Históricamente ha existido infinidad de golpes de estado, en procura únicamente del poder político, que conlleva al resto de los poderes de una nación, donde no importa el nivel de preparación de sus dirigentes, porque hasta un burro enzapatado siendo presidente tiene a los más ilustres a sus pies, muy pocos son los que por dignidad se alejan y prefieren no compartir las mieles del poder. La mayoría, por no decir todos dicen “Yo estoy aquí por ayudarlos a ustedes porque lo que me gano como sueldo no vale la pena tantos trasnochos y vicisitudes”. Los que manifiestan eso tratan de engañarse a sí mismos porque todos saben que lo que interesa es las prebendas del cargo y la cuerda de jala mecates que tendrán atrás ofreciéndoles villas y castillos por tan solo un “contratico”.
La era moderna nos ha hecho distinguir varias formas de golpes de estado: el golpe estado constitucional, cuando la toma del poder es ejecutada por elementos internos del propio gobierno, incluso de la misma cúspide gubernamental; el golpe militar o pronunciamiento militar, cuando la toma del poder es realizada por miembros de las fuerzas armadas. El pretorianismo es la influencia excesiva del poder militar en el gobierno civil, que en muchos de los casos lo llevan a cabo mediante los golpes de Estado o pronunciamientos. Pero los golpes modernos se denominan “golpe de mercado”, para referirse a los cambios institucionales producidos por presiones de grupos económicos, utilizando mecanismos de desestabilización y caos en la economía; ¡cualquier parecido con nuestro entorno es pura coincidencia!.
Podemos señalar algunos golpes de estado o intentos de tales en el siglo XXI: En el año 2.000: Golpe cívico-militar en Ecuador liderado por indígenas y oficiales, entre ellos el Coronel Lucio Gutiérrez contra Jamid Mahuad; 2002: Fallido golpe de Estado en Venezuela por militares que respaldaron a Pedro Carmona Estanga; 2005: Fallido golpe de Estado en Perú, de Antauro Humala en contra de Alejandro Toledo Manrique.
Recientemente por decirlo de alguna forma en el 2009: Golpe de Estado en Honduras contra Manuel Zelaya, quien todavía anda deambulando diciendo que es el presidente, pero todos parecen haberse olvidado de ello. Se realizaron nuevas elecciones y listo, “muerto el perro, se acabó la rabia”.
El último caso en nuestro continente, que trae sus secuelas es el de Paraguay, porque en septiembre del 2008 hubo una intentona, donde el presidente Fernando Lugo, a sólo 18 días de asumir el poder, denuncia públicamente la conjura orquestada por el ex mandatario Nicanor León Duarte y el general retirado Lino Oviedo. Esta fue la primera señal o advertencia de lo que le esperaba a Fernando Lugo, cuando la pasada semana fue “derrocado constitucionalmente”. Yo iría mas allá, el caso Paraguayo está enmarcado dentro de lo que hemos denominado “golpe de mercado”, donde los burócratas de su gobierno y la oligarquía opositora con el apoyo internacional, como se orquestan estos golpes, le quitaron la silla a Lugo; quien por cierto me dejó un gran sin sabor e indignación porque en mi criterio se comportó como un cobarde y tal caperucita firmó la renuncia; y ahora dice que lo derrocaron. Repudio tal situación en Paraguay, pero con esa aptitud al señor Fernando Lugo le queda grande el cargo de Presidente.
Todos los mandatarios de este continente deben estar mosca porque esto no para allí, se seguirán orquestando “golpes de mercado”, donde muchos que públicamente los rechazan son los propiciadores de ello, por supuesto comandados por el gobierno norteamericano que nunca tiene culpa de nada.