¡Qué tal, camarada! Con el corazón puesto en el proceso y los ojos mosqueando problemas e irregularidades. Aplicando contraloría, pues.
Está situación que voy a plantear la he vivido personalmente en la zona metropolitana norte de Anzoátegui, y según me han expresado amigos y conocidos ocurre en casi todo el país.
Y eso ocurre, sin nada de extrañarnos, debido a que Venezuela está llena de barriadas que implican ordenación en Consejos Comunales como principal impulso para empoderar al pueblo, pero que producto de tanta marginalidad hay el malandro parejo.
Aclaro, la comunidades, hasta las más humildes, están conformadas por gente decente, gente trabajadora. Personas maravillosas, pues.
Pero, como también es muy lógico, florece el desviado social, el desarraigado, el contaminado, el falta de afecto que cobra su arrechera delinquiendo. Actuando contra la sociedad que los ha hecho así.
No lo olviden, camaradas, cada vez que sepas de crímenes en los barrios –donde ocurre la mayoría–, de violaciones, casi siempre debido al problema del consumo y tráfico de drogas prohibidas, y al alcohol por desconocimiento de cómo debe ser su consumo, y cada vez que transmitan imágenes desde las cárceles con montoneras sin uniformes, agitando brazos con trapos hasta en las ventanas, no olviden, insisto, son por nuestra culpa. De los adultos, claro.
Son culpa de la IV república que no supo desarrollar políticas que permitieran humanizar el trabajo y que el crecimiento se hubiese planificado a todo lo ancho del territorio –que hay de sobra– distribuyendo la riqueza. Y asuntos que hemos analizado en otras oportunidades.
Con el liderazgo de Chávez estamos haciéndolo, poco a poco, con muchos esfuerzos, a sabiendas de que lo más relevante es cambiar la manera de pensar capitalista (consumista, por demás), que es lo que mayormente criticamos de los 40 años de la democracia bobalicona pero que, paralelamente a lo que ocurre con el sector eléctrico, nos cae por los 10 años de Revolución bonita.
Bien, aún cuando el presidente Chávez insiste tanto no se ha podido entregar el poder, ni parcialmente, a las comunidades en proceso de organización, aun cuando legalmente estén organizadas.
Falta mayor formación de conciencia social, cívica, moral, ciudadana, etc. Manejo de los recursos con formación de operadores de bancos comunales. Potenciar cooperativas.
Y, sobretodo, porque consideramos que hay falta de voluntad política en gobernadores y alcaldes, y otras autoridades.
Pareciese que no quieren soltar el poder, que es del pueblo.
Pero lo más bravo, o arrecho, que es por lo que me dirijo al eficiente ministro El Aisami, se refiere a que las comunidades, los Consejos Comunales, están supeditados a los malandros.
Es el poder de la voluntad comunitaria contra el poder de la pólvora.
De nada vale llegar a acuerdos en las Salas de Batalla, cuando los que ordenan son lo “guapetones y sus grupos”.
Mi experiencia, que es la de muchos, la voy a reflejar en dos ejemplos fresquecitos:
Me desempeñé como ingeniero inspector de un conjunto habitacional, obra iniciada hace años, y me encontré con la incomodidad de la contratista, ingenieros, maestros y caporales, inclusive de las comunidades, debido a que la exigencia de contratar a miembros de las comunidades donde se desarrolla la obra estaba definida por la inclusión de malandros.
Exigencia de ellos mismos. Los que mandan en las obras, dicen ellos. Y es verdad.
El ritmo de los trabajos los imponen ellos a punta de revólveres. Y, además, no hay ninguna posibilidad de botarlos ya que en las personas decentes prevalece el miedo, y que en las oficinas del ministerio del trabajo es complejísimo procesar una liquidación.
Esto ocurre en empresas de variado género. Puedes tener a un emplead@ que no cumple con sus funciones, que es negligente, que se comporta de manera muy grosera y hasta se burla, y que, además, exige pagos millonarios para aceptar su desincorporación.
Mi segundo caso reciente, fresquecito dije, se refiere a que a las afueras de Barcelona estamos intentando desarrollar una Comuna Socialista y desde el pasado año, con los primeros trabajos, se sintió el peso de los descarriados.
Trabajamos todos bajo presión. O con sobornada protección.
Recientemente, los tipejos opinan que los Consejos están formados por muchas mujeres que están cómodas con sus maridos y ellos, los que todo lo disponen, tienen que estar protegiendo, cobrando sin hacer nada y poniendo a trabajar, aun no siendo necesarios, a sus acólitos de poco rendimiento.
En anteriores semanas los operadores de máquinas, los caporales y maestros manifestaron sus deseos de terminar la etapa que construimos porque se sienten intimidados, aterrorizados, ya que los desadaptados les enseñan las armas –buenas armas– hasta granadas de mano (enterradas) y fusiles.
Una de estas mañanas aparecieron unos policías y luego de las presiones, requisas, etc., se llevaron a unos de los chamos que acampan bajo un hermoso cotoperí.
Los cuentos expresan que los soltaron porque los malandros les dieron Bs.f. 1.400,00 y se bi-ficharon.
A veces los policías en moto dan una vueltica y el jefe-capobarrio les pasa un billete y listo.
Hay varias obras a lento ritmo, por las amenazas.
Hasta que esta semana, en pleno mediodía, se presentó una plomazón de alto calibre, dominio entre bandas, y salieron heridas tres damas atravesadas en las calles. Líneas de fuego, llaman.
Se tuvo que paralizar la obra. Ah estaba yo hablando del problema y me dice un operador de maquinaria: “ingeniero, voltee para que vea al chamo con la bicicleta”
“Déjalo que pase y lo veo” (ni pendejo que iba a voltear a verlo)
Cuál fue la imagen: un chamo como de 17 años, manejando una pequeña bicicleta con una mano y en la otra una hermosa escopeta cañón corto, niquelada, cacha negra.
Le gritó el operador: “¿estás vigilando?”
“En eso ando”, le contestó con el orgullo de a quien le han dado una responsabilidad en el barrio los jefes del verdadero poder.
Lo más interesante, todos se conocen. Los conocen.
Esta paralización del inicio de los trabajos condiciona el desarrollo de más de 3.500 viviendas y todo un gran núcleo endógeno integral.
Ministro El Aisami, ministros, autoridades del PSUV, es más, Presidente Chávez, esta es una realidad nacional que hace cuesta arriba el proceso revolucionario. Métanle la mano, el pecho.
¡Es urgente!
edopasev@hotmail.com