No sé, pero me da la impresión que de un momento a otro un buen número de personas inscritas en el antichavismo van a reclamarle a los grandes medios privados que respeten su inteligencia.
Esta sensación me viene siempre que veo a conductores de programas de opinión hablando de una enmienda que permitiría –según ellos- la “reelección perpetua de Chávez”, tal como sí ese fuese el tema a enmendar en la constitución.
Y no es que yo considere que estos antichavistas vayan a votar a favor de la enmienda el próximo 15 de febrero; nada más lejos de mis conclusiones. No, ellos igual votarán contra la enmienda, pues entienden que están obligados por su postura política a cerrarle el paso a la posibilidad de que Chávez sea candidato presidencial en el 2013.
Tengo esta sensación porque en otras oportunidades he escuchado a varios de mis amigos antichavistas molestos por el trato que los grandes medios privados les dan. Se sienten aturdidos por tanta manipulación.
Por ejemplo, uno de ellos me decía que se sintió estúpido el año del paro petrolero, cuando una encopetada mujer, quien había ocupado un alto cargo en PDVSA, dijo por estos medios que la gasolina traída de Brasil en ese momento iba a dañar los motores de los vehículos.
Él prefirió guardar su carro en el garaje y andar como un peatón más, entre el accidentado servicio de transporte público, costosos taxis y caminatas obligadas, ante la alharaca armada por los medios con la denuncia de la tal experta. Poco a poco se dio cuenta que sus vecinos usaban la gasolina venida de Brasil y sus vehículos funcionaban normalmente. Se sintió ridículo por creer las mentiras de los medios.
Una amiga me decía que durante los días de debate en torno a la Ley de Responsabilidad Social de Radio y Televisión, odió a Chávez al máximo porque esos medios le advertían que con la ley Resorte se acabarían las telenovelas. Y se lo decían artistas de su preferencia en repetidas cuñas televisivas.
Una vez aprobada la Ley y continuando ella viendo sus telenovelas, sin restricciones, terminó odiando a estos medios y hasta a los artistas de las cuñas.
Otro amigo, todavía militante masista, quien desde la división del PCV y el nacimiento del partido naranja se hizo ferviente teodorista, leía con alegre entusiasmo cada uno de los editoriales donde Teodoro Petkoff anunciaba la catástrofe que traerían algunas de las medidas económicas del gobierno chavista.
Bien cuando Chávez pidió aquel recordado “millardito” o cuando se anunciaba el control de las tasas de interés, se volcaba sobre los editoriales de Tal Cual para bailar en una sola pata, pues la anunciada crisis traería la caída de Chávez.
Tras cada editorial de estos venía una nueva frustración, pues ni se daba la catástrofe anunciada, ni Chávez sufría trastabillo alguno en la Presidencia. A la final ha dejado de leer a Teodoro.
Otro viejo amigo –antichavista-, quien en sus años universitarios fuese un fogoso dirigente estudiantil, quien por salir a manifestar a la calle, los mismos medios que hoy aplauden las manifestaciones de los estudiantes de derecha a él lo llamaron “maleante”, “delincuente”, “terrorista” o “antisocial”, siente que esta postura de los medios es deshonesta.
Estos ejemplos –y conozco de varios otros- han despertado esta sensación en mí. Considero que si estos medios no se enmiendan a tiempo, el triunfo del Sí el 15 de febrero va a ser tan arrollador que el 16 podrían quedar con pocos televidentes.
salima36@cantv.net