Vargas Llosa en Cedice

El viejo ponzoñoso, atisbador y turulato y pulcro de Vargas Llosa como
defensor del neoliberalismo al máximo, llegó a Venezuela, invitado por
Cedice a bañarlos de ungüentos pirotécnicos bien politiqueros, en su
afán de astroso de derecha sin piedad gordiano que, vino a convencer y
movilizar conciencias opositoras, para repotenciarlas que lo colmen de
antagonismo como Premio Nobel de Literatura que todavía conserva a
través de sus pasos de tarifado dolarizado que, donde acampa llueven
lágrimas de cocodrilo y, el auditorio que lo anida se encoge de
tristeza al no verter en público nada nuevo que lo fecunde como un
prólogo que le dé consuelo a los gendarmes del capitalismo insidioso
del país.


Este cleptómano de las letras de vieja data, se infla cuando
usufructúa vaguedades y destila odio antirrevolucionario que comprime
malas ilusiones y trastoca escenarios oligárquicos que pagan bien por
su presencia como una joya en exhibición que desprende deseos
solamente y, él como activista político fracasado quedó, de modelo
abismal que no encaja en pleno S-XXI.


A su llegada al país con cara de salmo entre comillas, cuyas
intenciones pestilentes, era incendiarlo de estridentes frases
insepultas contra el Gobierno Nacional y su régimen dictatorial como
él precisa bajo su tutela y, se hizo acompañar de una niñera que, lo
guía y le cuida cada paso en su peregrino andar como las niñas de sus
ojos que lo delatan de maduro en años, experimentado en el arte de
inventar y mentir con una flatulencia antagónica que con beneplácito
licitario suelta frases que, cuando no chamuscan, ofenden nuestro
patrimonio bolivariano que él repulsa a su esmero y rencor.


Vino a Caracas tras los pasos de, María Corina, de la que come de la
mano con un apetito fugaz que no deja de convidarlo a la mesa de su
intención que le brinde el apoye de entretener a los burgueses de su
condición que se cobijan en Cedice con la misma frazada como retórica
cómplice y, en su atención se prestó en tiempos de guarimbas con un
marco de perfección le escogieron un encuentro, cuyo título deja mucho
que desear: “América Latina: la libertad es el futuro”, que bien fácil
se acomoda a lo que ellos persiguen, una libertad a sus desmanes
capitalistas sin que el Estado pueda ejercer sus facultades de
vigilancia dentro del ejercicio democrático de defensa y soberanía
económica y, Vargas Llosa es el ecléctico que más se adapta a su
modelo, aunque como político es un desastre que no deja de soñar con
Fujimori que lo puso de bruces cuando intentó ser presidente del Perú
y, como perdedor sólo le quedó como afrenta bastarda cambiarse de
nacionalidad.


Vargas Llosa como político es un personaje siniestro que se dedica en
algunos países del Sur, bien contados, a tratar de minar con su
ofensiva de pensador aclamado, perjudicar con ponencias bien
articuladas en su contenido, salpicadas más de mentiras que verdades
que, contrasten con el sentimiento nacional del país visitado,
anteponiendo a su juicio condiciones que brillen y acaparen el aplauso
inmediato que le dé a la derecha la candidez de comerse el poder a su
manera y, acá en Venezuela goza de mucha confianza entre los
escuálidos de oligarquía que año tras año, lo traen como un incentivo
de sus políticas bien definidas en el teatro de la derecha
internacional.


En su corta permanencia en el país debió de sufrir en su miserableza
humana por ver lo contrario de lo que no esperaba ver, un pueblo
trabajando y luchando por su convivencia en aras de la paz interna que
junte convicciones, aunque sean diversas y, cada quien en lo suyo por
el bien común y, un Estado dirigido por un presidente obrero,
esforzado como alumno de la ofensiva chavista que lucha por unir
esfuerzos de vivir más y mejor que no depende ni mantiene vínculos con
la oligarquía que no sea de cooperación y enlace económico por
aumentar y fortalecer la producción de bienes de beneficio social y,
que no recibe órdenes del imperio y que procura en mantener el ritmo
de sus acciones dentro del socialismo que le faculta el Plan de la
Patria y, eso a, Vargas Llosa, debe preocuparle que un pueblo que cada
día es más sabio y difícil de engañar con espejitos europeos se
fortalezca en grado sumo y no se deje atrapar por los detractores que
como él abundan en el mundo del capitalismo.


Vargas Llosa, llegó sin un libro en sus manos y como vino se va con
las manos vacías y, seguirá sin entender que Venezuela cambió y, los
suyos, los que él defiende no volverán más al poder y, como mal
agorero: habló, sonrió, defecó, peroratas dejó en su tertulio bien
recompensado, pero, no convenció.



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Esteban Rojas


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