Régimen es palabra que entraña constricción. Los españoles la utilizan como sinónimo de dieta, y a nadie le gusta estar a dieta. Cuando estamos a dieta la palabra «no» o «menos» es la que más aparece. «Régimen» en política es lo que en economía se denomina «paquete de medidas». Un «paquete» en el habla popular es una molestia y, si afecta a nuestra vida económica, mucho más. Un gobierno democrático y popular pasa a ser un «régimen que aplica medidas» desde el momento en que así es nombrado en los medios de comunicación. Se pasa de «bueno» a «malo» porque así lo han querido los medios que representan, a su vez, a las fuerzas ocultas que gobiernan que nadie elige.
A la palabra «régimen» se opone la palabra «gobierno» como antónima; así hay gobiernos en el Estado español, en Francia, en Estados Unidos, en Italia… y regímenes en Cuba, Irán, Bolivia o Venezuela.
El gobierno de Mariano Rajoy quiere aprobar una ley por la cual su partido, el Partido Popular (PP), sea el que gobierne en la mayor parte de las ciudades españolas. El PP asegura que su partido es el más votado, olvidando que las mayorías son las del 51% de los votos y no las que ellos digan.
Esta arbitrariedad, una más, viene a unirse a que en el Estado español no hay separación de poderes, pues son los diputados los que eligen al poder ejecutivo y al judicial. Pero la elección de diputados también está sujeta a la arbitraria Ley D’Hont, que castiga a los partidos que no están en la «rosca» del bipartidismo y hace que UPyD necesite 228.000 votos por diputado, Izquierda Unida 153.000, PSOE 63.000 y el PP sólo 58.000.
Es tal vez algo propio de tiempos felizmente pasados el definir al «otro» según nos convenga. Conquistadores españoles llamaban y rebautizaban a su antojo a hombres, cosas y sitios en América. Otro tanto hicieron los alemanes durante la primera mitad del siglo XX.
¿Es más «régimen» el venezolano que el español?