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Péndulo en el Sur, Izquierda y Odebrecht tachan su historial ideológico

El ímpetu de UNASUR se perdió por la incompetencia de la misma gente de izquierda que desea gobernar el Continente Sudamericano, porque solamente le interesa las formaciones políticas en su más variado origen, toda una tirantez contra los Estados Unidos de Norteamérica en el mundo hispánico. Una visión ideológica sustentada en una lectura particular de nuestra historia. En realidad, ignoramos quién defiende la soberanía para hacer historia política e ideológica.

En un principio, tuvo un ímpetu considerable. Incluso, en la euforia sudamericanista, se idearon medios de vinculación financiera y bancaria e, incluso, monetaria. Además, se concibieron innumerables mecanismos de relación cultural, educativa, científica, entre otras, a fin de consolidar la autonomía de Sudamérica. Sin embargo, tras el fin de varios de los regímenes que impulsaron la creación de UNASUR y el viraje a la derecha de los gobiernos sudamericanos, esta formación subregional siempre estuvo herida de muerte. Más aun, cuando siete jefes de estado han formado el PROSUR el 22 de marzo del año en curso, planeándose como sustitución al UNASUR. Así que el viraje ideológico es evidente.

Pero, el gran problema es de ideología, no de objetividad para lograr el desarrollo de los pueblos.

Si algo han compartido a lo largo de su secular conflicto la izquierda y la derecha es que ambas, llaman a la otra "ideología". Además de considerarse verdaderas y políticamente correctas. Y, por lo tanto, de deslegitimar a la otra. La última aseveración de carácter abiertamente ideológico, en este caso desde la derecha, la manifestó el presidente Piñera de Chile al referirse al PROSUR: "será un foro sin ideología ni burocracia".

No creemos que Sebastián Piñera (o cualquier otro presidente de los firmantes) esté en condiciones de responder a la pregunta ¿qué es ideología? Tampoco pensamos que pueda articular de un modo argumentativo, sustentado y razonado, las ideas que tratan de hacerlas pasar como "verdaderas", "técnicas", "correctas". Difícilmente el creyente ideológico es capaz de darse cuenta que las ideas que considera "objetivas" son el, en fondo, muy "ideológicas". Porque es bastante "ideológico" considerar que hay un camino correcto en la economía y que solo hay una forma de gestionar lo público. Incluso la famosa "real politik" es muy ideológica. Aunque a sus defensores les cueste creerlo.

No es de extrañarnos que, en este viraje ideológico (que implicó el desmontar ideológico de lo anterior), haya habido una injerencia que está más allá de las fronteras sudamericanas. Las luchas por el poder global son tan vastas y complejas que pueden mover los péndulos ideológicos de un lugar a otro con facilidad o dificultad, según sea el caso.

Ahora, nos resulta que Sebastián Piñera es un gran neonazi y es uno de los principales hombres que motivan la violencia y el quebrantamiento de los Derechos Humanos y, lo más correcto es que sea llevado a juicio jurídico por no saber controlar el sentimiento de potestad patriótica del pueblo chileno.

Sin embargo, más allá de cualquier otra consideración, la historia política del mundo y nuestra América, se encuentra plagada de muertes y renacimientos, de luchas abiertas o sutiles entre los diversos campos políticos. Sobre todo, durante la guerra fría y, cuando nadie lo creía, tras ella.

Los cadáveres ideológicos que hemos visto desfilar en los últimos años en Sudamérica no son los últimos, ni serán los últimos. El péndulo ideológico se ha dirigido hacia un lado y nadie sabe cuántos años se quedará ahí. Pero más allá de los deseos ideológicos, el futuro siempre está abierto (Popper)

Debemos considerar dos fases de alguna investigación del ámbito jurídico. En un primer momento tenemos la indagación preliminar, en donde se plantean las bases de la línea que alguna acusación pudiera seguir. Un paso más allá supone formalizar la continuación de la investigación, lo que nos aproxima, con mayor contenido de evidencias, a la resolución de la justicia.

Sin embargo, más allá de cualquier otra consideración, la historia política del mundo y nuestra América, se encuentra plagada de muertes y renacimientos, de luchas abiertas o sutiles entre los diversos campos políticos. Sobre todo, durante la guerra fría y, cuando nadie lo creía, tras ella.

Los cadáveres ideológicos que hemos visto desfilar en los últimos años en Sudamérica no son los últimos, ni serán los últimos. El péndulo ideológico se ha dirigido hacia un lado y nadie sabe cuántos años se quedará ahí. Pero más allá de los deseos ideológicos, el futuro siempre está abierto (Popper)

Debemos considerar dos fases de alguna investigación del ámbito jurídico. En un primer momento tenemos la indagación preliminar, en donde se plantean las bases de la línea que alguna acusación pudiera seguir. Un paso más allá supone formalizar la continuación de la investigación, lo que nos aproxima, con mayor contenido de evidencias, a la resolución de la justicia.

A nuestra falta de moderación, hay que añadir la "cultura de la confrontación", una búsqueda permanente del antagonismo, donde las antinomias prevalecen sobre el diálogo y el acuerdo. Esta pasión por el enfrentamiento ha sido un terreno fértil para el surgimiento de facciones autoritarias y populistas. Nuestra historia en el Sur, es una prueba suficiente de ese binomio nacional "amigo-enemigo": saavedristas y morenistas, unitarios y federales, conservadores y radicales, peronistas y antiperonistas, militares y revolucionarios, y así hasta llegar a la actualidad. Nuestra cultura política también está teñida de maniqueísmo extremo, donde lo importante es enfrentar y no debatir, acordar o acompañar.

Considerando estos hechos, deberíamos poder reflexionar acerca de la gravedad de lo que implica el ejercicio de la justicia, en las instancias de la conducta de abogados, juristas, fiscales, jueces y demás, como impacto moral en la sociedad. El pueblo otorga su libertad para hacer justicia con sus propias manos a un Estado que debería ser imparcial y funcional, precisamente para cubrir impersonalmente dicha función. Sin embargo, en la hipótesis lo que hemos visto es que, gracias a las hazañas del brazo jurídico de Odebrecht, la justicia no habría existido sino como un servicio particular.

Esta constructora hundió a los presidentes de Izquierda de este Continente y, ahora desea arroparse en viejos líderes de la socialdemocracia y en Cristina, pero, Alberto Fernández tiene otros pensamientos.

El péndulo nos lleva de un extremo a otro, de los "tiempos autoritarios" (golpes de estado, dictaduras, demagogias) a los "tiempos anárquicos" (crisis económicas, estallidos sociales, debilidad institucional). Es hora de terminar con el péndulo y de buscar las claves para el crecimiento y el desarrollo: transformar la desmesura por la moderación, la confrontación por el diálogo y el acuerdo, la incertidumbre por la confianza y la estabilidad, la corrupción sistémica por los organismos de control y el cortoplacismo por la visión de largo plazo.

Al finalizar la segunda década del siglo XXI, emerge un mundo en reconfiguración, con más certezas de lo que está en crisis o dejando de funcionar, que sobre lo que vendrá. En este horizonte azaroso, avanzan ideas, tratando de plantear hipótesis, que permitan entender y prever.

Muchos reconocen la importancia que ha tenido el liberalismo en el progreso alcanzado en el mundo entre los siglos XVIII y XXI y en el aporte realizado a los valores políticos y su impulso a la democracia como sistema de gobierno. Pero también destaca como las elites liberales y cosmopolitas, se fueron alejando de sus pueblos, que los percibieron como más interesados en afinidades con minorías transnacionales, que en la integración de la sociedad nacional.

México y el "triángulo norte" de América Central adquieren relevancia para Washington, cuando Trump acaba de lanzar su campaña para la reelección en noviembre 2020 desde Florida. El endurecimiento de la política inmigratoria es uno de los ejes de la campaña de Trump. Ello implica exigirle al gobierno de López Obrador, un mayor control sobre su frontera sur, desde donde proviene el flujo más importante de inmigrantes ilegales que llega hacia los EE.UU.

Para entender y prever la evolución de la crisis venezolana es necesario comprender que Chávez gobernó como un líder populista autoritario y Maduro lo hace con un régimen totalitario. El chavismo como fenómeno político cumplió a fin de 2018 veinte años en el poder. Chávez en la Presidencia perdió un referéndum y aceptó el resultado. En cambio, Maduro, teniendo sólo 20% de respaldo en la población, ganó las presidenciales de mayo con En un régimen totalitario, como es el que acaba de cumplir 60 años en Cuba, no es posible que la oposición pueda ganar una elección. Tras el fracaso del golpe de 2002, Fidel Castro comenzó a influir en el Chavismo. Primero, poniendo a cargo de la custodia del presidente venezolano, al servicio de inteligencia cubano. Luego, asignándole la organización y control del servicio de inteligencia venezolano (SEBIN). Por último, transformando las Fuerzas Armadas de nacionales en partidarias. Fue así como se sustituyó la fórmula de lealtad militar "Patria o muerte" por la de "Socialismo o muerte".

El control de los medios de comunicación es otra característica del régimen totalitario, que se ha dado en Venezuela, donde se cerró semanas atrás el último diario en papel opositor y ya no hay emisoras de TV fuera del control estatal, directo o indirecto.

El Castrismo sobrevivió a varias crisis económicas graves, generadas por el bloqueo las sanciones de EE.UU. y el fin del apoyo económico soviético, pero el régimen las superó. La emigración de la clase media, que se inició en Cuba a comienzos de los años sesenta, como ha sucedido últimamente en Venezuela, también contribuye a la instalación de un régimen totalitario.

Algunos presidentes del Sur de izquierda seguirán usando la violencia para mantenerse en el poder y la breve detención de Guaidó, aunque confusa, es una señal al respecto. A medida que va logrando retener el poder, Ortega en Nicaragua ha tomado el mismo camino, adoptando el modelo totalitario y lo mismo puede hacer Morales,

Si el régimen implosionara, - no es lo más probable en el corto plazo, - el gobierno de transición para estabilizarse, necesitaría un fuerte apoyo internacional, efectivo, no declarativo. Ante todo, se necesita un gran préstamo internacional -como el que Trump gestionó meses atrás del FMI para Argentina- para poder poner en marcha una economía que ha colapsado. Controlar la inflación y lograr inversiones, sólo se podrá a partir de este apoyo financiero. Pero también se requiere un esfuerzo sin precedentes de asistencia alimenticia y sanitaria, dada la crítica situación que se vive en Venezuela

En esa búsqueda de la identidad política se pretende distinguir entre lo ideológico y los valores. Precisamente la preocupación de la izquierda por erigirse en hegemónica consiste en saber dónde acaban los valores y donde empieza la ideología. Irene Montero afirma que las ideologías y los valores son indivisibles pero que éstos tienen que concretarse en decisiones políticas.

Por su parte el historiador Abdón Mateos reconoce que muchos de esos valores no son exclusivos de la izquierda y cita como ejemplos el pacifismo, la antiviolencia, el anticonsumismo, la honradez, el ecologismo, el antiglobalismo y la cultura, por considerarlos muy genéricos.

Como colofón a este enfoque que augura la nueva política y su abandono de la ideologización, merecen señalarse los cuatro parámetros que cita Innerarity como los principales para que cualquier partido, sea el que sea, resista la volatilidad y que son: "identificación con el país, eficacia en la gestión, ética pública y sensibilidad social".



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Emiro Vera Suárez

Profesor en Ciencias Políticas. Orientador Escolar y Filósofo. Especialista en Semántica del Lenguaje jurídico. Escritor. Miembro activo de la Asociación de Escritores del Estado Carabobo. AESCA. Trabajó en los diarios Espectador, Tribuna Popular de Puerto Cabello, y La Calle como coordinador de cultura. ex columnista del Aragüeño

 emvesua@gmail.com

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