El cáncer que nos aqueja

"Nuestras discordancias tienen su origen en las dos más copiosas fuentes de calamidad pública: la ignorancia y la debilidad."

Simón Bolívar.

Tener que asomarnos por extrema necesidad, ya que por voluntad propia decidimos mirar a nuestro entorno, no deja de ser "per se" un acto de temeridad que, sin duda alguna, producirá en nosotros niveles extraordinarios de sensaciones, por lo general muy negativas, que nos llevaran a querer gritar una frase bastante popular en las décadas sesenta y setenta que decía "PAREN EL MUNDO QUE YO ME QUIERO BAJAR".

Es que no es para menos, estamos asistiendo a la puesta en escena, de una obra cotidiana y generalizada, diseminada por todos los espacios que constituyen la sociedad de hoy, a nivel planetario, que podemos caracterizar como absurda y ridícula, sin que por esto deje de ser dramática.

Ya nadie puede arrogarse para sí el privilegio de estar inmune a tanto desafuero. Es una sociedad en profunda decadencia, donde la conducción mundial propende a la desculturización, a la destrucción de las virtudes y la exaltación de los antivalores, en la creencia de que todo vale, sin importar que tal comportamiento transgrede las normas que establecimos por consenso como ética para convivir, no con esto este diciendo o negando la coexistencia con algún grupo específico de población humano. Si no por el contrario, extendiendo una invitación al diálogo de entendimiento, para desarrollar métodos de libertad responsable, de lo contrario es caminar inexorablemente hacia el nihilismo.

Existimos en una sociedad con importantes síntomas de una enfermedad irrecuperable, con una estructura corporal muy frágil e indefensa.

Las señales palpables de esa patología son evidentes, no existe para nada la valoración de factores importantes como el esfuerzo, la constancia, la permanencia, la creatividad o el atrevimiento, características esenciales de toda criatura y de su vida misma. Existe un proceso de sustitución de estos por el facilismo, la inmediatez y la satisfacción por lo efímero, por lo vacuo. Toda actividad que requiera de lo contrario, es un espectro horrendo al que huimos con desesperada urgencia.

Como individuos estamos atestiguando en nuestro entorno próximo, un incremento de tasas de suicidios y homicidios, como respuesta a la sensación de vacíos emocionales por vivir una vida sin propósito, y en lo general las élites están promoviendo la cultura de la guerra, con focos de violencia interminables, solo por razones económicas.

La necesidad de creer en algo o en alguien ya no parece tan importante, olvidando que, a fin de cuentas, en muchas sociedades esas creencias se convirtieron en valores, en un primer lugar como freno moral, luego como estimulante en la cultura del trabajo, para ser merecedores de la mirada de Dios, religiones como el protestantismo llevaron a importantes cantidades de seres humanos a aprender a leer, solo por el interés de que leyeran la biblia.

Lo absurdamente increíble es que a pesar de que socialmente las mayorías saben leer, estamos cohabitando en una comunidad mundial de analfabetas funcionales, existe hoy un proceso de decadencia intelectual, mientras exaltamos el conocimiento de información de consumismo masivo para satisfacer una codicia interminable, esto se expresa en una educación famélica, donde el resultado generados por la inteligencia artificial es lo imprescindible, aunque olvidemos el cómo se hace, esto se manifiesta en la escasez de verdaderos ingenieros por ejemplo, y esto en la desindustrialización productiva.

Las instituciones internacionales que pretenden la hegemonía de los procesos en lo jurídico, comercial, financiero, ahora rompen olímpicamente sus normas, cuando se ven afectadas las elites en sus intereses, produciendo un proceso de desconfianza generalizado que promueven su desaparición o sustitución.

El mundo en general y el bloque occidental en particular está imbuido en un proceso terminal, es un proceso metastásico en todas y cada una de sus estructuras, algunas mentes calenturientas están pensando aún que pueden usar la ficha de la guerra para seguir corriendo la arruga sobre estas angustiantes realidades, al parecer alejadas de la racionalidad que indica que en un escenario como ese no habrá en modo alguno ganadores.

Como lo mencionó el libertador Simón Bolívar, aún no se dan cuenta de los verdaderos factores que nos están arrastrando en esta situación, la ignorancia y la debilidad, en cuyo caso debemos invocar a un recurso igual de sencillo como eficaz, si lo aplicamos de manera individual y colectivo,

El carácter.

Recuerden ser felices, es gratis.

Paz y bien.

NOTA MARGINAL / NOTA PRINCIPAL:

La libertad de Julian Assange es una victoria inequívoca de la razón sobre la barbarie.

Desde "La Gruta" en el día de San Juan Bautista, día de la Batalla de Carabobo y día del Ejército Bolivariano de Venezuela del dos mil veinticuatro.



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José Gregorio Palencia Colmenares

Escritor, poeta, conferencista y articulista de medios

 vpfegaven@gmail.com

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