Es muy lamentable el triste y patético debate que se ha venido desarrollando en torno a la alianza patriótica y el partido mayoritario hasta ahora, PSUV. A veces por mi memoria pasan las viejas imágenes de aquel debate de la unidad popular, cuando en la izquierda venezolana, todo se tornó inútil y devino en las candidaturas presidenciales de Teodoro Petkoff, Américo Martín, Héctor Mújica, David Nieves y Paz Galárraga.
Hoy de nuevo reina la confusión, el sectarismo, la arrogancia y hasta la estupidez, de quienes estimulan y protagonizan estos debates. Candidatos que bajo el ropaje de la “legitimidad” de origen, de inmediato se quitaron el “pre” para atornillarse como candidatos oficiales e inamovibles. Candidatos que sin haber sido sometidos al más mínimo de los arbitrajes de las encuestas, se consideran que sólo su condición de viejos y expertos militantes revolucionarios, les autoriza ser el escogido para liderar el combate del 23N.
Estas conductas políticas, en quienes gobernaron la cuarta república, se hicieron constantes en la etapa preagónica del viejo sistema de la partidocracia. Los Alfaro Uceros, Lusinchis, Lepages, Calderas, Álvarez Paz y Fernández pueden dar fe, de cómo el transitar cabalgando en sus aparatos electorales y de espalda a los Juan Bimbas, les ocasionó, la insurgencia de un Chávez y el triste ocaso de su régimen.
No hay que devanarse las neuronas para intuir, que peligrosamente andamos por el mismo desfiladero cuarto republicano. Por ejemplo, que se busca con imponer la candidatura del líder Mirandino William Lara, allá en Guarico. Que hace y con el respeto que se merece, el camarada Mario Silva, asediando a los carabobeños con su candidatura, cuando desde Alpargatón hasta Guigue y desde Bejuma hasta Mariara, se sabe que él, nunca ha repartido una hojita en los portones de los trabajadores de la zona industrial, no conoce donde queda barrio Central, ni se ha ido a sancochear en Vigirima o Cacho Mocho.
Del lado de lo que queda de la “Alianza Patriótica”, no deja de ser menos espeluznante el cuadreteo candidatural. A estas alturas del debate, no han presentado un candidato que vaya más allá de sus cuadros fundadores; bien sea el MEP o el PPT, vienen ofertando como futuros candidatos a gobernadores y “lideres” indiscutibles de esas regiones, a sus dirigentes nacionales y Secretarios Generales de sus respectivas organizaciones, emulando con esto, la tan criticada candidatura a la Alcaldía de Maracaibo del ex candidato presidencial Manuel Rosales.
Ahora bien, surgen la preguntas de las sesenta y cuatro mil lochas: ¿será muy difícil conseguir un candidato que no sea estrictamente militante partidista? ¿Y de los más de los cuatro millones de venezolanos que se inscribieron en el PSUV y de las nuevas alianzas estratégica con el sector privado que viene anunciando el presidente, no podrá surgir aunque sea un candidato a Alcalde o Gobernador? ¿de los vínculos que se supone deben tener los factores de la alianza patriótica con la sociedad civil, no existirá un venezolano con la catadura para representar al irredento pueblo chavista? ; ¿De la individualidades revolucionarias y con liderazgo no partidista, que rondan por el país, excluido precisamente por la partidocracia roja rojita, no podremos conseguir un patriota de la confianza del presidente y del pueblo mismo?..
Allí, en ese universo tan inmenso y rico que posee el pueblo venezolano, no habrá un posible candidato que al menos de la apariencia, de que en verdad estamos empujando una revolución democrática, participativa y protagónica y no una caricatura de revolución, sellada con el mismo signo de la partidocracia, ahora roja rojita, al igual que cuando en la cuarta republica, que a veces era blanca blanquita y otras veces era verde verdita.
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