Es sabido que las guerras tienen motivaciones económicas, es el caso, por ejemplo, cuando el gobierno de un país más poderoso invade a uno más débil para apropiarse de sus riquezas; en otro, cuando hay un interés de los fabricantes de armas de probar la efectividad de un armamento recién inventado y para esto es necesario encontrar motivos para una conflagración.
La geohistoria registra diversos, cruentos y largos episodios suscitados a lo largo de la geografía del planeta. Puedo citar la Guerra de los Cien Años (1337-1453) entre Francia e Inglaterra, motivada por una confiscación de tierras del rey francés Felipe VI al rey inglés Eduardo III. Otra de las guerras famosas fueron las Cruzadas entre el mundo cristiano y el musulmán, estas duraron casi tres siglos (entre el XI y el XIII). La llamada guerra santa escondía motivos políticos y religiosos tras la verdadera causa que fue la económica: la ambición de los grandes señores de obtener nuevos terrenos y expandir sus mercados. En fin son miles de guerras que se podrían enumerar de las cuales emergen los ricos, más ricos y los pobres, los que sobreviven de la conflagración, permanecen más miserables viviendo en ciudades y pueblos destrozados.
El siglo XX los habitantes de los pueblos europeos, asiáticos y africanos fueron testigos de sanguinarias guerras por motivos económicos como fue anexión de países a las grandes potencias europeas y el control de los mercados para la implantación de monopolios. Tristes recuerdos se tienen de la Primera y Segunda Guerra Mundial, cuya secuela fueron millones de muertos, países completamente destruidos, naciones sometidas, imposición de reglas comerciales y financieras de las grandes potencias a los países avasallados, imposición de modelos políticos-económicos a otras naciones, entre tatos males que todavía en el siglo XXI en cierne persisten.
Nuestra patria Venezuela no está amenazada por una guerra por parte de EEUU y la UE, está viviendo una guerra declarada por el país más poderoso del mundo desde el punto de vista bélico y por los antiguos imperios europeos. Nos están lanzando cohetes cibernéticos para arruinar los servicios eléctricos e hídricos, continuamente nos envían misiles financieros para acabar con la economía del país, para desestabilizarlo política y socialmente y de esta manera culminar dichas guerras con una intervención militar. Por fortuna el presidente MM cuenta con una FANB fieles a constitución de la república y un pueblo resteado para defender los logros de la Revolución Bolivariana durante veinte años.
Absurdo negar que durante las guerras nunca falte un traidor solidario al gobierno del país agresor, de esto conoció bastante el Libertador Simón Bolívar. Uno de los más famosos fementidos fue el mariscal Philippe Pétain responsable del gobierno colaboracionista a Hitler (1940) en la Francia de Vichy durante la Segunda Guerra Mundial. Por desgracia, en esta guerra contra la República Bolivariana de Venezuela, nuestro país tiene varios traidores y el que resalta, entre todos estos felones, es Juan Guaidó, que aquí dentro de nuestro país, al igual que cualquier alevoso, está librando su propia guerra colaboracionista y entreguista con el gobierno de EEUU y con la UE.
La guerra de Juan Guidó se caracteriza por la felonía, la traición a Bolívar que tanto hizo para hacer de Venezuela una nación libre e independiente, la traición a los electores que lo llevaron a la AN con la certeza que legislaría en función de las aspiraciones y las necesidades de su pueblo y no la de intereses foráneos.
La guerra de Juan Guaidó está maquillada por la mentira y por la falsedad descarada. El diputado despojado, de su inmunidad parlamentaria junto a su mesnada recorre el mundo acusando al presidente MM de dictador, de violador de los derechos humanos, de haber causado una crisis humanitaria, de violador de la libertad de expresión, de narcotirano, de una cantidad de falsedades para justificar una intervención militar en nuestro país.
La guerra de Juan Guaidó es la de la sumisión despreciable. En ningún momento de la historia de Venezuela se ha visto a un político que se haya entregado en cuerpo y alma (si que existe o la tiene) a los brazos del agresor, al bravucón Donald interesado en desestabilizar política, social y económicamente a nuestro país.
La guerra de Guaidó es la guerra del desembolso. Los desestabilizadores extranjeros (agentes políticos, financieros y comerciales) no han disimulado su interés por las grandes riquezas del país. Para apoderase de estas necesitan de un gobierno entreguista, en caso negado de que vil traidor llegue a poder.
La guerra de Juan Guaidó es la del sufrimiento. Actualmente los venezolanos padecen los embates de las sanciones financieras y económicas que aquel traidor requirió en diversos escenarios internacionales. Tales prohibiciones redundan en una inflación inducida, carencia de alimentos y medicinas, así mismo, lo más reciente, el saboteo de la luz eléctrica y como consecuencia, un racionamiento criminal y obligado del H dos o.
La guerra del Guaidó es la de la rapacería. El mundo es testigo impasible del robo que los activos de Venezuela por parte de diversos países americanos y europeos. Pareciera que huestes de piratas se apoderaron del planeta y cual corsarios, con licencia para delinquir, se dedican a robarse el dinero, el oro y las propiedades de Venezuela en el extranjero, con la aprobación y consentimiento de Juan Guaidó. Está claro que en el repartimiento delictivo del patrimonio de todos los venezolanos aquel traidor junto a sus secuaces recibe una parte de la torta.
La guerra de Guaidó es hipócrita. Por un lado solicita a gritos la intervención militar de Venezuela por parte de EEUU y sus aliados de la OTAN y después lo vemos cargando en la procesión, con cara de "yo no fui". al Nazareno de San Pablo. Será que sobre la conciencia del traidor, si es que la tiene, pesa una carga de remordimiento que no lo deja dormir.
La guerra de Guaidó es inhumana. Me voy a permitir hacer un ejercicio de imaginación en caso de que se cumpla el anhelo de Juan Guaidó, como es la "intervención humanitaria" como las acostumbradas a realizar los EEUU junto con sus aliado de la OTAN. Ciertamente, no es difícil imaginar lo que serían capaz hacer los marines estadounidenses y sus alados de la OTAN, en caso de una intervención militar o lo que es lo mismo una invasión a nuestro país. El gobierno de Donald Trump en su afán de resucitar la doctrina Monroe para aplicarla a Venezuela y de seguro a otros países suramericanos, pareció olvidar que a raíz de la independencia estas naciones se convirtieron en Estados Soberanos, sin la necesidad de ser tutelados por otros.
Parece ser que EEUU tiene la varita mágica para transformar los gobiernos de otros países en la "democracia" que ellos conciben. Esa varita mágica es la de los cañones, las de los bombardeos, la de los misiles, la del arrase, de la guerra química y biológica, tal como lo hicieron en Libia, Vietnam, Yugoslavia e Irak. La idea es desmantelar el estado venezolano y fundar otro sumiso a su mandato.
Estará preparado Juan Guaido y su esposa para una guerra contra Venezuela, para levantar a un niño exangüe del jardín de su casa en el Cafetal, víctima de una bomba de racimo; o la de un joven tirado en una acera con los intestinos sangrantes y expuestos al aire; acaso la señora del traidor trabajará como enfermera voluntaria en la urbanización 23 de Enero, cuando sobre el piso se amontonen docenas de muertos ancianos y niños secuela de los bombardeos; no creo estar seguro que el felón esté preparado para ir a los hospitales para asistir a los mutilados producto de su indignidad. Como lo supongo católico, apostólico y romano, según tu actuación de teatro en la procesión, ¿qué hará cuando la iglesia de la Virgen la Chiquinquirá quede destruida por los daños colaterales. Como debe saber JG, cerca del aeropuerto de la Carlota, en Chuao, hay varios edificios donde conviven chavistas, antichavistas, católicos, judíos, musulmanes, venezolanos extranjeros ¿le podrás asegurar que ningún misil "inteligente" se desviará de la ruta y no bombardeará una de estas residencias? ¿Le has preguntado al presidente Duque, tu socio, que hará con los seis millones de colombianos que viven en Venezuela quienes desearán huir de este país en guerra cuando regresen a la antigua Nueva Granada?
Bien lo afirmó el titán de la libertad suramericana, Simón de la Trinidad, en el oficio a Jerónimo Urquiola en 1817: "En la guerra no se comete falta impunemente, y la inexactitud en las ejecuciones de los planes o combinaciones trae frecuentemente graves e irremediables males". Lee que algo queda.