"No te preocupes Carlos, después de una traición siempre viene un amor dulce", le dijo Pedro Chacín a un amigo que por esos días sufría un despecho inconmensurable, como todos los despechos. Y es que el amor para Pedro siempre fue una quimera, muy cercana al desvarío. Supo de traiciones. Supo de amores eternos. Tal vez por eso se dedicó, en algún momento de su vida, por casualidad en las postrimerías de su paso por la tierra, a diseccionarlo, disecarlo, despojarlo de sensibilidades y convertirlo en una rutina o subrutina, que ayudaría al más insípido de los hombres a convertirse en un levantador de mujeres, en un slugger con average intimidante.
Hombre de letras, pero también de números, se empeñó en demostrar desde la seriedad d el humor, que el levante, o el zampe, como dicen ahora los chamos, puede tener una receta. Lo escribió en una revista famosa, Feriado y en una aventura editorial, Letras, el periódico universitario.
Aunque el Manual del levante fue lo que dio la fama, y no sólo aplausos por que más de una feminista lo colocó en el altar de los "objetivos masculinos", Pedro discurría con facilidad en cualquier fuente periodística. Así fue como lo vimos trabajar en publicaciones económicas, políticas, de farándula y humorísticas. En todas esas fuentes dio de que hablar. En todas dijo. Y dijo con desparpajo, osadía, sabiduría y humor. El Pedro periodista vivió con fuerza, con excelencia, con un estilo, un sello especial, tal vez de sinceridad extrema, que hizo que sus crónicas rayaran muchas veces en la provocación.
La otra vertiente que alimentó, con la misma dedicación y desparpajo, fue el arte de la amistad. Era un incondicional. Sus amigos y amigas eran su trocha, su recodo. Junto a su familia construyó un reducto, una muralla, una fortaleza de solidaridad y amor, que ha sobrevivido estos últimos quince años, a prueba de cataclismos y deslaves.
Para recordar a todos esos Pedros nace una Edición Homenaje, Otra vez Pedro siempre Pedro, editado por MDC Producciones (2008) en la que convocamos a quienes, a través de las letras y las imágenes, lo dibujan como ser humano, y por supuesto, su Manual del Levante, con otras pedradas incluidas, para mostrar a propios y extraños la valía de su pluma.
(*)Periodista
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