Miércoles, 23 de febrero de 2022. ¿Quién quiere la guerra?

Las cosas entre Ucrania, la OTAN, la Unión Europea y los EEUU por un lado y la Federación Rusa y sus aliados por el otro está caliente, tensa y a punto de producirse un enfrentamiento armado directo entre ambos bandos, ya se han presentado algunas escaramusas que pueden transformarse en un desastre sin precedentes para todos nosotros, para la humanidad entera, en este inicio de la tercera década de este nuevo siglo.

El humano lo ha hecho antes y parece que no aprende.

No aprendemos.

La guerra ha sido una constante a través de nuestra historia.

Por la tierra, por las mejores tierras, las que poseen los mejores pastos, por el agua, por las mujeres, por los recursos que deseamos y que otros poseen, por la ideología, por el enfrentamiento de concepciones opuestas sobre la vida, la muerte y sobre el cómo debemos usar, administrar lo que el planeta, el territorio que ocupamos en un momento dado nos ofrece, por el poder, por lo que sea, siempre hemos estado en guerra, siempre.

Y no aprendemos, parece que no aprendemos y que no aprendiéramos, algunos opinan que sí, que estamos aprendiendo, tienen esa ilusión, pero lamento decirles que no es así.

Lo que hacemos y hemos hecho a través de la historia de este planeta que ocupamos es prepararnos para el combate, para atacar o para defendernos, esa ha sido nuestra constante, esa y no otra.

¿Quién quiere la guerra?, usted, su vecino, los ciudadananos rusos, ucranianos, europeos, latinoamericanos, norteamericanos, asiáticos, africanos o chinos o de cualquier parte del mundo que trabajan o quieren trabajar para sostener a sus familias y ver crecer a sus hijos, ampararlos y protegerlos como usted, como yo y como la mayoría.

¿Quién de nosotros quiere la guerra?

Es muy interesante observar como la mayoría no se impone y como a pesar de que esa mayoría no está de acuerdo con hacer la guerra, esta subsiste y es una constante en nuestras vidas.

Y permítanme decirles, la guerra nos ha acompañado por muchísimo tiempo, siempre ha estado ahí, con nosotros, compañera constante de la travesía del ser humano a través de su propia historia.

Ha veces pienso que es parte de nuestra naturaleza, de lo que somos, la llevamos adherida a nuestro ADN, siempre ha estado presente en nuestras vidas.

Y de alguna forma ha contribuido al avance tecnológico que hoy poseemos, en muchos sentidos, pero sobre todo en la especialización que hemos logrado para destruirnos de forma sistemática y científica.

Autodestrucción de última generación.

Ha creado este fenómeno histórico a un sector de la humanidad especializado en su desarrollo, manejo y evolución, los podríamos llamar los guerreristas, los especialistas en el arte de la guerra, si así se le puede llamar, los que las diseñan, promueven y lanzan al mundo a un combate que parece que nunca se va a acabar, que parece no tener fin, los que de ella se benefician y llenan sus arcas con fortunas que nunca podrían gastar en varias vidas.

La guerra como fenómeno histórico va más allá que la voluntad de la mayoría de los seres humanos que hemos habitado en este planeta azul.

Ha sido impuesta a todos nosotros por una minoría silente que maneja sus hilos invisibles.

Entonces, usted se preguntará: ¿es que acaso no tenemos oportunidad de superar situaciones como la presente donde el desarrollo del poder armamentístico ha alcanzado niveles sin precedentes y pone en peligro la vida del ser humano en todo el planeta?

Eso es algo que usted se pregunta y que todos nos preguntamos y para lo que, lamentablemente, en este caso, no tengo respuesta.

Deseos si tengo, deseo que una luz de razón ilumine a las partes en conflicto, que midan detenidamente y sabiamente hacia a donde nos pueden conducir sus decisiones y que la sangre no llegue al rio.

Tengo mis dudas y mis temores.

Y no paro de preguntarme:

¿Quién quiere la guerra?