Opinar sobre la reforma no es fácil porque se ha convertido en un montón de retazos que a ratos es difícil entender y ver que “forma parte de un todo”. Con la propuesta presidencial tenía claro que la médula de la reforma constitucional se concentraba en la nueva “geometría del poder” sustentada en la geografía radical. A esta propuesta central la acompañaban algunos artículos referidos a los militares, la reducción de la jornada laboral, los que tienen que ver con la seguridad social para sectores tradicionalmente excluidos y la reelección indefinida. Dicho así rapidito se veían varios bloquecitos: el económico, el político y el social. Lo que dio pie a la primera y más extendida divergencia: la consulta no debía ser en bloque, si no en bloquecitos.
A los bloques y a las partes le siguió la polémica sostenida por Cilia Flores y Roberto Hernández sobre si la Asamblea podía cambiar la propuesta presidencial, en la que terció el Presidente desdiciéndose con respecto a su postura inicial, cuando argumentó que no se le “no se podía cambiar ni una coma” al texto que presentó a la Asamblea Nacional.
Lo cierto es que la propuesta del Presidente necesitaba algunos zurcidos. Había (hay) comas mal puestas, conectores que cambiaban radicalmente la comprensión de un concepto y una que otra que otra “supresión” de fondo como la referida al disfrute, uso y disposición de la propiedad privada, por la que se armó un zaperoco que aun se oye, a pesar de que el zurcido invisible le quedó perfecto a los legisladores.
Visto así parecía inobjetable que los retoques a la reforma tendrían que venir y así lo asumió el primer mandatario. Pero a este “dejar hacer” le siguió un terremoto de artículos, algunos inobjetables como la prohibición de la discriminación por preferencias sexuales y otros tremendamente peligrosos como las “excepciones” referidas al debido proceso, que habrían de permitirse en un Estado de conmoción. Lo cierto es que la intervención de los diputados ha traído sus divergencias. Tantas, que quienes sintieron que el Presidente se había excedido con aquello de la coma, ahora piensan que sólo debe someterse a consulta la propuesta presidencial con sus defectos y virtudes. “Con su coma no te metas”, casi se oye decir a propios y extraños. Ya ni se sabe.
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