Ayer estaba muy conturbado al escuchar las críticas de Chávez a esas pobres muchachas que no tienen dónde caerse muertas y sin embargo se ponen frenéticas buscando plata para hacerse las lolas.
Ante esta arremetida contra los “pechos albborozados”, Bobolongo estalló de indignación: “¡Es el colmo que este comunismo a las damas ahora se les prohíba llevar esa moda tan noble, tan moderna y terrific, que le da a la mujer una libertad que en toda su historia liberadora no conocía!” Y de inmediato se dio a la tarea de escribir el editorial de El Nacional con el título de “Senos prohibidos”.
Bobolongo conoce tres estadios supremos de la liberación femenina que le apasionan terriblemente: 1º cuando se le permitió el voto a la mujer mediante una constituyente en 1946, 2º cuando ellas salieron a bregar como “machos” al mercado laboral para hacer con sus vidas lo que le diese la gana y 3º cuando se despepitan ahora por lucir traseros y tetas tal cual como lo exige la moderna estética del neoliberalismo imperial.
Si Bobolongo fuera hembra viviría en eso, y cómo lo lamentará que la naturaleza lo haya burlado tan feamente.
Pero Bobolongo, todo el mundo lo sabe, es muy bajo. En sus editoriales no hace sino exaltar la miseria, el racismo, el desprecio más delirante por los pobres. Y así comienza su bazofia de editorial: “A los dictadores de derecha y a los jefes revolucionarios les encanta meterse en la vida de la gente y dar clases de cómo se deben comportar los ciudadanos que sufren la desgracia de ser gobernados por estos carceleros antidemocráticos.”
Imagínense la torcedura de nuca que le producirá la expresión de “carceleros”.
Y continúa Bobolongo: “Y el término de carceleros les viene como
anillo al dedo porque lo que quieren es manejar el país con la misma lógica de
un jefe de prisión. Se reservan la decisión sobre a qué hora se despierta la
gente o en qué momento debe bañarse y comer. De allí en adelante la vida debe
trascurrir como el jefe máximo decide y tolera.”
Ya ven por dónde va la cosa, el introito le parece genial y coge vuelo: “En
realidad no se trata de darle a la sociedad unos principios de conducta, sino
de establecer normas exhaustivas de control de la vida de cada uno de los
ciudadanos, en función de un proyecto político que necesita, para sobrevivir,
de un monitoreo policíaco del más mínimo paso que dé cada persona.”
Lo que tiene en la cabeza, claro, es el asunto de las tetas prohibidas, porque
esto es sumamente grave y escandaloso para él. Y y .
candaloso para s tetas prohís proh genial y coge vuelo: a moderna estr una
libertad que en toda su historia liberadora no cañade con temblorosa
jeta, babosa: “Y no se trata de un cuestión pueril porque esa acción de inmenso
control gubernamental tiene que ver con la debilidad creciente del propio
régimen que, asustado, se vuelve contra la población, que ya no los quiere y
más bien los repudian.”
Es decir, hacerse las tetas es un acto de rebeldía, para Bobolongo; se las
debería hacer Pajulio. Qué glorioso sería esto para él.
Bobolongo esperaba que el jefe de Estado se refiriera a cuestiones menos políticas
y se lamenta: “Ayer, entre tantas desgracias y catástrofes que gravitan sobre
el mundo y que en Japón concentran la angustia del planeta, nuestro Gadafi
criollo consideró que entre los temas que debía tratar en su valiosísima agenda
dominical estaba el de las mujeres venezolanas que se operan los senos para
verse más bellas.”
Y vean esta vulgarísima chanza que solo la mente mierdera de la gente que se
deleita con El Nacional es capaz de celebrar: “De entrada, los venezolanos,
siempre dados a la chanza, se preguntaron a quién del círculo familiar le quedó
mal una operación de ese tipo. Para que nuestro Gafadi se enterara de lo que
todo el mundo sabe (que las venezolanas se operan los senos) tiene que haber
ocurrido un accidente quirúrgico muy próximo en el entorno. Ya lo sabremos
algún día, como en la parte final de la película alemana La vida de los
otros.”
Bobolongo llama esta observación del presidente de “visión retrógrada y
machista en contra de la libertad de las mujeres de modificar, si quieren y les
provoca, su cuerpo surge esa actitud militarista antigua, grosera y represiva
sobre la independencia de cada quien con su cuerpo y su visión del mundo. Así
no se ganará electoralmente a la clase media ni a las mujeres. Va directo a
pérdida.”
Qué retrato más vil se ve en este editorial de esta gente, de los escuálidos, de sus imbecilidades, todo producto del monocorde shock ideológico que hemos recibido desde hace siglos.
Qué vaina.