Es necesario comenzar precisando que la Revolución Bolivariana, en Venezuela, entró en su nueva etapa de permanente evolución y perfectibilidad; ello, probablemente, significa que el marco referencial de la Revolución Bolivariana, con sus propias características en cada país, está inmerso en una reingeniería profunda para, paulatinamente, ir acoplándola a las nuevas realidades tanto a lo interno de cada país como en sus referencias con el mundo globalizado. Ello, quisiéramos decir, va teniendo sus propios tiempos en los procesos en Bolivia, Nicaragua, Ecuador, en la misma Honduras, con todo y su crisis, en Cuba por sus decisiones internas, en los países adscritos al ALBA, y, por lógica, las influencias, por qué negarlo, de las realidades sociales que se impulsan en cada uno de los países mencionados, que inciden en las sociedades de otros países del continente americano.
El aseverarlo no significa que haya un diseño de una política oficial ni oficiosa ni desde Venezuela ni desde ninguno de los países en mención hacia los “asuntos internos y soberanos” de cada país americano; pero lo que no se puede “tapar con un dedo” es que existe una “autopista de información” que influye en los componentes sociales de las sociedades americanas. A esta y en esta “autopista de información” participan las ideas de las derechas continentales y extra-continentales que “obligan” a los pueblos a entrar en conocimiento de las propuestas contradictorias en lo referente a los beneficios sociales que propone la Revolución Bolivariana que les permite, a los componentes sociales de los países americanos, “tomar conciencia” de las diferencias ideológicas de ambos ejemplos, los ejemplos de las derechas y los ejemplos de los militantes de la Revolución Bolivariana a nivel continental americano. Por esas objetivas razones es que el pueblo hondureño permanece en permanente revolución social en la calle y de forma, perfectamente, pacífico. Es decir, la Revolución Bolivariana ha demostrado que hay una nueva forma de hacer la “revolución social y socialista” profundamente diferente a las expresiones revolucionarias “Bolchevique, China, Vietnamita, Cubana”, por mencionar. Esa forma de hacer la revolución no solo ha permitido “hacer la revolución pacíficamente” sino también demostrar en la praxis que se alcanzan el Poder, el Gobierno y desarrollar políticas sociales para entrar en perfecta sintonía con las “naturales” aspiraciones de las sociedades, particularmente, las sociedades americanas que han vivido, históricamente, bajo la represión ideológica, supresión de los beneficios sociales, bajo la represión de sus dignidades; son estas realidades las que las derechas no han entendido y es por ello que se esconden, escudan y “alzan las voces” con contenidos ideológicos de la Guerra Fría machacando el slogan del “anticomunismo” sin análisis serio, académico y objetivo de las realidades del siglo XXI; más aun, se niegan a aceptar que el capitalismo actual está en una profunda crisis estructural. Esta contradicción es la que, por obligación de solidaridad humana, en el campo de la confrontación de ideas, los componentes sociales de la Revolución Bolivariana están en la obligación de hacerles entender a las derechas el carácter evolutivo de las realidades del siglo XXI en todo su componente humano y sus expresiones de Gobierno y de las economías aun dentro del marco del sistema capitalista en transición hacia el socialismo.
La expresión capitalista actual se corresponde con el desarrollo histórico que comenzó, como referencia histórica, con la Revolución Industrial aunque desde la expulsión de los judíos sefarditas de los Reinos de la península Ibérica hacia los Países Bajos (Holanda, particularmente) y la constitución por éstos de la primera compañía trasnacional: “Compañía de las Indias Orientales Holandesas” que, en competencia con las caravanas bereberes y sus rutas comerciales, iban y venían de los centros de producción de especias. Fue, principalmente, durante todo el siglo XIX cuando el capitalismo británico se consolidó como “agente” del “capitalismo trasnacional” cuando se impone por medios de las “armas y la religión” en la India y China, fundamentalmente, apoyándose en un marco jurídico impuesto a los países subyugados. La acumulación alcanzada, principalmente y en principio, con el tráfico de estupefacientes (opio) permitió su consolidación como Imperio Británico. El capitalismo no solo se desarrollaba “naturalmente” (sic) sino que, en su desarrollo, alcanzaba niveles estructurales que requerían transformaciones internas en cada país para su reacomodo a las reales competencias entre naciones, es decir, en la feroz competencia internacional no solo por los mercados sino también por las “materias primas” y los costos de producción. Esos escenarios fueron los que llevaron a los europeos a confrontaciones sangrientas (1ra y 2da Guerras Mundiales) que, al mismo tiempo, tuvieron dos expresiones sociales importantes: la Revolución Bolchevique, en Europa; y, la Revolución China, como país subyugado, colonialmente, con los Tratados Desiguales. Dentro de ese marco histórico, en su sabia oportunidad como país emergente, entró en el escenario mundial el Gobierno de los Estados Unidos de América en su “área de influencia”; es decir, en la Región geográfica al sur del Rio Bravo, bajo el diseño y la aplicación de la política de “América para los americanos” base ideologica-expansiva que permitió que el Imperio japonés desarrollara aquella política de “Asia para los asiáticos” que produjo los escenarios dramáticos en el continente asiático antes y durante el desarrollo de la 2da Guerra Mundial en el Pacifico.
Precisamente, con la aplicación de esa política de Monroe pero aplicada en Asia durante la segunda mitad del siglo XX, permitió que los EEUU de América llegaran a Vietnam para tratar de quedarse, es decir, convertir a Vietnam en una “semi-colonia”. Con la presencia norteamericana en Vietnam, el Gobierno de Washington buscaba el control de las rutas marítimas comerciales que servían y sigue cumpliendo sus funciones para el transporte de crudo (petróleo) desde el Golfo Pérsico hasta la costa oeste de los EEUU de América además de las mercaderías producidas por los llamados “Tigres Asiáticos”. En ese marco y posteriormente, el desarrollo del capitalismo en esas etapas históricas trajo como consecuencia y como primer aviso, la llamada “crisis del bath” que representó la crisis financiera de aquellas economías emergentes arriba referidas. Pero el Capitalismo “no tiene un techo”, ni ético ni moral, y mucho menos cuando se trata de aplicar sus políticas para su propia supervivencia; el Capitalismo se comporta como un gato cuando éste está arrinconado.
La “crisis financiera” del 2009, como una segunda etapa de la “crisis de crecimiento” del capitalismo imperialista ha obligado a las economías mundiales a aceptar que tienen que llevar a cabo la “profunda reingeniería del capitalismo”; es decir, además de buscar fórmulas que permitan que las estructuras del sistema capitalista emerjan de nuevo, deben buscar fórmulas para alcanzar acuerdos en las siguientes variables: “división internacional del trabajo”; el reparto inteligente de las fuentes de materias primas; asumir las realidades sociales como las epidemias, hambrunas, migraciones, racismo, respeto a los Derechos Humanos como el respeto a las creencias religiosas; la “autodeterminación disfrazada” con la finalidad de evitar que se desarrollen movimientos sociales adversos a los esquemas ideológicos, consumistas y de subyugación de los gobiernos nacionales y connaturales al sistema capitalista. Es decir, evitar el desarrollo de movimientos populares en pro de poder alcanzar los fundamentos elementales de los Derechos Naturales que significaría la cooperación sin condiciones, la solidaridad y ayudas para la solución de los problemas de esas sociedades a través de gobiernos sensibilizados; esa praxis, inmediatamente, como se está experimentando en la Región Americana, entra en profunda contradicción con los esquemas que sustentan el capitalismo y las religiones negadores de los contenidos teológicos de la Creación.
En ese marco, es probable ¿inevitable? que los esquemas históricos que se presentaron cuando el capitalismo en su fase inicial del Imperialismo durante la segunda mitad del siglo XIX plus con la entrada profunda en escena del “imperialismo temprano” de Washington, se vio, por su propio sentido de ser, obligado a desarrollar guerras que buscaban las consolidación del Poder particular (Imperio Británico; Imperio japonés; el nazi-fascismo europeo; Imperialismo “green-go”). A esta pregunta y mirando a lo sucedido en Londres y, en las presentes fechas, en Italia pareciera que la “sensatez” a tocado la “racionalidad” y los países “mas desarrollados” (sic) han alcanzado acuerdos para actuar sobre diseños de políticas socio-económicas gracias, evidentemente, a la globalización de la Tricontinental.
Pero cada quien se reserva ciertas políticas. Es decir, los Estados Unidos de América no deja de pensar en su “querido y añorado patio trasero” de ahí el “Golpe de Estado” contra Mel Zelaya, Presidente constitucional de Honduras, país miembro del ALBA. En este orden, ya lo comentábamos en anterior análisis, no es una repetición del “cassette” tradicional gringo, pareciera que el “Golpe hondureño” va mas allá; es decir, va en dos direcciones: derrotar en sus fundamentos a la Revolución Bolivariana y, en segundo lugar, volver al control de las riquezas naturales del continente americano al controlar a las derechas otorgándoles su apoyo, solidaridad y medios de comunicación para alcanzar los objetivos de las líneas políticas que se han trazado las “derechas nacionales y continentales” según el esquema del “capitalismo imperialista globalizado” en la etapa de su reingeniería.
¿Qué hacer? Cabe la pregunta de aquel que le “puso una piedrita en el zapato” al Capitalismo. La coordinación continental de las fuerzas sociales y su movilización permanente pero manteniendo una educación no dogmatica sino bajo las realidades de la propuesta del Socialismo del siglo XXI; es decir, con la permanente critica a los errores para su corrección en función del proceso de desarrollo de economías en horizontalidad pero profundamente conscientes en sus componentes sociales. La propuesta de la UNASUR de desarrollar el componente de la Fuerza Armada continental en función de la “toma de conciencia” de los parabienes que encierran nuestros países, por separado, y el continente en su conjunto no solo en riquezas naturales sino en su factor fundamental como es el “ser social”.
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