La irrupción de Chávez en el escenario político ha significado, que duda cabe, una ruptura en la concepción del quehacer político y, más que eso, como ha señalado el inteligente y digno presidente ecuatoriano, Rafael Correa, un cambio epocal. Ruptura que, efectivamente, trasciende el marco de lo nacional para proyectarse a lo largo y ancho de nuestro continente, porque incluso al interior de la sociedad estadounidense, en sus estratos intelectuales y laborales críticos y en amplios sectores antiguerreristas y de inmigrantes latinos se hace sentir el efecto envolvente de la práctica política chavista.
Cuanto les cuesta a sus adversarios, tanto locales como internacionales reconocer esta realidad. Una última demostración de ello son las recientes declaraciones de la Cancillera Alemana, Melker que obstinadamente se empeña en señalar que a Chávez se le atribuye una influencia en la política latinoamericana que, según ella, no tiene. A nivel local, la dirigencia opositora escualidista tiene más de 10 años, desde antes de que fuese electo presidente por vez primera, en 1998, intentando desconocer el liderazgo que efectivamente tiene y asignándole una condición de ignaro que evidentemente no tiene. Se resisten a asumir, tanto los opositores internos como los externos, incluidos los connotados asesores, que están confrontando ni más ni menos que a un titán de la política, que tiene entre sus más excelsas virtudes el de saber mantener una estrecha relación con el pueblo, con los pueblos, mientras mantenga esa intensa comunicación, la incidencia de Chávez, a nivel popular se prolongará en el tiempo.
En más de una oportunidad, Chávez, parafraseando a Bolívar, ha dicho que él no es más que una brizna de paja en el tiempo e igualmente ha señalado aludiendo al filosofo ruso, Jorge Plejanov, que son los pueblos, más no los hombres considerados individualmente –a pesar de la mucha significación que pudiesen alcanzar- los que hacen la historia. Creemos en verdad, que Chávez es uno de esos lideres que ha sabido imbricarse con las aspiraciones y sentimientos populares. He allí la fuente de su creciente proyección en el seno del pueblo venezolano extensiva en todos los pueblos Nuestroamericanos.
Chávez, y junto con él el equipo que lo ha acompañado en estas últimas décadas, con las deserciones e incorporaciones del caso, ha tenido aciertos indiscutibles que lo destacan y distinguen de los políticos tradicionales, algunos de los cuales también moldearon cierto liderazgo pero sin la trascendencia de la transformación histórica de la que los venezolanos contempéranos somos testigos privilegiados.
Chávez, luego de atravesar el desierto que le correspondió vivir en los primeros años de la década de los 90, supo sobreponerse a las adversidades y ganar limpiamente la Presidencia de la República, para emprender un largo y complejo camino en el que ha rescatado la dignidad y la soberanía de la nación Venezolana; ha sembrado de esperanzas renovadas a la gran mayoría del pueblo, ha sentado las bases para la transformación material del país y para el desarrollo cultural y espiritual de la sociedad, sembrando de esta manera la posible conversión de Venezuela en una pequeña gran potencia, dirigida a promover vínculos armoniosos con los pueblos hermanos. Ha colocado a Venezuela, como nunca antes, en una honrosa y provechosa relación con la gran mayoría de los países del mundo. Ha propiciado una política integracionista y de solidaridad de Nuestramérica destinada a estimular la concreción del sueño bolivariano y martiano de la Patria Grande. Ha estimulado la unión de la izquierda, tanto nacional, como continentalmente, orientada a la construcción de un gran movimiento internacional capaz de impulsar la lucha de los pueblos por su liberación y redención. Ha levantado la bandera del Socialismo, cuando se encontraba de capa caída no sólo en nuestro país sino en el mundo entero, como única alternativa valida frente al decadente y corrupto sistema capitalista que tiene a la humanidad ante una hecatombe capaz de extinguir la vida y la existencia del planeta tierra en su conjunto.
Por supuesto que todos estos logros, propósitos y propuestas de Chávez no gozan del beneplácito de sus adversarios, del imperialismo estadounidense ni de sus lacayos locales y continentales. No podía ser de otra manera. Son intereses claramente contrapuestos. Los de quienes propenden mantener el orden de dominación y explotación que ha sometido por siglos a nuestros pueblos y países y los de quienes propician el salto de la barbarie al socialismo, al logro de una sociedad auténticamente humana en la que se respete y reconozca el derecho de todos, a vivir dignamente y a convivir en paz y en armonía con el ambiente.
En este intenso periplo, Chávez ha estado inmenso. Muchos y grandes aciertos ha tenido pero también se ha equivocado. Aquí bien vale el latinazgo, errare humanum est. En este aspecto cada compatriota puede y debe tener sus propias apreciaciones.
Particularmente pienso que la falla fundamental esta ubicada en la dificultad ¿o imposibilidad? de construir una dirección colectiva del proceso bolivariano. Allí puede estar el talón de Aquiles de esta etapa del proceso revolucionario venezolano. El mismo hecho que el movimiento popular se mantenga desarticulado, que los movimientos sociales no hayan avanzado en su organización y fortalecimiento según lo exigen las circunstancias.
Será el PSUV la respuesta a la falla señalada? La manera como se esta construyendo el Partido es la adecuada? La responsabilidad constructiva ha de recaer sobre los compatriotas, hombres y mujeres, que gozan de la confianza del Comandante? Cómo se forja esa confianza? Hay más preguntas en el tintero pero el espacio se acorta. Bien vale la pena que insistamos en esta línea reflexiva. La revolución lo requiere…
miguelugas@gmail.com