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Una de la primeras tareas del congreso del PSUV i que se tendrá que ir conformando i realizando progresivamente, por el pensamiento de personas preparadas i con bases filosóficas, es lo que llaman la Nueva Ética del Socialismo. Por cierto un tema que he tratado en ocasiones i que, una persona influyente del partido, desde 2007 cuando hablamos de eso en su programa de televisión, ultimo del año, me pidió que comenzara como primer invitado del año siguiente para hablar concretamente del tema “ética del socialismo”. Sin embargo, como mi persona le hacía “sombra” a alguno de los aspirantes del Zulia para la AN, se trazaron la tarea de ignorarme absolutamente desde entonces, i ninguno fue capaz ni siquiera de atender una llamada telefónica o escucharme personalmente. I pese a que me inscribí i reinscribí formalmente en el partido (por primera vez en la vida), integré a mi batallón Nigale (nombre que propuse i fue aceptado) i finalmente me inscribí en la patrulla de mi sector, la táctica continuó. Tampoco se hizo caso de una carta que envié a la vicepresidente del Zulia Jacqueline Faría; una copia a través del Padre Vidal i otra llevada personalmente a las oficinas del partido, explicando que algunas ausencias a convocatorias, se debían en mi proceso de enfermedad afortunadamente superado según espero. Espero que haya muchas mentes lúcidas que se ocupen verdaderamente de la Ética i que si hai entre ellos filósofos, no sean como decía Antonio Machado, “filósofos en sopa de conventos” como los hubo en la ANC. Entre tanto, iré escribiendo si es posible, un libro.
I precisamente cuando escribía de este asunto, lo que no indica ninguna desunión partidista ni entorpecer su organización, escuchaba en el programa Análisis del Pbro. Vidal Atencio i el historiador i politólogo Juan E. Romero, unas consideraciones sobre lo que está pasando en el PSUV i lo acontecido históricamente en muchos partidos tradicionales i en los principales de la IV República, lo señalado por Gramsci i otros, del alejamiento que se da entre los hombres que comandan los partidos i el pueblo que los elije. Esto es una de las cosas en las cuales debe poner cuidado el líder de esta revolución bolivariana, i los hombres más próximos a su entorno; ser revolucionario no es decirlo e identificarse con el color de una camisa o pregonar del Ché Guevara o de Fidel o Chávez; este fue mi reclamo a la gente de izquierda en mis tiempos de docencia universitaria. I muchos de los que ayer me criticaban lo moderado de mi posición, hoi los veo a muchos, en las filas de la burguesía de derecha recalcitrante, incluso dando entrevistas que asombran. De esto envié una nota a mi amigo Romero, señalando nuestras coincidencias. Insisto en lo que decía en la ANC; para muchos, la llegada de Chávez al poder o mejor a la orientación de izquierda i luego claro socialismo, no era ni es todavía, una revolución, sino un cambio de gobierno (pese a una década transcurrida) i buscar oportunidades de hacerse fuertes económicamente o estar en cargos destacados. Los ejemplos de los saltos de talanquera han sido muchos, i los que quedan solapados o escondidos, todavía más. No personas del pueblo, sino de dirigentes. Por esto incomodo muchísimo i se me ignora i aparta, lo que no me afecta pues no busco cargos ni figuración. Empero, estaré siempre con el presidente Chávez i el proceso revolucionario i estimo saber de ética, porque ha sido parte de mi vida
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El colmo del cinismo i la grosera inmoralidad del gobierno colombiano i del presidente Uribe, es ir a un organismo internacional a reclamar que unos cachivaches clandestinos, unos caminos “verdes” de tablas sobre un río, unos pasos de contrabando, delincuentes i paramilitares, llamados “puentes”, por ser una agresión del gobierno venezolano o un acto de guerra. ¡Vaya descaro! Como si los prisioneros de una cárcel o los ladrones de un banco, reclamaran porque las autoridades descubrieron i destruyeron sus túneles para el delito. En cambio consideran indebidas las justas reclamaciones, no solamente de Venezuela, sino de todos los países libres i dignos de América Latina, por las 7 ó 10 bases de guerra en territorio colombiano, más muchas otras en el Caribe i Centro América, incluyendo la amenaza de la IV Flota. Colombia, durante por lo menos durante los 20 años de hipoteca de su soberanía, debería desechar al tricolor con los colores primarios del círculo cromático, (el tricolor mirandino) i adoptar la bandera de los Estados Unidos con una estrella más o algo parecido a la de Puerto Rico. Al menos no ofenderían la memoria de Bolívar i Miranda.