El ignorante Ibsen Martínez hizo de los golpistas del 11-A, émulos de Thoreau
José Martínez
Martínez, Ibsen: El Sábado 13 de abril del 2002, después del golpe de estado contra Chávez, este denodado adulante de los Oteros y de la oligarquía, escribió en El Nacional un artículo titulado, “Pdvsa a la junta de transición”, en él escribe marranadas como esta: “El grotesco estilo cuartelario de Chávez, imbuido de su especial talento para escarnecer al adversario y hacer uso político del resentimiento – algo que dejó ver una vez más en los despidos televisados cuando mandaba p’a fuera a los gerentes de la estatal-, echó mano en esta ocasión a todos los tópicos, con que desde los años treinta la academia de inspiración marxista y en general la cultura política del populismo Venezolano, han despachado al petróleo como el causante primordial de los males de Venezuela”.
“Con todo el éxito de una rebelión guiada por una estrategia de desobediencia digna de Thoreau y extremadamente sofisticada y glamorosa en sus modos para paciencia de un caporal como Chávez, resulta la verdadera sorpresa de estos últimos días del populismo carismático”.
Cómo coño se le ocurre a este cerdo del Ibsen Martínez, por demás más ignorante, colocar a Henry David Thoreau al nivel mamarrachos como Carlos Ortega, Pedro Carmona Estanga, Rafael Marín, Guaicaipuro Lameda, el almirante Carlos Molina Tamayo, el general Néstor González, Liliana Hernández...
Sigue diciendo este mamón de Bobolongo: “En sinergia con el decidido papel de los medios de masas, la rebelión de los gerentes petroleros fue lo que logró imprimirle un promisorio aire modernizador al movimiento con el que la sociedad civil organizada derrocó a Hugo Chávez”.
Ya se creía este Ibsen con el cargo de ministro de la Cultura y laureado pro sus bazofias telenoveleras.
Añade en este insigne jalabolas: “Lo que habrían de ser los desafueros de Chávez se anunciaban en 1998 con el humillante despido de televisado de Luis Guisti, por entonces presidente de Pdvsa un gerente petrolero de excepcional desempeño, aquel despido no suscitó reacción alguna en la población desposeída y envilecida por los usos del populismo”.
Para completar: “Tres años más tarde el fin del desatinado asesino fue precipitado por el despido televisado de los gerentes de la estatal”.
Cantando victoria como un desalmado, se despepitaba el sesudo jalabolas con estos ditirambos que se no tuvieron vida ni siquiera veinticuatro horas: “En los días por venir, la para muchos inquietante y exagerada presencia militar en el gabinete de transición debería verse matizada por una nutrida representación de gerentes petroleros: son los verdaderos líderes emergentes de esta epifanía de libertad y de democracia, y sobre todo, de modernidad que debería depararnos el fin de la pesadilla. Ellos merecen más un lugar en la Junta, quizás tanto o más que Ortega, el campo de la Fedepetrol, mafiosa sanguijuela de la industria”.
Martínez, Ibsen: Dice Argenis Rodríguez: “Gana dos o tres millones en El Nacional por escribir una nota a la semana, ¿y sobre qué escribe? Sobre el IESA, un asunto de un grupito de ricos o medio ricos que llevan años tratando de salir a la luz pública a fuerza de realazos. Pues, no lo han logrado. Tiene este Ibsen reales, pero no tienen talento”.
Martínez, Ibsen: escritor, dramaturgo, columnista del diario El Nacional, miembro asomado del Grupo 400+ (G-400+). Véase Grupo 400+ (G-400+).
No cesa este badulaque de las letras, típico de la intelectualidad criolla que fue empollada en el diario “El Nacional”, de lanzar memeces contra el Presidente Chávez. Ayer sábado defecó unas líneas en las que trata de comparar a Chávez con el miserable de Antonio Guzmán Blanco, tildándolo por supuesto de dictador como hacen todos los muermos de su catadura intelectual.
Dice este bobo pendejo que: “Guzmán Blanco que era arquetipo de dictador latinoamericano, vivía, y en general, hacía todo lo que cuadra a un autócrata, pero no era un desalmado. Y todo, absolutamente todo le salía muchísimo mejor que a Hugo Chávez, por mencionar a un aspirante al título de presidente vitalicio. Rato largo mejor.”
Entonces agrega una de las propensiones que Guzmán Blanco y Chávez tienen en común: la de querer vivir en el extranjero el mayor tiempo posible. …lejos de esta “equivocación de la Historia”, como Pío Miranda solía llamar a Venezuela.”. Una estupidez que provoca asco.
¿Qué coño tendrá que ver el rabo con las témporas? Guzmán Blanco vivía en París, casó a sus hijas con monigotes de la realeza moribunda francesa y se daba la gran vida robando como un miserable.
¿Qué tiene ver Cuba con Francia, imbécil? Para este patuleco Cuba no está en América Latina ni es parte de la patria grande bolivariana.
Añade el jalamecate de Bobolongo: “(Conviene no confundir a Pío con Francisco de Miranda, otro charlatán fracasado, quién sabe si pariente lejano del comunista valenciano, y a quien, llegado el momento, llegó a costarle la vida el haber condescendido a rodearse de gente tan amiga del bochinche y del salto de talanquera como era la panda de “grandes devoradores de serpientes”, Simón Bolívar a la cabeza, que en 1812 lo entregaron a las autoridades españolas a cambio de un salvoconducto.) Pero volvamos a nuestro breve esquisse comparativo entre Guzmán Blanco y el Sarcoma Andante.”
A este coño de madre realmente hay que darle de sopapos por ridículo y arrastrado. Como dice Shakespeare se le podría llamar pícaro, un tunante alimentado de sobras; un ruin, desvanecido, majadero, un miserable servil por unas monedas, tres malos vestidos y unas rotas calzas; un gullón, un cobarde, que os perseguirá con justicia cuando le hayáis apaleado; un hijo de puta, empañador de espejos, métome en todo, maestro enredador, uno que heredó de un cofre vacío; uno que sería buen alcahuete por sus buenos oficios y no es más que una mezcla de truhán y de rufián, hijo conocido de una mala perra; uno a quien me hartaré de aporrear aunque me aturda con sus aullidos, si se atreve a desmentir siguiera una sílaba de su señalamiento.
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