¿Qué hacer?

Códigos del 2D

Este año comienza bajo un signo político que hay que evaluar con especial atención. El proceso comicial que concluyó el pasado 2 de diciembre confirmó la voluntad democrática y pacífica del venezolano. En él funcionaron instituciones, liderazgos, y, sobre todo, la ciudadanía. El voto derrotó el pesimismo y el aventurerismo.

Se impuso la madurez de un pueblo que repudia cualquier forma de violencia. El resultado de esa prueba, que en otras circunstancias o lugar del mundo habría desatado reacciones incontrolables y enfrentamientos fratricidas, fue aceptado con talante democrático. Chávez, que venía de ganar holgadamente un año antes la reelección, perdió con su propuesta de reforma constitucional, y la oposición, sistemáticamente perdedora, se impuso. Pero lo más importante es que el veredicto popular fue aceptado.

¿Conclusión? Que por más difícil que sea la situación en el 2008, se impondrá la voluntad de los venezolanos de resolver sus diferencias en el marco de la ley. Ésta, por sí sola, es una conquista invalorable.


¿Cómo entender lo sucedido?
Quién mejor asimiló el fallo del 2D fue Chávez.

De inmediato lo reconoció sin reticencia y, días después, puso en la calle líneas políticas y económicas claras. La oposición, que no esperaba el resultado favorable, se quedó paralizada; anclada en el mismo discurso previo al acto electoral.

Las cifras obligaban a revisar conductas, mensajes, políticas y Chávez lo entendió así; en cambio, la oposición optó por seguir con la dinámica que traía, sin detenerse a analizar qué tipo de victoria le otorgaban los guarismos: victoria plena o menguada.

Por tanto, lo recomendable es interpretar lo sucedido: el mensaje que envió la colectividad, y hacerlo con urgencia, sinceridad y realismo. Por ejemplo, ojalá la oposición corrija la ambigüedad que hasta ahora mantiene -un pie en la legalidad y otro fuera de ella-, se ajuste definitivamente al ordenamiento constitucional y persevere en una política de participación democrática; y el gobierno que cumpla con las promesas formuladas. Chávez propuso la política de "revisión, rectificación y reimpulso" (3R). ¿Qué significado tiene? .Que en efecto hay que revisar muchas cosas, rectificar otras y reimpulsar el proyecto revolucionario con los ajustes que impone la realidad y la experiencia acumulada. Las 3R deben plasmar, para evitar el clisé, un propósito sincero de gestionar, de gobernar y de actuar de manera diferente, comenzando por la necesidad de abrir la puerta al diálogo.

Medio país se expresó no sólo contra la reforma constitucional, sino que vio la oportunidad de hacerlo en torno a vicios, fallas y errores de la actual administración. El reconocimiento de esta verdad no se puede reducir a un simple acto de contrición. Más preocupante que la propia derrota electoral del 2D es, por ejemplo, la inflación con que terminó el año 2007: 18,5%, el doble de lo previsto.

Pasa igual con la inseguridad -primer problema en las encuestas- que el gobierno, inexplicablemente, ha eludido.

Con el desabastecimiento sucede igual. Cierto que el precio de los alimentos experimenta mundialmente alzas y que somos país importador, pero ¿por qué en otros países el dato no tiene la misma incidencia de costos y escasez que aquí? En la región la inflación es más baja que la nuestra y no se observa desabastecimiento. Imposible ocultar la verdad, que no es otra que la incapacidad, el burocratismo, la imprevisión. No actuar oportunamente para corregir errores, visiones equivocadas y corruptelas evidentes, explica lo que ocurre.

La realidad y la causa Hay una realidad insoslayable.

O para ponerlo de otra manera: una verdad que está por encima de la causa -política, ideológica-. La verdad es la compleja economía mixta que tenemos.

Cualquier pretensión de subvertirla, sin estar preparados para hacerlo, se estrella. Si no se cuenta con equipos humanos capaces y una estructura administrativa eficiente, el caos es inevitable. Chávez -que hace grandes esfuerzos para superar obstáculos, cortar nudos y golpear la secuela perversa de una economía capitalista envilecida y envilecedora- aplica cuantiosos recursos y trabaja como ningún otro presidente lo ha hecho. Sin embargo, está colocado en una inquietante encrucijada. Porque la realidad es más terca que lo que uno se imagina y más implacable que las pesadillas.

Veamos: se establece el control de precios y estos se disparan y desafían el poder del Estado, que corre el riesgo de convertirse en represor inútil. Se aplican millones de dólares para abastecer el mercado y los productos desaparecen. ¿Sólo por obra de los especuladores? En parte sí; pero no seamos ingenuos: hay otros factores de por medio, incluyendo la corrupción en la cadena de distribución del Estado. Se superdotan los cuerpos de seguridad y se incrementa la nómina policial, pero el delito crece como río en invierno.

El dólar paralelo confunde y desespera al ciudadano, lo empuja a delinquir, y presiona sobre el bolívar. ¿Qué hacer? Chávez lo dijo: ¡revisar!, ¡rectificar! Pero de verdad verdad.

Para que a las 3R no se las lleve el viento.

La sinceridad de Chávez está fuera de discusión. Pero no basta con eso si no hay trabajo de equipo, seguimiento y control social, ya que el huracán de la incapacidad, la inmoralidad y la desidia barre con todo.

La opción de dialogar Hay que evitar que el país se descuaderne.

Para ello es indispensable la eficiencia en la gestión de gobierno, y abrirse al diálogo con diversos sectores de la sociedad. ¿Es posible dialogar entre los venezolanos? Si se lo proponemos a los colombianos, entre los que ha corrido tanta sangre, me parece insensato no intentarlo entre nosotros. Estoy claro que hay rechazo a priori al planteamiento.

Siempre ha sido así: es costoso vender esta propuesta en situaciones marcadas por fuertes tensiones. En lo personal he asumido el riesgo en diversos momentos, sin renunciar a principios y consciente de que hay quienes se aprovechan de él. Mas la sugerencia de dialogar es parte del reconocimiento al hecho de que Venezuela es un país plural, que el actual proceso de transformación social y económica se da en democracia y consultando al pueblo. Lo que hay que dirimir es quién aporta mejores argumentos y soluciones; quién asume mejor el debate de las ideas.

Al ciudadano le toca el resto: emitir el veredicto. ¿Cuántos de los actuales problemas se pueden resolver -o atenuar sus efectos- mediante el diálogo? París bien vale una misa.


LABERINTO

La oligarquía colombiana,
la más sórdida de la región, y los militares de ese país tutelados por los gringos -la visita en una semana del Zar Antidrogas, el jefe del Estado Mayor de la FA-USA y la Secretaria de Estado a Bogotá, es como mucho-, se empeñan en presentar a Chávez vinculado al narcotráfico. La maniobra no hay que subestimarla...


Lo que más llama
la atención es que el argumento que con Chávez carece de asidero, en cambio ajusta como anillo al dedo en el caso de Uribe.

Sugiero lecturas reveladoras como "Biografía no Autorizada de Álvaro Uribe", del corresponsal de
Newsweek
, Joseph Contreras, y "Jinetes de la Cocaína", de Fabio Uribe, sobre la narcopresidencia del vecino país.


"No veo a Colombia
distinta a Afganistán", afirma Jon Lee Anderson, escritor, periodista norteamericano, corresponsal de guerra (Revista Cambio , Bogotá).


jvrangelv@yahoo.es


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José Vicente Rangel

Periodista, escritor, defensor de los derechos humanos

 jvrangelv@yahoo.es      @EspejoJVHOY

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