De los últimos acontecimientos ocurridos en la hermana nación centroamericana de Honduras, pareciera surgir un perfil de las actuaciones de la derecha latinoamericana. Y aunque el rol y las funciones de este sector apátrida de nuestras sufridas naciones, ha sido siempre el de “facilitadores” de la labor imperialista de EEUU, el contexto socio histórico de finales del siglo XX y principios del siglo XXI nos revela la presencia de una élite mecanizada y enceguecida, incapaz de pensamientos autónomos que le permitan implementar estrategias lógicas para el logro de sus objetivos.
Comencemos primero por alegrarnos un poco del fenómeno, porque de no ser así tendríamos todo el caribe, el continente centro y suramericano plagado de gobiernos títeres, desfalcando aún más nuestras riquezas naturales y enajenando en mayor medida a unas poblaciones aún ingenuas y llenas de sueños americanos.
Sin embargo, es necesario observar minuciosamente el fenómeno sin subestimarlo, porque amén de no mover a risa sus actuaciones, en virtud de las duras secuelas que siempre ocasionan en los sectores más vulnerables de la población; obedecen a un proceso de crisis interna en el que ellos mismos se mueven, y sobre el cual, desde mi modesta perspectiva, los que abrazamos las causas colectivas debemos actuar.
Se trata del conjunto de representaciones sociales que este grupo social posee y de los resortes que lo mueven: presos todos en un afán de lucro y de bienestar individual, se tornan incapaces de asumir perspectivas reales de los contextos sociales de los pueblos y de los contextos mundiales en los que actúan, revelando un pensamiento episódico y estrecho, urgido de aplausos y celebraciones efímeras que terminan por catapultarlos siempre en el más absoluto fracaso.
No obstante, si bien estas últimas incursiones “bufonescas” de la derecha no han alcanzado los objetivos planteados, las respuestas institucionales que se han planteado a este tipo de actuaciones - signadas la mayoría de ellas por la ilegalidad - ha sido siempre la impunidad: no hay castigo para golpistas, terroristas y delincuentes de cuello blanco.
Y es allí, precisamente, en donde nos hace falta fuerza, y en donde nuestro poco impacto pudiera estar creando el retorno de escenarios sangrientos y crueles que socaven el camino andado y legitimen el pensamiento único de la derecha.
Somos débiles en las sanciones al oponente que actúa delincuencialmente. Buscamos “conciliar” posturas con una especie (in)humana que no escatimará la menor oportunidad para eliminarnos del camino cuando se le presenten las circunstancias.
Y en este sentido no se trata, en modo alguno, de actuar como el enemigo; correspondería simplemente la formulación de una política sólida contra la impunidad… ¿Dónde están nuestros juristas, conocedores de la “legalidad burguesa” y capaces de forjar propuestas que permitan la ruptura con el statu quo? ¿Dónde encontramos asambleístas que legislen a favor del verdadero protagonismo colectivo y que dejen de ser “piezas” para alimentar su propia voracidad y la de empresarios y mafiosos?¿Dónde hallamos organismos judiciales que no actúen con venalidad y permitan el “escape” de estas piezas fatídicas que en distintos escenarios de nuestra geografía se juegan las acciones más absurdas, ocasionan la muerte de infinidad de inocentes y terminan “asilados” en embajadas como víctimas o perseguidos políticos?
Si no están en nuestras filas y no los encontramos pronto… ¿qué será de la esperanza de nuestras dolorosas naciones latinoamericanas?
Vaya mi abrazo sincero, solidario y militante al pueblo de Honduras. Creo con Martí que los pueblos de vez en cuando necesitan que se les sacuda para saber que siguen vivos y tienen dignidad. Creo también en la dignidad del pueblo hondureño y en su posibilidad de crecimiento frente a las adversidades.
A ellos les digo: ¡Háganlo ya! ¡Háganlo pronto!
martieducador@yahoo.com