La preocupación integracionista de Bolívar comienza a perfilarse a nuestro parecer, a partir del “Manifiesto de Cartagena”, donde si bien no hizo planteamientos relativos a la integración, no obstante si se nota su concepción y preocupación por la unidad de la América “antes española”.
Desde el inicio de ese documento opina que, “libertar a la Nueva Granada de la suerte de Venezuela, y redimir a ésta de la que padece, son los objetos que me he propuesto en esta memoria”. Más adelante expone que el rescate de Caracas conviene a América toda, pues a su parecer (y en ello estuvo y está ajustado a la verdad) la suerte de una ésta ligada a la otra. La participación de Bolívar en el ejército neogranadino, es por sí misma una manifestación del concepto internacionalista que ya para 1812 le animaba.
Germán Arciniegas, el escritor colombiano, quien vivió varios años en Venezuela cumpliendo entre otras, funciones de Embajador de su país, dijo una vez con sentido irónico, sobre aquel personaje que no le despertaba mucha simpatía, “el primer indocumentado de América fue Simón Bolívar”. Y pese a la ironía, tuvo razón, pues el inmortal caraqueño, en su grandeza, se consideró un americano, pero de esta parte del mundo que profesaba, en gran medida, por la herencia española, la religión católica y hablaba una lengua común.
Más tarde en 1813, en el discutido “Decreto de Guerra a Muerte”, divide a los habitantes de Venezuela en dos bandos, americanos y españoles desafectos a la causa republicana.
En la “Carta de Jamaica” (1815), hay toda una exposición de su concepción americanista. Más que de Venezuela, habla de América toda y en una de sus partes expresa y delinea un sueño que posteriormente concretará en los objetivos que proyectó para el Congreso de Panamá.
“¡Qué bello sería que el istmo de Panamá fuese para nosotros lo que el de Corinto para los griegos! Ojalá que algún día tengamos la fortuna de instalar allí un augusto congreso de los representantes de las repúblicas, reinos o imperios a tratar y discutir sobre los altos intereses de la paz y de la guerra, con las naciones de las otras tres partes del mundo”.
En 1818 escribió al director del gobierno de Buenos Aires, “Nosotros nos apresuramos con el más vivo interés a entablar por nuestra parte el pacto americano, que formando de todas nuestras repúblicas un cuerpo político, presente la América al mundo con un aspecto de majestad y de grandeza sin ejemplo en las naciones antiguas”.
El 11 de diciembre de 1819, se dirige al Congreso de Angostura en los siguientes términos, “legisladores, el tiempo de dar una base fija y eterna a nuestra república ha llegado. A vuestra sabiduría pertenece decretar este grande acto social y establecer los principios del pacto sobre los cuales va a fundarse esta república. Proclamadla a la faz del mundo y mis servicios quedarán recompensados”. El 17 de diciembre siguiente, el Congreso decretó la Ley Fundamental de Colombia. Había nacido la patria grande.
El 7 de agosto de 1824, dos dìas antes de la batalla de Ayacucho, Bolívar como presidente de la Gran Colombia, envió a los gobernantes de Colombia, México, Río de la Plata, Chile y Guatemala, una convocatoria en la cual indicaba, “es tiempo ya de que los intereses y las relaciones que unen entre sí las repúblicas americanas, antes colonias españolas, tengan una base fundamental que eternice, si es posible, la duración de estos gobiernos”. Obsérvese la capacidad de Bolívar de mirar hacia el futuro y otear los peligros a los que estábamos sometidos.
Finalmente, instruyó a Pedro Gual, para que plantease en el Congreso de Panamá, las siguientes cuestiones:
a.- El afianzamiento de la independencia de las jóvenes naciones mediante el reconocimiento de la nueva situación por parte de España y,
b.- la aprobación de un estatuto para fijar las relaciones entre los Estados a través de un Congreso permanente de Plenipotenciarios.
Todavía en los umbrales de su muerte, expresó “si mi muerte contribuye a que cesen los partidos (las divisiones entre colombianos), y se consolide la unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro”.
La necesidad de unir a nuestros pueblos y países y hasta integrarlos, consigna que como bola de nieve en movimiento toma cuerpo y hasta logra éxitos como el Banco del Sur, ampliación de MERCOSUR, la propuesta brasileña de crear una especie de comando de defensa suramericano, el ALBA en lugar del ALCA, la instauración de una instancia latinoamericana y caribeña, los éxitos obtenidos en la OEA y otras cosas novedosas que cada día emergen, están demostrando que Bolívar nunca fue, como aseguraron algunos, una antorcha muerta o apagada, sino como dijese Pablo Neruda, “despierta cada cien años, cuando despierta el pueblo” y que su espada “camina por América Latina”.
Bolívar está vivo. Su pensamiento fresco y particularmente su aspiración de unir a nuestros naciones para defenderlas, creando una fortaleza que sirva para proteger sus intereses de quienes pretenden arbitrariamente, por la vía de la fuerza y la alta tecnología, arrebatárselos y “que presente la América (la nuestra) al mundo con un aspecto de majestad y grandeza”, se vuelven de nuevo herramientas que enarbolan y agitan los pueblos.
pacadomas1@cantv.net