Vino con paso lento mientras sus ojos escudriñaban fraternalmente a los presentes. Sin aparatos de seguridad, sin halo de poder intimidante, con su vicepresidente como acompañante y con la mano bien abierta para homenajear la solidaridad de los pocos, privilegiados, que ahí estábamos. La Paz, Bolivia, Salón Rojo del Palacio Quemado. Primero de mayo. Más de 12 mil firmas solidarias estampadas electrónicamente desde todo el mundo para hacerse presente en Bolivia a estas hora de tensión y decisiones, hora de balances y profundización.
Un grupo pequeño de la Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad (Carmen Bohórquez, Fernando Báez, Adolfo Pérez Esquivel, Nora Cortiñas y yo) asumimos la tarea de representar, al menos esta vez, lo que sabemos es voluntad, patente y latente, de hacer saber al pueblo boliviano de qué manera habita en los corazones y en las cabezas la solidaridad cierta y decidida, no necesariamente a-crítica y sí fraternal siempre, con el proceso revolucionario boliviano.
Fue un encuentro informal y generoso como pocos. Cada uno de nosotros tuvo oportunidad de saludar al presidente Morales, decirle unas palabras liberadas de todo individualismo, escucharlo de cerca, percibir su temple y algunas de sus emociones más a flor de piel en esas horas. Días difíciles no sólo por la cantidad de tareas que normalmente tiene un presidente, días difíciles porque a las oligarquías serviles se les antojó desplegar su berrinche de inventarse un país propio, quedarse con los recursos energéticos bolivianos y financiar un golpe de estado contra "la indiada" , como gustan de vociferar los lebreles del capitalismo.
Esa "indiada", tan odiada por la burguesía boliviana, estaba en la plaza, llenando con el alma de una revolución - ya finalizado el acto del primero de mayo- la atmósfera de nuestro encuentro con su líder. Escuchábamos hasta el Salón Rojo, la música y las voces de la unidad llamado a luchar sin reservas contra la agresión imperialista, en estas horas y siempre. Obreros, campesinos e indígenas a una sola voz revolucionaria, entre consignas de lucha y música con alma rebelde.
Así, visto muy de cerca y mientras estrechábamos su mano con un abrazo compañero, a uno se le agolpan mil preguntas y no pocas ganas de aportar mucho más que gestos solidarios, por más firmas de intelectuales que seamos capaces de reunir. Las urgencias en Bolivia son inmensas. A uno la palpitan en pecho algunas desesperaciones amorosas cuando mira lo que falta y lo indispensable. Queda claro que es fácil "desesperarse", que es muy fácil pedirle más al presidente Evo; que decida, que haga, que profundice... uno sabe que es muy fácil imaginar soluciones, inventar proyectos, intelectualizar tesis. Uno busca datos, escucha voces, se acerca como puede y se antoja. Y uno sabe que lo "fácil" es, a veces, sospechoso y no pocas veces irresponsable. Evo nos escucha, nos mira, no pierde la sonrisa cálida, su mano sobre las espaldas de sus interlocutores nos acerca a la historia de una lucha en desarrollo desigual y combinado. Uno sabe que él quiere más de lo que a estas horas puede. Uno sabe que puede más de lo que a veces quiere y uno sabe que en muy poco tiempo ha dado pasos progresistas importantes, y aun insuficientes. Dicho por el propio presidente Morales.
Vino Evo, hizo una pausa contra los agobios de la lucha, gracias en mucho a las gestiones del embajador cubano Rafael Dausá Céspedes, para privilegiarnos con su saludo amigo que, a esas horas, nos regaló semejante atención generosísima como si no tuviese encima las preocupaciones más terribles bajo el cañoneo mediático burgués inclemente y las conspiraciones imperiales. Vino, nos miró y nos escuchó. Aceptó el abrazo, las informaciones de la hora, las opiniones y las sugerencias. No fue sólo una cortesía ni un acto de campaña electoral. Hubo respeto admirable y fue visible, para todos, el gesto reflexivo de un líder que anota en su memoria lo que le gusta y lo que le disgusta en horas de valoración política decisiva.
Será preciso para nosotros, visitantes solidarios, estudiar la coincidencia entre nuestras "ideas" y los programas de lucha que, desde abajo, presionan democráticamente a su líder y lo cuestionan –como debe ser- para que apure pasos al rimo de la historia revolucionaria mundial y de Bolivia. Será necesario caminar hombro con hombro con los obreros, los campesinos y los indígenas bolivianos. Ser de ellos para que, incluso, todos los intelectuales y los artistas, además de los ya solidarios, de una vez por todas, se queden al lado de la revolución no sólo en las coyunturas.
Contribuir en la Batalla de las ideas, la revolución de la conciencia, el combate contra el terrorismo mediático y tomar lugar en la Guerra Simbólica para que Bolivia y la revolución mundial, deje de estar a merced de la agenda alienante imperialista, para que abandone todo grado de orfandad en materia de Políticas Comunicacionales Revolucionarias apoyándose en una Corriente Internacional de la Comunicación hacia el Socialismo. Contra el bloqueo mediático, contra la alienación y en la búsqueda de los lenguajes nuevos para garantizar que no repetiremos el discurso, ético o estético, del patrón. Habrá modo de mirar la contribución de la Red de Artistas en Intelectuales en defensa de la Humanidad, más temprano que tarde. Es buena hora.
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