Lo sucedido en Honduras no deja de asombrarnos. Se sostiene que las acciones ejecutadas por el Alto Mando Militar, violando la obediencia y subordinación del poder militar al poder civil, son parte de un mecanismo de defensa de la democracia. Subyace en esa afirmación el viejo problema existente en Honduras, donde los militares siempre han sido representados como “la última reserva del orden”. Su intervención, pone en duda el carácter democrático de los militares.
Por otra parte, se sostiene que en Honduras no hubo un golpe de estado, por mantenerse intactos los tres (3) poderes (Ejecutivo, legislativo y Judicial). Con ese planteamiento, se desconoce el hecho que la composición de esos poderes se denota una gran dependencia partidista. Esto es interesante, sobre todo en el contexto venezolano, donde hemos escuchado a tantos analistas sugerir que en Venezuela esa relación es un problema, pero para ellos parece que la conjunción de intereses partidistas en Honduras para dar el golpe no es nada extraño.
No se puede olvidar que Roberto Micheletti, usurpador de facto en Honduras, es miembro del Partido Liberal, y es un excandidato a la presidencia que al salir derrotado, por el nulo apoyo brindado por Zelaya, se convirtió en un duro enemigo del presidente. Asimismo, los representantes de los partidos PINU y la democracia cristiana, tienen sus propios intereses en la salida de Zelaya. Las otras instituciones de Honduras, Corte Suprema de Justicia, el Ministerio Público (Fiscal General, Procurador de la Nación y el Comisionado de Derechos Humanos) están subordinados y tutelados por el partido liberal. Todos ellos, son parte de ese partido y no es fortuito que estén enfrentados a Zelaya, quién ha dado un giro hacia la izquierda latinoamericana.
El poder económico, representado en el Consejo Hondureño de la Empresa privada (COHEP) y la Asociación Nacional de Industriales (ANDI) tienen intereses en los procesos de integración con el ALCA, y la posición del presidente legítimo es perjudicial para sus políticas de apertura al capital trasnacional. Los medios de comunicación en Honduras no escapan de estas relaciones de poder. El dueño de los canales privados más importantes, Rafael Ferrari (canales 3,5 y 7) está vinculado al partido Liberal. Carlos Flores, expresidente de Honduras, por el partido Liberal, es dueño del Diario La Tribuna y padre de la Vice-presidenta del Congreso. Jorge Cañauati, del partido Nacional, es dueño de los diarios El Heraldo y La Prensa. Como vemos, todas la estructura comunicativa más importante en Honduras es muy hostil al presidente Zelaya, por el enfrentamiento en torno a los intereses políticos y económicos.
El bloqueo de cualquier intento de generar matrices comunicativas, fuera de esos medios, ha sido contundentemente ejecutado. Ese bloqueo mediático, tiene por objeto construir un marco interpretativo que permita justificar y legitimar el golpe de estado. El alegato, sigue siendo la violación por el presidente Zelaya, de las normas constitucionales pétreas, que establecen la imposibilidad de reformar la Constitución por otro medio que no sea a través de los representantes del Congreso. En el fondo, subsiste la idea que el único modelo de democracia aceptado en Honduras, por esa conjunción de fuerzas políticas- económicas y militares, es la representativa. La pregunta es: ¿ actuará firmemente el sistema interamericano?. La decisión de esas autoridades ilegítimas de desobedecer el mandato surgido del Consejo Permanente de la OEA significa el fallecimiento del sistema interamericano. La visita de Insulsa, Secretario General de la OEA, y su retiro ante la resistencia del orden constituido de restablecer a Zelaya, lo coloca ante la posibilidad de convocar la aplicación de la Carta Democrática, siguiendo los Art.20 y 21, que señalan que la violación del régimen democrático significa la suspensión del país que así lo haya hecho, así como su retiro del Consejo Permanente, con el voto de dos tercios de sus miembros.
Habría que preguntarse sí aplicarán otras medidas que consideren pertinentes y que la Carta Democrática no establece claramente, tales como bloqueo, suspensión de asistencia técnica, retiro de los representantes de los Estados miembros ante el país trasgresor e incluso, tal como sucedió en Haití, la conformación de una fuerza multinacional para restituir el orden. Ese accionar depende de dos factores: 1) la actitud decidida que pueda asumir Insulsa, como Secretario General y 2) la unión de los países del SICA, ALBA y UNASUR, para conjuntamente con los EEUU, México y Canadá, intervenir en la restitución del orden democrático en Honduras.
Finalmente,
la acción escasa de los EEUU, señala la intromisión de los organismos
de inteligencia en el golpe, y ello se traduce en que Obama no tiene
control efectivo sobre la estructura militar y de inteligencia en su
país. Veremos que sucede, pero no hay duda que con lo sucedido, la
OEA pierde fuerza definitivamente.
*Dr. Historiador
juane1208@gmail.com