Prueba del temor que suscita el rápido aumento de la presión en la caldera social,
de la lucha de clases que obliga a reformular el “contrato social” o
conduce a la revolución social, es la “petición” que en el momento de
escribir este artículo “16 ricos franceses” – según el diario Le Figaro –
han hecho circular para que se instaure una “contribución excepcional
que afecte a los más favorecidos”.
Multimillonarios como Liliane Bettencourt (cosméticos L’Oreal),
Frédéric Oudéa (banco Société Générale), Christophe de Margerie
(petrolera Total), Jean-Cyril Spinetta (presidente de Air France), entre
otros, dicen querer participar en el “esfuerzo nacional” (el programa
de austeridad del gobierno del presidente Nicolás Sarkozy) para reducir
el déficit presupuestario y poder así mantener el “modelo francés y () un ámbito europeo a los cuales estamos integrados y que deseamos contribuir a preservar”.
¿La contribución que proponen estos ricos? Esta deberá ser “calculada
en las proporciones razonables, con el interés de evitar los efectos
económicos indeseables, como las fugas de capitales o el aumento de la
evasión fiscal”. ¿Y en qué consiste esa contribución? En un impuesto excepcional de uno a dos por ciento.
O sea un rasguñito a las riquezas que esos ricos acumularon
exclusivamente en el 2010, cuando – según la revista Challenges - la
fortuna total de los 500 más grandes patrimonios profesionales franceses
aumentó 25 por ciento () pasando de 194 a 241 mil millones de euros”, o sea un aumento de 47 mil millones de euros en un solo año (2).
Los multimillonarios franceses hacen como que quieren que se
accione la válvula de seguridad para liberar un poquito de la acumulada
presión de la caldera social. Este tipo de simulacro de contribución tributaria por
parte de los multimillonarios, que probablemente será copiada en otros
países, es una burda maniobra fraguada con los gobiernos que quieren
aplicar a fondo los plantes de austeridad para desviar la creciente
furia popular dirigida a esa oligarquía dominante y a los políticos que
ha comprado.
Y ni siquiera tiene, en el caso de los multimillonarios
franceses, la franqueza de la iniciativa de Warren Buffett, el riquísimo
inversor estadounidense que hace meses y sin tapujos reconoció que existe
una guerra de clases, bien entendido, pero es mi clase, la clase de los
ricos, que está librando esa guerra, y la estamos ganando. Al menos
Buffett tuvo también la sinceridad de asumir que frente a las temibles
consecuencias que para el actual sistema representa el despertar de una
conciencia de clase en los pueblos de Estados Unidos y Europa, hay que aplicar impuestos sobre las fortunas.
La presión aumenta en la caldera social…
Esta guerra de clases que los increíblemente ricos
lanzaron contra más del 90 por ciento de la población en “los países
desarrollados que han emprendido el camino hacia el subdesarrollo”, al
decir de varios críticos sociales y economistas, se ha vuelto tema
constante de opiniones y análisis en las revistas, diarios y portales
Internet dedicados a las finanzas y la economía.
En un artículo titulado “Tax the super-rich or riots will rage in 2012”
el analista estadounidense Paul B. Farrel, de marketwatch.com, afirma
que hay que imponer ahora mismo un tributo fiscal a los “súper-ricos”,
antes “que el 99 por ciento (de la población estadounidense) se levante y
comience una nueva revolución, otro colapso, una nueva Gran Depresión”.
Y apoyándose en opiniones y datos de comentaristas, economistas,
inversionistas y medios financieros, Farrel enumera “seis razones por
las cuales no podremos frenar el colapso económico que se viene”: 1) la bomba de tiempo global del alto desempleo ha sido activada; 2) las reducciones de impuestos para los ricos han acrecentado el desempleo de los jóvenes; 3) los ricos siguen enriqueciéndose con la inflación en las materias primas, y los pobres se enfurecen cada vez más; 4) los súper-ricos están cegados por su adicción a la codicia;5) los políticos se han vuelto corruptos por esta adicción de los súper-ricos a la codicia; y 6), porque pronto los revolucionarios se enfurecerán y entonces dominarán el Tercer Mundo estadounidense, es decir el 90 por ciento de la población que vio convertirse en pesadilla el “American Dream”.
Y el sistema sigue echando leña al fuego
No hay creación de empleos y hay mas despidos porque las
economías de los países más ricos de Occidente se encuentran amenazadas
por un estancamiento “a la japonesa”, o sea persistente y prolongado. Y
porque los mercados globales de crédito están preparándose para la
deflación y hasta quizás la depresión, como resume Ambrose
Evans-Pritchard - editor de la sección de negocios internacionales del
diario británico The Telegraph -, al analizar (3) los datos de la
economía real en Estados Unidos y Europa. Otros economistas, entre ellos
Stephen Roach de Morgan Stanley, alertan sobre el peligro de una
recaída en la recesión, mientras destacan los riesgos que representan la
situación de los mercados de obligaciones en la Unión Europea y su
impacto sobre la insolvencia que planea sobre bancos europeos – que en
los últimos días sufrieron fuertes caídas en las plazas bursátiles -, y
el riesgo de una crisis sistémica por el colapso del crédito
interbancario. Pritchard cita a Lars Frisell, del banco sueco Riksbanck,
para quien “no se necesita mucho para que colapse” – como en el 2008 -
el mercado europeo del crédito interbancario, o sea los préstamos que
los bancos contratan entre sí para mantener la liquidez necesaria a las
operaciones cotidianas.
En lo que va del año, según la agencia Bloomberg (4), los bancos
británicos han eliminado unos 50 mil empleos y los de la zona euro
cerca de 20 mil, al tiempo que registraron bajas en los ingresos, con
caídas espectaculares en la capitalización bursátil de algunos de ellos,
y todo esto en un contexto de bajas en las previsiones de crecimiento
económico para la zona euro.
En su columna titulada “La era del desempleo permanente” (The
Toronto Star, 23 de agosto 2011) Heather Mallick escribe que hay una
gran diferencia entre el desempleo relativamente breve y quizás
localizado en una industria, y la cesantía permanente que resulta de las
recesiones, particularmente en esta economía global. Y añade,
comentando el libro Pinched: How the Great Recession Has Narrowed Our Futures and What We Can Do About It,
del estadounidense Don Peck, que estos desempleados permanentes “buscan
trabajos hasta que la desesperación los abate y se rinden” ante la
situación. Los daños que la Gran Recesión del 2008-2009 provocó a la
joven generación nunca serán reparados. El desempleo permanente “mata la
salud, la vida familiar, la estabilidad y la capacidad de las familias
para enviar sus hijos a las universidades”.
Este tema es profundizado por el economista canadiense Jim
Stanford (5), quien analiza el desempleo en Canadá no sólo desde la
perspectiva de la tasa de desempleo, sino de la “participación de la
fuerza laboral”, es decir de la cantidad total de ciudadanos en edad de
trabajar que están empleados o buscando activamente un empleo. Y
demuestra, basándose en los datos de Estadísticas Canadá, que en
noviembre del 2010, cuando las estadísticas indicaban una baja del
desempleo, del 7.9 al 7.6 por ciento por la creación de 15 mil empleos,
la tasa de participación de la fuerza laboral bajó 0.3 por ciento, de
67.2 a 66.9 por ciento, la caída mensual más importante desde noviembre
de 1995. Y apunta que esta baja, indicador del aumento del desempleo
crónico, es un síntoma común de “una debilidad prolongada” en el mercado
laboral, y que tiene enormes implicaciones para los individuos, las
familias y las comunidades, y que esas vidas “serán cambiadas y el
acceso a la economía cerrado por años a venir”.
El profesor Koktin recuerda que en las anteriores décadas del
siglo pasado los jóvenes de la clase trabajadora podían avizorar empleos
en una vibrante economía industrial británica, y más tarde en el
creciente sector público financiado por los ingresos de la City de
Londres – el sector financiero- y el crédito. Hoy día el sector
industrial se encogió hasta ser irreconocible. La crisis financiera
global minó el crédito y la capacidad de los gobierno para financiar el
Estado benefactor. Esto, continúa el autor, disminuyó las perspectivas
de empleos, de oportunidades y de ascenso social para la mayoría del
pueblo. Pero “la fundamental cuestión de clase está no sólo presente en
Gran Bretaña” sino también en Francia, Grecia, Italia, España y
Portugal, y en Estados Unidos, donde el desempleo entre los jóvenes
supera actualmente el 20 por ciento. Una vasta proporción de la
población está confrontada ahora a la “reducción de perspectivas”, que
muchos expertos consideran como la “nueva normalidad”.
Y concluye señalando –como también lo hace Don Peck- que aun
cuando las fuerzas conservadoras en Estados Unidos y Europa rechacen “el
enorme papel de las clases”, una “sociedad moderna no puede funcionar
según el credo individualista de Ayn Rand (6); los sistemas económicos,
para ser creíbles y socialmente sustentables, deben producir resultados
para la vasta mayoría de sus ciudadanos. Si el capitalismo no puede
hacerlo, hay que esperar más focos de violencia y mayores niveles de
enajenación política, no solo en Gran Bretaña sino en la mayor parte de
los países avanzados, incluyendo a Estados Unidos”.
Ha sido el forcejeo constante de las clases trabajadoras para
conquistar mejoras salariales y arrancar concesiones laborales a través
de los sindicatos, incluyendo la seguridad de empleo, las vacaciones
pagas y las jubilaciones, y frenar los retrocesos, sociales y políticos
mediante las más amplias luchas sociales y políticas, lo que permitió
alcanzar las tres o cuatro décadas – de los años 40 a los 70 del siglo
pasado - que han constituido la “edad de oro” del capitalismo
industrial.
Esto fue posible mientras esa forma de capitalismo estuvo en
plena expansión y necesitaba de un ingreso continuo de mano de obra
asalariada, lo que asimismo y mediante los ingresos salariales
alimentaba la expansión del consumo, de la demanda final en Estados
Unidos, Gran Bretaña, Europa Occidental y Japón. Pero ahora, y
parafraseando a Koktin, en muchos países “el sector industrial se ha
encogido hasta ser irreconocible”.
Más allá de las criticas sociales y de los juicios morales, la
presión de la caldera social está destinada a seguir aumentando por
razones bien concretas, que como dijo el economista Nouriel Roubini
hacen imposible que el sistema capitalista actual pueda seguir sacando
“conejos del sombrero”, esas soluciones que creaban empleos y aseguraban
el crecimiento de la demanda final, provenientes de cambios
tecnológicos o energéticos, de los medios de transporte o de acceso o
ampliación de mercados – por la fuerza o el peso de la presión
política-, como sucedió en las recesiones y depresiones económicas que
marcaron los siglos 19 y 20.
En las últimas dos décadas muchas industrias, y con ellas los
empleos, las tecnologías y modos de producción, fueron mudadas o
trasplantadas a países con mano de obra abundante y barata, y para mayor
de males educada y con sed de aprender y superarse, como descubrió muy
tarde el economista Paul Samuelson, uno de los teóricos del “win-win
situation” de la globalización, al referirse al caso de China.
La solución de repatriar esas industrias está fuera de discusión
porque eso no le conviene a las empresas que se benefician de la
explotación de la mano de obra de calidad y barata en Asia –lo cual es
bien visible en el aumento de la tasa de ganancias de las empresas del
S&P 500 (19 por ciento de aumento entre el segundo trimestre del
2001 y el segundo del 2011), debido a que efectúan el 47 por ciento de
sus operaciones y ventas en el extranjero. Pero porque tampoco le
interesa a la nueva oligarquía financiera que esta en posición dominante
y en franca colusión con los gobiernos occidentales, y sin duda porque
los países que han recibido esas industrias y se han convertido en
importantes mercados de consumo no aceptarán una repatriación que
equivalga o lleve a una destructiva guerra comercial y monetaria, y por
qué no, a una guerra a secas.
Por otra parte los apóstoles y críticos de la globalización que
centran su critica en China, por esa transferencia de empleos,
tecnologías y mercados, sin hablar de su política monetaria, deberían
recordar que algo similar pasó, pero en sentido inverso, de Asia hacia
Europa, hace unos cientos de años, cuando los viajes de comerciantes y
exploradores, los viajeros de la “ruta de la seda”, transfirieron más
que especias y tejidos, y vinieron con conocimientos y técnicas que
generaron industrias, empleos, comercio y guerras coloniales más
eficientes, si tomamos el ejemplo de la pólvora, que también vino de una
China que en aquellos entonces no era sinónimo de país atrasado, sino
mas bien lo contrario.
Lo único que le queda al sistema, y para ello está bien
preparado, es seguir tratando de apropiarse y controlar los energéticos,
el petróleo y gas natural - sin los cuales una economía moderna deja de
funcionar-, y los demás recursos naturales, como los minerales, el agua
y las tierras agrícolas. Es decir, un retorno al colonialismo ¿Tendrá
algo que ver con esto la exportación por Francia, Gran Bretaña, Estados
Unidos y otros socios de la OTAN del “cambio de régimen-llave-en-mano” a
Libia?
La Vérdiere, Francia
1.- Joel Koktin es autor de varios libros, presidente de Chapman
University en California y colaborador de Forbes, donde publica el
artículo titulado “Los disturbios en el Reino Unido y la guerra global
de clases que se avecina”: http://www.forbes.com/sites/joelkotkin/2011/08/15/u-k-riots-global-class-war/
2.- Ver “Seize
riches Français signent un appel pour plus d’impôts” (Le Figaro del 24
de agosto). La referencia de Challenges en :
3.- Bond markets signal 'Japanese' slump for US and
Europe;
http://www.telegraph.co.uk/finance/comment/ambroseevans_pritchard/8710022/Bond-markets-signal-Japanese-slump-for-US-and-Europe.html
6.- Escritora estadounidense de origen ruso, de gran influencia
en la creación del individualismo antisocial en ese país. El escritor
Gore Vidal definió lo esencial del pensamiento individualista de Ayn
Rand de la siguiente manera: «Rand siente una gran afinidad por las
personas simples que se hayan así mismas perdidas en una sociedad
organizada. Son personas renuentes a pagar impuestos, que no soportan al
Estado y sus leyes y que sienten remordimientos frente al dolor ajeno
pero buscan endurecer sus corazones. A estas personas ella les ofrece
una solución muy atractiva: el altruismo es el origen de todos los
males, el interés individual es el único bien. Si alguien es estúpido o
incompetente, ese es su problema». Ver Wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Ayn_Rand
- Alberto Rabilotta es periodista argentino.
http://alainet.org/active/48898
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La solidaridad de los ricos - Sanz Víctor J. [2011-08-25]