La recesión que comienza abre un espacio no conocido y que corresponde a la evolución de la especie. Analistas de esos que terminan sus artículos con cien citas, no la pueden ver. No aparece en Wikipedia pues tanto citas como diccionarios virtuales tienen un solo suministrador de información: el pasado.
Marx es mi brújula. La interpretación no corresponde entonces sólo a los análisis comparativos de los hechos sucedidos sino a la comparación con los hechos por suceder, que van brotando como imperceptibles semillas sobre el presente, con la fuerza indetenible del universo: la misma de un grano de maíz o del espermatozoide de cualquier adolescente, cargado de furia, de vida, de presagios y de la fuerza centrípeta que remoza a las especies.
El norte y el sur tienen su historia, quizá mas vale decir el norte y lo ecuatorial. Las grandes civilizaciones emergieron anteponiéndose a los climas estacionales del norte, el invierno obligó a Europa y a la Norteamérica a proveerse de sustentos o reservas, enseñó a guardar, almacenar y preservar recursos para sobrevivir en aquellos meses en que la nieve escondía al sol y su fertilidad, a los rebaños y su facilidad de brindarnos alimento. De esos tiempos nació seguramente la plusvalía, quien guardaba y podía ofertar alimento en los meses de escasez, aprendió muy pronto el concepto de la ganancia, que en su principio dependía siempre de la necesidad de los otros, los comerciantes, caravaneros, andaban sobre dromedarios haciendo de las suyas: subian y bajaban de las tierras tropicales para “comerciar” dátiles, sal, carnes saladas y todo aquello que fuese apetitoso en los meses de rigor.
El norte y el sur mantienen su relación a través de la producción y de la idiosincrasia que los diferenciaba. Aquellos aborígenes que habitaban las costas de centro y sur América, del África y la India, no temían a los inviernos y sus años transcurrían en un constante y permanente disfrute de la generosidad de las tierras, peces, frutas, reses, aves y flores eran algo constante, como lo son hoy.
La carencia del norte consintió la invasión, el dominio y la explotación del sur. El sur era el patio de las materias primas, aquí vinieron los norteños a proveer sus mercados y a desvalijar a otros hombres que vivían tranquilos y lejos de las angustias congelantes del tiempo del frío, que no desarrollaron su ser por no tener carencias y que tan sólo disfrutaban el día a día en tierras generosas que le proveian de alimento casi sin esfuerzo. De allí que el hombre del norte aprendió a trabajar mientras el del sur disfrutaba una temperatura, un clima y un medio ambiente que trabajaba para él.
La historia del hombre ha sido este desempeño de ultraje de los grandes imperios boreales hacia las plácidas civilizaciones del sol. Invasiones, dominaciones, ejércitos, degradaciones, asesinatos, sometimientos y explotación venían tomados de la mano de la feroz apetencia de riqueza y de poder en que había derivado el desarrollo de los países que se “desarrollaban”, manteniendo como víctimas a nuestros pueblos. Esto aparece en los anales de la historia: Carlo Magno, Cesar, Hitler, Bush son parte de esa historia. Los hombres del Norte tienen aun sus botas pisando nuestras tierras, tienes esbirros que defienden sus intereses y en todo el sur existen embajadas del imperio del dinero.
La brújula, la que marca el rumbo a seguir ya no apunta al norte sino al sur.
Las tierras milenarias donde creció la civilización son telúricamente tierras cansadas, superpobladas y dependientes de lo externo, son estériles o incapaces de auto sustentarse, hoy sufren una crisis no sólo económica, es una crisis global, es ecológica, es moral, es política, es total.
Hoy el sur se levanta insospechadamente. A llegado su hora. Difícil de ver inclusive por los pronosticadores de oficio, pero cada día el sur se crece como otrora crecieron los imperios, se une, como otrora se unieron Norteamericanos, asiáticos y europeos; pero los ojos cansados de sus analistas ni lo sospechan. Nadie sospechó de la caída soviética sino hasta ver a Gorbachov entregarse ante la historia, así son pocos los que vislumbran los pasos tan precisos con que la América Latina comienza a pasar a la vanguardia. Se unifica a pasos agigantados, demuestra en la OEA su ímpetu insometible y continuará avanzando.
El sur ya no es el sur, ya las agujas e las brújulas nos señalan como norte. Tierras vírgenes, despobladas, sin historias de imperios sino allá en las memorias ancestrales de nuestros indios, abren las puertas de la era para hacernos protagónicos del salto al futuro. Son todos los dioses que renacen hechos hombres y comienzan la marcha indetenible.
El hombre comienza su historia en el África, en Etiopía, donde tenía todo, como lo tenemos en el sur, los motivos que le hacen emigrar al norte se pierden el la polvareda de los siglos. Hoy el norte está en crisis y el sur renace de sus cenizas. La más mínima algebra marxista es suficiente para predecir los sucesos que acontecerán, no se quedará la crisis en hombres despedidos y auxilios bancarios, falta lo peor, Norteamérica y Europa no sospechan la rebelión que se avecina: la histeria de las piedras de los hombres que quedan en las calles, rompiendo los cristales de las oficinas imperiales anunciarán el comienzo terrible de los tiempos de la ira, sublevados tomarán adoquines y antorchas de fuego para incendiar al capitalismo inmoral, inhumano y cruel que los crucifica y condena a la deriva.
Serán los cambios hacia un nuevo planeta. Un planeta integral. Norte y Sur serán lo mismo al final: el comienzo de la historia verdadera.