El pasado Marte 3 de abril el pasquín Tal Cual arribo a un nuevo
aniversario. Es decir, que EDITORIAL LA MOSCA ANALFABETA, C.A.,
Sociedad Mercantil inscrita por ante Registro Mercantil V de la
Circunscripción Judicial del Distrito Federal y Estado Miranda en fecha
20 de enero de 2000, Bajo No. 53, Tomo 383-A-Qto, y su editor TEODORO
PETKOFF, venezolano, mayor de edad, de este domicilio y titular de la
cédula de identidad No. 613.358, celebraron los primero 7 añitos de
difamación, manipulación y trinchera política mediante el pasquín Tal
Cual. Efectivamente, pocos ejemplos como este existen en la historia
del mal llamado periodismo independiente, sobre la utilización de un
medio para atacar a un Gobierno, chantajear y ocultar intereses
particulares.
LA MOSCA ANALFABETA es la mampara para la cual Hans Neumann prestó su
nombre a Petkoff. La manera de justificar el lavado de dinero
proveniente de la corrupción a través de un medio de comunicación
impresa: Tal Cual.
¿Quién era Hans Neumann y por qué se prestó a dicha jugada? ¿Cuál fue su
relación con Los Petkoff? Comencemos por decir que la historia de los
hermanos Hans y Lotar Neumann Haas es la historia de Corimon o de
Pinturas Montana. Nacidos en Praga, de origen judío, llegaron a
Venezuela en 1949. Fue titánica la primera empresa de los Neumann,
desenvolverse en Caracas sin conocer el idioma y con muy pocos paisanos
por estas tierras. Pero ya en 1962, la astucia los llevó a tener un
complejo industrial de de nueve empresas.
Ambos, con sus títulos de ingenieros químicos en el equipaje, llegaron
huyendo de la falta de libertades económicas, principal característica
del régimen comunista que imperaba en Checoslovaquia, la tierra que los
vio nacer.
Cuando Los Neumann llegaron a Caracas, la familia Petkoff-Malek: Petko,
Ida, Teodoro y los gemelos Luben y Milko, vivían en la Urbanización Los
Ravelos, en lo que hoy se conoce como el Municipio Chacao.
El cabeza de familia de Los Petkoff se había desempeñado como químico en
el Ministerio de Fomento. Hans, Lotar y Petko, judíos con la misma
profesión, coincidieron en la ciudad de los techos rojos. Los checos
contaban con las habilidades y recursos para montar una industria. El
búlgaro conocía a perfección la permisería industrial y ya había
incursionado con su propio negocio en el mercado local, también conocía
a perfección los sistemas de financiamiento del Estado. Muchos aspectos
en lo social, laboral y comercial originaron una relación casi familiar
entre estos inmigrantes.
En relación con el caso Corimon, fue la tercera vez que la dinastía
Neumann perdió sus medios de fortuna. La primera fue en 1939, cuando los
nazis invadieron Checoslovaquia. Esto tuvo graves consecuencias para los
Neumann, cuyo origen judío les costó perderlo todo. La segunda
oportunidad se remonta a 1945, cuando los comunistas rusos sometieron a
los checos. Historias estas que inspiraron y financiaron los primeros
libros de Teodoro contra el comunismo soviético.
En 1992, la Corporación Industrial Montana inició una carrera suicida
hacia la internacionalización de sus operaciones, lo cual en un par de
años terminó con el embargo del complejo químico. En 1996,
afortunadamente para los Neumann, Teodoro estaba en el poder. Todas las
circunstancias que en un país capitalista serio hubiesen llevado a la
cárcel o al exilio a Hans y a Philippe Erard, yerno y heredero de Lotar,
fueron manejadas desde el gobierno por Petkoff.
Fue muy efectiva la actuación del búlgaro. Logró salvar muchos de los
bienes de la familia Neumann, cuya propiedad sobre Corimon se había
“inteligentemente mermado”, no sólo por la quiebra técnica, sino porque
antes de hacerse público el desastre, éstos y el resto de sus
directivos vendieron un buen lote de acciones, ADR y GDR, viveza que,
como ya apuntamos, en otros países se paga con cárcel por el manejo
indebido de información privilegiada.
Teodoro se encargó de encubrir los negocios de Philippe Erard, las
asesorías de Moisés Naím y Ramón Piñango, del Iesa, y la mano ejecutora
de Arthur Broslat, vicepresidente de finanzas de la corporación. Gestión
que, en su conjunto, resultó ser para estos checos más devastadora y
violenta que las dos guerras mundiales.
Ahora en este séptimo aniversario de Tal Cual, Teddy, como lo llaman en
los círculos financieros estadounidense, nos presenta en su edición
aniversaria un editorial para despotricar, criticar y salpicar la
reciente colocación de bonos realizada por PDVSA. Claro, cada ladrón
juzga por su condición. No recuerda Petkoff cómo se hizo de una gran
fortuna para mantener ese bodrio que ahora exhibe como paladín del
periodismo sin compromisos.
Olvidó el ex ministro de Cordiplan de Caldera cómo en complicidad con
Luis Raúl Matos Azócar hizo aquel fraudulento canje de bonos Brady por
bonos Globales; borró de su disco duro que en aquella ocasión Miguel
“Paquetico” Rodríguez, ex jefe de Cordiplan, quien también se llevó su
buena tajada en dólares con la operación de los Brady en 1990, afirmó
que la banca acreedora le haría una estatua a los involucrados en el
canje por haber procurado 60 millones de dólares en comisiones y el
cobro anual de 120 millones de dólares más por concepto de intereses,
¡una boloña, Teo!
Y qué de las emisiones de bonos Von Matos y Bonosuchi que agilizó luego;
o no recuerda Teochoro su cierre con broche de oro al emitir bonos a
plazo de 20 años, a una supertasa de interés fija de 13,62%, un costo
que, además de ser récord para Venezuela, superó con creces el interés
que por tradición han pagado países en situaciones en ese entonces casi
de guerra, como Rusia (11,75%) y Turquía (9,9%). Para mayor detalle, los
llamó bonos Ven18.
Ahora cabría preguntarle a Petkoff: ¿quién asumió el mandato legal del
BCV como asesor de crédito público en la colocación de los Ven18? ¿Habrá
sido un portero o un vigilante del instituto emisor? La respuesta: toda
la operación la realizó Petkoff, Alesia Rodríguez y Armando León. Ellos
solitos lo hicieron todo.
Otro aspecto a resaltar en el aniversario de Tal Cual se refiere a la
libertad de expresión y al triste episodio que protagonizó Teddy
persiguiendo periodistas, censurando e invitando a los anunciantes a no
publicitar en los medios de comunicación anti-gobierno. ¿Recuerdan?: fue
un lunes 17 de febrero de 1997, Teo asistió como invitado a un evento
organizado por el Consejo Nacional de Promoción e Inversiones y durante
su charla no logró contener su boca de jarro y delante de propios y
extraño dijo: ``Ustedes como anunciantes tienen un enorme poder, que
al contrario de otros países no es utilizado en Venezuela. Tienen la
posibilidad de decirles a los medios de comunicación social: Yo tengo un
interés y si ustedes publican en contra de ese interés, yo no anuncio
más en ese medio”, decretó Petkoff.
El ministro de Planificación quedó al descubierto. Rechazó las críticas
y preguntó si la libertad de expresión ``es sólo patrimonio de los
diarios''. Afirmó que: "La libertad es un camino de múltiples sentidos.
Un medio tiene derecho a publicar lo que quiera, pero si yo soy
anunciante de ese medio y a mí no me gusta lo que publica, tengo todo el
derecho de decirle yo no meto más anuncios en tu periódico o en tu
televisora. ¿Yo no tengo derecho a anunciar en dónde me dé la gana?", se
preguntó Petkoff.
Teddy, en el séptimo aniversario de su bodrio y a días de que se venza
la concesión a RCTV pretende borrar de las hemerotecas públicas la
interpelación a la que fue sometido por la Comisión de Medios de la
Cámara de Diputados el 2 de abril de 1997, para que aclarara su
posición sobre la libertad de expresión. Allí reiteró: “La sociedad
tiene derecho a protegerse y cuidarse de los medios (...) ¿quién
controla la línea informativa de los medios? Porqué cuando el Estado
actúa, o cuando un gobernante habla, todos lo controlan. Pero cuando un
canal veta o desveta, o cuando un periódico veta o desveta, ¿quién
controla eso?”. Cuestionó el exceso de la violencia en la programación:
“La sociedad tiene derecho de decirle a la televisión: yo no quiero
seguir viendo esa basura, porque son mis niños, quienes lo están
mirando”, frase celebre de un converso.
Cabe preguntarse, ¿quién ha controlado a Petkoff y sus campañas
antigobierno, no sólo durante los ocho meses que dirigió El Mundo,
junto a su mancebo Juan Carlos Zapata, sino después al frente de Tal
Cual.
En conclusión. En el nuevo aniversario del bodrio Tal Cual, Teddy merece
dos condecoraciones: una por haber sido el ministro más versado en
comprometer el futuro de miles de ciudadanos de un país con los Ven18, y
asegurar con el producto de ese asalto a la nación hasta la quinta
generación de su descendencia; y otro, por mantener a flote el
excremento periodístico más censurable del continente, el cual sólo en
un país con verdaderas libertades puede seguir circulando sin ninguna
restricción. La doble moral y la mentira encontraron en Tal Cual piernas
largas.