Las opiniones del presidente Chávez en torno al Mariscal Falcón, son absolutamente personales. El presidente tiene derecho a producir una interpretación sobre la actuación de un personaje cualquiera de la historia. Eso es elemental. Se trata de adjuntar procederes del personaje en cuestión y emitir una opinión de valores arrojados por su modo de actuar. Pero el zafarrancho que se armó en Coro ante las opiniones del presidente el 20 de febrero pasado, no tiene justificación ante el hecho per sé. Lo único que se nota en ese escándalo, es la férrea disposición de factores opositores a manipular el sentimiento popular para oponerlo al presidente. Y ya se vieron. Programas de opinión de los sectores falconianos más recalcitrante mente antichavistas buscando la quinta pata al gato en las opiniones presidenciales. Cartas públicas donde se denota más el ataque al presidente que la defensa a las actuaciones del Mariscal Falcón. Insistentes llamados a los entes gubernamentales regionales a pronunciarse en el caso, siendo que eso es absolutamente potestativo en cada caso. Y hasta una propaganda institucional quiso achacarle a este gobierno el estado ruinoso de la casa del Mariscal, como si se hubiera deteriorado hasta ese estado, en sólo diez años. Son cosas que conllevan a pensar que el objetivo no es precisamente la defensa del líder de la Federación. Es Chávez el objetivo de la alharaca. Lo que pasa es que esta oposición, cabeza en tierra, no encuentra en su laberinto de contrariedades como emboscar al presidente. Es el miedo escondido que aflora en una cobardía execrablemente expuesta a la luz de los hechos. Por que la otra es, que el nombre del estado, independientemente del carácter epónimo que se le quiera dar al Mariscal y con el solemne respeto a sus trayectorias federativas, no es la sustancia invalorable que deriva en gentilicio. Porque Falcón es su gente, su medanal, sus calles, su cementerio donde reposan los difuntos mas queridos, sus casas viejas, sus recursos, sus recuerdos. Ahí está el orgullo de haber nacido en este sitio del mundo. Su nombre pudo haber sido cualquier nombre. Pero su lugar geográfico ha sido siempre uno. Lamentablemente la ira antichavista no lo ve así. O mejor, no quiere verlo así. Entonces, en vano empeño, pretende anteponerlo como muralla infranqueable para tapar la pena que le proveen sus torpezas.
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INGENIERO GEÓLOGO