No serán fáciles de transitar los próximos meses. Los venezolanos pareciéramos destinados a vivir en una permanente confrontación, sin tregua ni descanso. Aquí está negado el espacio para el disfrute de los inmensos logros que como colectivo hemos alcanzado. Pocos los conocen en profundidad.
Lo urgente sigue privando sobre lo importante en las estrategias comunicacionales del Gobierno, forzado de manera permanente a responder los ataques que se le vienen encima desde distintos frentes.
Y el otro lado no da descanso, envenenado como está, en su afán de no conceder ninguna tregua a Chávez, sin importar si con ello se llevan por delante el futuro del país. El enceguecimiento colectivo de la oposición no admite lugar para el análisis, para el reconocimiento de aquello que nos beneficia a todos como nación.
La exaltación de la violencia y de la inseguridad termina siendo tal vez uno de los principales detonantes de ella misma.
Dicen los expertos que cuando se hace público un suicidio se potencia la posibilidad de que ocurra otro. Acción por imitación. La inseguridad existe y es un grave problema que nos afecta a todos, más la profusa información que colma las páginas de los periódicos y de los medios radiales y televisivos termina siendo un peligroso estimulante para la delincuencia. Impunidad más promoción pueden ser aliciente para las mentes criminales. Pero los medios han convertido a la noticia de sucesos en espacios privilegiados. Las llamadas "páginas rojas", como se conocían antes de Chávez las dedicadas a los hechos criminales, tienen ahora una carga rojita claramente intencional.
Nada se va a escapar de la manipulación en los próximos dos meses. Resultará verdaderamente interesante, probablemente expresión de múltiples desafueros, la estrategia que tendrá bajo la manga la oposición, para quitarse de encima ese techo del 40 por ciento que nunca ha podido romper. Apelarán nuevamente al sentido de pertenencia de los venezolanos, no para con el país lamentablemente, sino hacia sus posesiones particulares, que parecieran el fin último de la realización como ser humano para muchos de quienes habitan en este país.
Queda pendiente saber qué va a hacer ese 35 por ciento de abstencionistasquesehamantenido más o menos constante, puntos más, puntos menos, en su poco comprensible decisión de permanecer al margen de una situación que les afecta directamente. Nadie puede declararse inmune a este proceso de reconstrucción del país que ha costado tantos esfuerzos y por el que se ha pagado un precio muy alto. En ese 35 por ciento debe haber mucha gente que ha recibido directamente los beneficios de las políticas gubernamentales, pero que no se atreven a la manifestación pública de reconocimiento para evitar el rechazo de sus vecinos o sus amigos,tandadosaestigmatizaryexcluir a quien no piense como ellos. Ese closet ha permanecido herméticamente cerrado a lo largo de la última década.
Pareciera que nada les conmueve ni nada les afecta. En su indiferencia no saben que todo lo que acontezca de ahora en adelante no les pasará de lado.
Tendrán que salir si no quieren que la historia los atropelle.
Mli- nar2004@yahoo.es