- Hay ser bien tonto o malvado para no entender lo que dijo el presidente Petro sobre lo que se nos avecina: "Se viene una crisis económica, indudablemente. Estados Unidos, prácticamente, está arruinando las economías del mundo… se está vaciando la economía de las naciones latinoamericanas, se está saqueando Latinoamérica, nuestras monedas caen todas, no solo el peso colombiano".
- Petro ya sabe que EE UU le está preparando una guerra económica para desestabilizarlo y tratar de sacarlo del poder. A Estados Unidos nunca le ha importado que con sus planes desestabilizadores se provoque mortandades, guerras civiles o cruentas desgracias sociales. Todo eso le resbala a los gringos. Hoy sábado hubo marchas contra Petro en varias ciudades de Colombia. Han salido los pijos y los sifrinos a la calle a pedir la renuncia del presidente. El panorama se va perfilando peligroso, lo que revela que en Occidente la democracia no funciona porque EE UU hace con ellas lo que le da la gana. El día que decide sancionarlas y bloquearlas, hasta allí…
- Los bancos centrales de todos los países latinoamericanos han estado durante más de un siglo atados a leyes que imponen las transnacionales. Vivimos igualmente sujetos a tribunales internacionales que deciden sobre nuestros negocios, sobre la manera como se deben regular la venta de nuestros productos y qué debemos tener y comprar para mantenernos como "países en desarrollo".
- Así como el Departamento de Estado Norteamericano desde mediados del siglo XIX, comenzó a imponer en el continente hispanoamericano los gobiernos a su gusto y parecer, igualmente las economías de nuestros países han tenido que ajustarse a regímenes de tipo colonial: prácticamente nada podemos decidir por nosotros mismos. Y Petro está ya alertando lo que están haciendo con el peso colombiano desde EE UU.
- Al finalizar la guerra de independencia nuestras economías quedaron diezmadas, y a merced de las mesnadas de generales que habían estado en los distintos campos de batalla. Veamos el caso venezolano: a partir de 1870, las influencias del filósofo Jeremías Bentham comenzaron a hacer estragos, y el general Antonio Guzmán Blanco (el del liberalismo amarillo) se obsesionó por hacer de Venezuela un país como Francia; convertir a Caracas en un Versalles: con avenidas, con trenes y mansiones oficiales como las que adornaban a las más poderosas ciudades europeas. A partir de entonces se recrudeció la locura por copiar todo lo ajeno y lo más contrapuesto a nuestra cultura, y dejar en manos de usureros la administración de nuestras rentas y recursos. Todos los ministros de Hacienda, desde la época del Libertador, fueron en nuestro país, grandes traidores a la patria, el primero de todos, el marqués Casa León.
- Se hizo una necesidad que fuesen los grandes cacaos quienes asumiesen la administración de la Hacienda Pública, y éstos eran simples correajes entre la banca internacional y nuestros gobiernos (a los que dictaban a machaca martillo el rumbo de nuestras economías). Fue así como el General Manuel Antonio Matos, por su enorme fortuna, se convirtió en el ministro de Hacienda ad aeternam, de casi todos los gobiernos a partir de 1870, empezando por el de Guzmán Blanco – siguiendo con el de Linares Alcántara, Crespo, Rojas Paúl, Andueza Palacios- hasta el de Andrade. Por eso, cuando Cipriano Castro toma el poder, Matos se auto-nombra ministro de Hacienda y, pues, recibe esta cartera de la manera más natural. De inmediato Matos le pide a Castro que declare el país en bancarrota: la mejor manera, según sus reglas, para adquirir préstamos en el exterior. Porque Matos es el que posee las relaciones con la banca y con los oligarcas criollos, y las artes para convencer prestamistas en Estados Unidos y Europa y (y en plan civilizador) llenarnos de indigestas máquinas y desquiciantes formas de "progreso". Castro trata de romper este horrible maleficio y mete en la Rotunda a Matos, y éste, con arteras triquiñuelas sale de cárcel y se va al Norte, e inmediatamente recibe ayuda de Estados Unidos para organizar una invasión a Venezuela. Es la primera gran guerra económica para imponernos las normas del comercio que el imperio euro-americano ha decidido para nosotros. Esto después lo disfrazarán con algo que ahora se llama Fondo Monetario Internacional.
- Derrotado Matos, todas las compañías gringas y europeas se unen para declararnos un bloqueo económico mundial, y cuando Juan Vicente Gómez traicione a Castro, Matos volverá a imponer las reglas del juego económico exigidas por Europa y EE UU. Es cuando se inicia el pavoroso saqueo de nuestros recursos petroleros. En la época de Eleazar Contreras, se le entrega la dirección de nuestra Hacienda al sesudo Alberto Adriani que venía de ser un servil funcionario del gomecismo. Adriani nombró a Rómulo Betancourt jefe de servicio de su despacho. A partir de entonces Betancourt trabaja bajo la dirección de los gringos, y lava su cara de comunista ante el propio Departamento de Estado y ante todos los grandes jeques del comercio internacional. La filosofía tanto de Adriani como la del mismo Betancourt (y Rómulo Gallegos) era colocarnos a la altura de la civilización occidental: "metiendo a las hordas bullangueras y a las montoneras en los cultos moldes europeos, por medio de una dirección superior inteligente".
- En 1940, llegó a Venezuela la Misión Técnica Económica (presidida por el señor Manuel A. Fox), la cual presenta un informe al ministro de Hacienda, Francisco J. Parra, sobre los problemas fiscales, económicos y financieros de la nación. El prólogo crítico de este documento lo escribe Rómulo Betancourt. Este Informe (Fox) es un estudio socioeconómico de las necesidades de nuestro país, para ir promoviendo un golpe de Estado, y enrumbarnos hacia un tutelaje estrictamente gringo, bajo la dirección de una nueva elite de esclarecidos tecnócratas. En el Informe se exige que Venezuela se abra al vibrante mercado mundial, y las recomendaciones más determinantes son las que provienen de la Standard Oil Company. Especifica el Informe Fox: «Un país cuyo bienestar depende de un solo producto, se encuentra muy a menudo en una posición de inseguridad económica; una situación que podría remediarse mediante una diversificación de la industria y de la agricultura». Y añade: "Venezuela está amenazada de una catástrofe económica por estar ligado su destino a una sola fuente de riqueza, perecedera, que se agota [...] y que está bajo control extranjero". Lo más patético es que quien hasta hace poco era tildado de comunista (Betancourt), sea ahora quien afirme que los norteamericanos «han demostrado su decidido amor por el pueblo venezolano».
- En la nueva estrategia económica que se perfila, Betancourt ha sido escogido para reorientar el país frente al "amenazante peligro comunista". Lo insólito fue que la política impulsada por los adecos durante más de 40 años habría de mantener una economía estrictamente sustentada sobre el negocio petrolero, y que sería la base de la ruina y abandono del campo, de la industrialización y del mismo trabajo productivo. Resaltaba Betancourt para este Informe Fox, que naufragábamos en una burocracia hipertrofiada. Lamenta la migración de hacendados para enchufarse en la administración pública y viviendo como parásitos del erario.
- Hipócritamente ataca Betancourt con furia que el Estado estuviese guardando dinero cuando el país se encontraba crucificado por la miseria más horrible. El Informe Fox sostenía que éramos flojos porque comíamos mal. Y, basado en otra generalización, Betancourt aprovecha para argumentar que ya estamos ocupando el tercer lugar en producción de café en el continente americano; que en cuanto al maíz, nos situamos en el séptimo, y que en el caso del cacao sólo nos supera Brasil.
- Estas circunstancias se produjeron precisamente porque no se atendía lo primordial: el aspecto humano. Se creyó que mejorando la economía todo se arreglaría, y llegaron millones de dólares, suficientes como para hacer maravillas; pero no obstante, todo empeoró, porque era una economía rentista, en la que apenas el 0,0001% capital se invertía con el fin de crear una industria (im)propia. En nombre de ese Informe, se pedía que no se gravara con tarifas escandalosamente altas a la mercancía extranjera, en una clara defensa de lo que se manufacturaba fuera y en contra del desarrollo nacional. Se estaban echando las bases para esa política colonialista que se sustentaba en que era mucho mejor y más económico comprar las cosas hechas afuera, que hacerlas nosotros mismos.
- Clamaba Betancourt contra una «arquitectura rentista erigida sobre la movediza arena de una industria minera, que por su propia naturaleza estaba condenada a desaparecer [...]». Y se ven las primeras amenazas del golpe del 18 de octubre, cuando advierte que si no se realiza una reforma tributaria (que satisfaga a las empresas extranjeras), «en Venezuela bien podría surgir una insurrección popular». Betancourt le enrostra a Medina Angarita que esté cometiendo «delitos de lesa patria por permitir que en Venezuela se perpetúe un sistema tributario que la identifique más con una factoría de la Polinesia, que con un Estado civilizado y moderno».
- Recomendaba el Informe Fox las reducciones arancelarias para que aumenten las importaciones, y de este modo el gobierno tenga suficientes ingresos para compensar una parte sustancial de sus gastos. Pugna porque se introduzcan métodos modernos y se impulse una utilización más intensa de maquinarias y equipos (también modernos), para que así la industria agrícola vea aumentada su producción.
- Las compañías norteamericanas estaban deseosas de encontrar compradores de estas máquinas; al adquirirlas nosotros, quedábamos supeditados eternamente a que ellos nos supliesen regularmente de piezas, repuestos y componentes de todo tipo. He aquí el primer gran paso hacia la ruina, al que nos empujaron Betancourt y Rómilo Gallegos en sus deseos para que nos ungiéramos al sublime carro del progreso capitalista. Una vez inundado nuestros campos de chatarras, no nos quedó otra cosa que seguir trayendo más chatarra. Chatarra tras chatarra. Los empresarios norteamericanos siempre se estaban asegurando que nosotros no fuésemos capaces de conseguir nuestra independencia tecnológica. Para ello forjaron el truco de traernos equipos y aparatos altamente refinados para nuestro desarrollo para que la dependencia a sus mercados fuese total. Ese fue el gran paso hacia el desarrollo al que nos lanzaron Betancourt y sus asesores, que nos llevó a un abismo del cual nunca más saldríamos.
- Se quejaba además este Informe de que la competencia extranjera estaba excluida en virtud de tarifas prohibitivas. Sostenía que los artículos que se vendían en Caracas eran el doble o el triple de lo que valían en Washington; que la ropa también era más cara que en el norte; igual en lo relativo a servicios de hotel, comidas en restaurantes, alquileres de casas, servicios médicos. Pero que además ahora no sólo eran más caros que en cualquier otra parte del mundo, sino que nada resolvían.
- El Informe Fox se quejaba de que existiesen procedimientos administrativos como la expropiación de propiedades particulares, que pudieran desalentar la iniciativa privada y la inversión extranjera. Arremete el Informe contra el gobierno (de Isaías Medina Angarita) porque ha prohibido la importación de conservas de tomates enlatados. Téngase en cuenta que este Informe sostiene que una de las razones principales por las cuales nuestra población es desganada y trabaja mal es porque no come bien; y aun así querían que importáramos esa porquería de los enlatados, que no es comida siquiera para cerdos o perros.
- El Informe exigía que los impuestos para importar cigarrillos fuesen rebajados, lo cual se consiguió posteriormente, y en tal sentido es tajante al considerar que debe rebajarse de 20 a 10 bolívares por kilogramos bruto el Impuesto de Renta Nacional sobre cigarrillos importados. También propone que debe suprimirse el monopolio del gobierno sobre los fósforos y reemplazar las rentas derivadas de éste por derechos arancelarios moderados. Considera el Informe Fox, que las tasas provenientes del petróleo «han aumentado considerablemente», y ponen por ejemplo la Ley de Hidrocarburos y demás Minerales Combustibles de junio de 1922, que fijó un impuesto de 10 céntimos de bolívar por cada hectárea que se explote. Este impuesto se paga una vez solamente al extenderse la concesión para la exploración. Pero el componente más importante de las rentas sobre el petróleo está representado por el Impuesto de Explotación. La Ley de 1922 fija esa participación en 10% sobre el valor comercial del petróleo producido en el puerto venezolano de exportación, con un pago mínimo de 2 bolívares sobre cada tonelada métrica. Y si ésta era la base de donde Venezuela obtenía la mayor parte del dinero del presupuesto nacional, calcúlese entonces lo que debía extraerse.
- El Informe Fox debió haber tomado datos y consejos del doctor Arturo Hidalgo, para quien el petróleo no nos hacía falta y que nada malo tenía si los gringos se lo llevaban casi gratis. «Hasta un favor nos hacían». A partir de 1945, para alcanzar ese progreso que se proponía en el Informe Fox, el país comenzó a llenarse de chatarra de tercera o cuarta mano; comenzó a crecer el endeudamiento y se despilfarró desenfrenadamente en cuantos proyectos faraónicos y extraños a nosotros concebían nuestros sesudos tecnócratas.
- Esta distorsión económica provocó a partir de 1948 la proliferación de las mafias importadoras, de los grandes contrabandistas y los oligopolios. Se hicieron éstas hasta lucrativas actividades públicas respaldadas por todos los gobiernos a partir de 1945. La Ley de Inquilinato, la de los Impuestos Rurales, las actividades de las Juntas Reguladoras de Precios y los Impuestos Especiales, todas impulsadas desde el gobierno, provocaron un desajuste moral en toda la población y permitió la actividad desmedida de estafadores y corruptos. El gobierno no podía castigar a nadie porque él era el primer delincuente era el propio Presidente de la República, y esto se extendió así hasta 1998.
- Fue entonces cuando se gestó ese clima de ofensas, de irrespeto y desprecio por todo lo que tenía que ver con la administración pública, al tiempo que se valoraba como insuperable y admirable el funcionamiento de las firmas privadas. Con las ideas de Betancourt, Gallegos y Raúl Leoni comenzamos a comer carnes de Nicaragua o Argentina; azúcar, maíz y caraotas de Cuba, Santo Domingo o Puerto Rico y huevos norteamericanos; a beber leche de Oklahoma o de Texas y a traer aceites de España; a leer periódicos impresos en papel sueco o ruso y la gente a trajearse con telas de Brasil o Estados Unidos. Se estaban aplicando las fabulosas recomendaciones del Informe Fox que durarían durante toda la etapa del Puntofijismo. Betancourt y Gallegos enviaban este clamor a EE UU: «Señor Truman: Usted tiene que alimentarnos y vestirnos» Este par de Rómulos había sido en verdad amamantado por la señora loba del norte, y quedamos indigestados para siempre. Por eso la clarividente frase del Libertador: «La influencia de la civilización indigesta a nuestro pueblo, de modo que lo que debe nutrirnos nos arruina».
- Resultó inconcebible que cuando teníamos 1.500 millones de bolívares anuales de ingresos, sin ninguna necesidad el gobierno adeco de 1948, solicitó un empréstito de 50 millones de bolívares y además se trajo al señor Rockefeller con sus grandes mercados, para que se nos esquilmara mejor. Fue así como los norteamericanos se hicieron dueños, de manera exclusiva y a perpetuidad, de la clientela de la población de Venezuela, a tal punto, que por ejemplo, para 1940, la familia Rockefeller era dueña del 95% de la producción petrolera, de numerosas propiedades rurales y mansiones en Caracas. Por otro lado, los gerentes del grupo Shell y de la Creole Petroleum Corporation creyeron también oportuno emitir opiniones sobre asuntos que sólo a nosotros nos correspondía. El gerente de la Shell expresó que el gobierno de Acción Democrática superaba en democracia al inglés, y el de la Creole no tuvo escrúpulos para decir que confiaba en la inmutabilidad de ese régimen, con lo cual daba a entender que era serio, honesto, conciliador y comprensivo, o que contaba con el apoyo material de los Estados Unidos o de su empresa.
- La guerra entre Medina Angarita y Betancourt también fue económica: el grandísimo pecado capital de Medina, que no se lo perdonará ni la oligarquía criolla ni el Departamento de Estado norteamericano, fue permitir que los comunistas puedan exponer libremente sus ideas, y que incluso colaboraran con el gobierno. Cómo podía aceptar Betancourt esa consigna de los comunistas: ¡Con Medina contra la reacción! Insidiosamente, a partir de entonces, las compañías petroleras pagarán remitidos, artículos de prensa e información en los que se afirmará que el gobierno cuenta con todo el apoyo de los comunistas. Todos estos materiales se remiten luego a la embajada gringa, y de aquí pasan al Departamento de Estado. Todas estas alarmas se iban a disparar al infinito, cuando Medina planteó la revisión de la política petrolera que las compañías querían más bien que las hiciera Betancourt. Considerando que Medina estaba siendo asesorado por los comunistas, el Departamento de Estado vio en esta revisión el fantasma de la expropiación.
- Dice Juan Bautista Fuenmayor: «Los temores abrigados por el imperialismo se basaban en los cambios introducidos por Medina en la política venezolana, particularmente los relativos al permiso dado a los comunistas de poder actuar, aunque fuese bajo disfraces de apariencia democrático-burguesa, destinados a eludir la aplicación de la Ley de Orden Público. Dado el carácter castrense del presidente y la influencia que ejercían los comunistas en el seno del pueblo, Mr. Arthur Proudfit (presidente de la Creole) temía que pudiera producirse una expropiación inmediata de las empresas petroleras, sin contemplaciones. Cuando él dijo: ¡No creo que el gobierno esté interesado en la expropiación total, al menos por ahora!, estuvo expresando los temores de una posible expropiación en un plazo no muy largo, tan pronto como la fuerza política de Medina y los comunistas lo permitiera. Este punto debe ser muy recalcado, porque él sirve, en parte, de explicación del golpe contra Medina para sustituirlo por un amigo del Nelson Rockefeller: Rómulo Betancourt170». Esto era tremendamente preocupante, porque el 85% de los requerimientos petroleros de Inglaterra, por ejemplo, los tomaba de Venezuela. Ante las posibles acciones nacionalistas de Medina, la Standard Oil Co., declaró, que era de tal importancia para la defensa de las democracias el petróleo venezolano, que Estados Unidos estaba dispuesto a tomar cualquier medida, incluso la de enviar a nuestras costas barcos de guerra.