa fría por este mercado y por estas materias primas.
Esta disputa puede resolverse de manera militar, Siria, Libia, serían ejemplos. Y, asimismo, puede resolverse por la vía pacífica, ese parece ser el camino escogido por el imperialismo internacional. Ninguno quiere sumergirse en una contienda que puede extenderse a todo el continente. Ese es el escenario de hoy.
Están los dos imperialismos combatiendo por interpuestas naciones y lejos de sus respectivos países. Los gringos tienen a sus tradicionales aliados, que no lo ocultan, nunca lo han hecho; los chinos y los rusos ya tomaron partido por el madurismo, pero saben que es un gobierno ineficaz, que no tiene apoyo, que no soportaría una confrontación más ruda, y además no quieren jugar duro contra los gringos en su propio patio trasero.
Así la sangre no llegará al Guaire, antes habrá acuerdo, o el elector principal, los militares, arreglarán la querella en una madrugada cualquiera. En algún lugar del mundo se están poniendo de acuerdos los dueños del circo, los rusos y los chinos piden respeto por sus créditos y sus concesiones, los gringos ponen límites, o más a la moda, muros a la expansión asiática, y exigen ser ellos los operadores políticos de este continente. No es la primera vez que se reparten el mundo las grandes potencias. Pase lo que pase ya el capitalismo ganó, tuvo éxito en su objetivo máximo: enterrar, derrotar el brote socialista, desprestigiar al chavismo, salir de Chávez.
El chavismo chavista debe participar en la contienda desde la soberanía revolucionaria, hacer que la revolución, la esperanza, entre en combate, participar en la disputa del poder, mostrar que aún es una opción. No puede dejar el camino abierto a la subasta de la Patria.
El chavismo, la herencia de Chávez, no puede terminar en este circo, la masa debe saber que hay capacidad, voluntad, líderes en el chavismo para retomar el camino que se truncó con el asesinato de Chávez (que ahora de manera oportunista maduro reconoce). Es necesario regresar al punto del camino donde nos extraviamos guiados por agentes del capitalismo, por reformistas, tal como el Comandante nos alertó, disfrazados de socialistas, de chavistas. Es necesario limpiar al chavismo, al socialismo, de las manchas de excremento de los traidores al legado, convictos y confesos…
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