Cuando Marcel Granier consideró que el buen Lázaro Candal ya no le servía más para ganar dinero, le dio un buen puntapié por el trasero y lo corrió como un perro de la planta televisiva que montó con nuestro espectro radioeléctrico. Poco le importaron a Granier 16 años de fructífera carrera como narrador deportivo, deleitando con su estilo único a generaciones y generaciones de venezolanos. Luego o casi inmediatamente después vendría el turno de César “Nanú” Díaz, Pepe Delgado Rivero y Humberto Bejarano. Todos ellos fueron echados a su suerte, después de ofrendar casi toda una vida, tanto a la audiencia, como a las finanzas del despótico “lord” aterciopelado. Así es el capitalismo salvaje, todo incluso los humanos tienen un tiempo de “vida útil” que lo determina San Billete, cuando se cree que este ha expirado hay que deshacerse de la carga. No importaba que Nanú o Lázaro aún estuvieran en sus cávales y fueran capaces de realizar su trabajo con el profesionalismo de siempre, había que echarlos, por aquello del refrescamiento de la imagen. En fin de cuentas, eso no era nada nuevo en Bárcenas, Kiko Mendive, Nelson Paredes, Marieta Santana, y Pedro “El Gato” Soto fueron sólo algunas de las otras víctimas de esa extraña política de deshacerse del personal, después que el mismo ha cumplido 15 años o más sirviendo al patrón. Algo así como las espantosas clínicas de reposo o depósitos de viejitos, donde las familias se desprenden de los abuelos, para no tener que pasar la pena de pasearse con la doñita en una silla de ruedas o que llegue una visita y pille a la familia cambiando un pañal de adultos. Susto que vergüenza, eso jamás. La lógica capitalista es así, lo que no sirve se bota y mientras más duro patees lo que supuestamente no sirve, mejor. Hasta ahí nada nuevo bajo el sol, lo que si es nuevo es que por su ceguera política y su acendrado odio, los disociados ahora la han emprendido con el pobre Lázaro. Su delito: aceptar la narración de la Copa América 2007, junto a su hijo Alex y el infaltable Nanú. La jauría hambrienta ha caído sobre el pobre hombre, ya no es un narrador divertido del cual nunca nadie se acordó cuando Marcel lo pateó. Ahora es un “Gallego, viejo, arrastrado, lame pisos, vende patria, sucio, traidor, vendido, muerto de hambre, etc, etc, etc”, y todo porque el hombre quiere seguir haciendo lo que mejor sabe hacer: narrar fútbol. Todo, porque a pesar de ser gallego es mucho más venezolano de los que han nacido acá y sabe que el deporte es algo tan sagrado y sublime que trasciende cualquier miseria humana. Todo, porque no se prestó al juego de algunos locos dementes que siguen deseando con toda el alma que la Copa fracase, únicamente por su odio contra Chávez. Gracias a Dios esos locos cada vez son menos, y la Copa no sólo será un éxito sino que servirá para relanzar nuestro fútbol al sitial de honor que siempre ha merecido. En hora buena Lázaro que bien TEves, bienvenidu Lázaru querido sigue narrando el furbo como sólo tú lo haces, jolines.
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