Sabemos que Mario está de reposo, y que en unas semanas tomará de nuevo el timón de sus fascinantes trabajos en La Hojilla. En estos días, cuando llegan las 10:30 de la noche y no está allí Mario con sus análisis agudos y sus sensibles alertas sobre lo que nos rodea, sobre lo que nos amenaza en el papel de desvelar esas mentiras pertinaces y monocordes de la derecha maldita, se siente un notable vacío. El trabajo de Mario ha sido esencial para la comprensión de lo que cada día buscan y nos sirven los medios poderosos. Porque esta revolución es una lucha por levantar conciencia frente a la diaria guerra de los medios contra el pueblo. Nadie concibe el tremendo trabajo que significa estar ocho horas (y a veces más) revisando noticias falsas y criminales, una tarea muy desagradable, dura y cruel para enfrentar ese terror sobre la mente que todos los medios poderosos del mundo lanzan sobre Venezuela. Revisar constantemente el pasado, hurgar sin pausa ni descanso en los periódicos viejos, en las revistas, en libros y documentales para ver lo que se persigue. Ese auscultar en el pensamiento, en las maneras, el lenguaje, en las imágenes que proyectan esos hombres y mujeres vendidos al sistema, y que pretenden aparecer como ovejitas de lo más inocente. Ese engaño envuelto en mil biombos y flores, adornadas con los más bellos decorados y que llevan por dentro la ponzoña de millones de alimañas, requiere además la bendición de una descomunal memoria selectiva; todo, para poder relacionar además un enjambre de materiales que se generan día a día.
Mario merece un homenaje del pueblo venezolano por esa obra de una exigencia intelectual de envergadura, que provoca en los locos de la oposición profundos deseos de matarle, de atentar contra su vida. Mario cuando se ubica en su centro de trabajo para desarmar a esa oposición criminal lo primero que se dice es: “Me van a soñar, grandísimos hijos de puta”. Porque en verdad que cuántos complots no ha logrado desactivar el programa La Hojilla, cuántas alarmas horribles no ha echado por el suelo, cuántas argucias de los estudianticos maricones de manitas llenas de mierda no ha puesto al descubierto. Miles de horas de vuelo en ese demoledor trajinar, dándole al “ratón”, recopilando datos y hechos, y a la vez disfrutando en sus tareas de investigador policial, de armador de intrincados rompecabezas. Porque hay unas de cal y otras de arena, y Mario es un hombre que sabe disfrutar de la vida; que conoce la buena música y los clásicos de la literatura, un hombre leal a la causa de la revolución bolivariana y a la lucha de nuestro presidente Chávez como muy pocos. Mario es el comandante Chávez de la guerra mediática. Si algo lamentábamos muchos de sus seguidores cuando se lanzó como candidato a Gobernador de Carabobo era la pérdida que iba a sufrir VTV, el que fuera a dejar su programa. Es que hay trabajos en los que determinadas personas son realmente insustituibles, y Mario lo es en el suyo. Todos te deseamos una pronta recuperación, Mario, y que ojalá con los amigos que te acompañan, como Amorín, puedas crear una escuela. Un gran abrazo, querido amigo.
Por otro lado está la ausencia que ahora vamos a padecer con la salida del aire de “Los Papeles de Mandinga”. Es otro estilo pero igualmente demoledor y básico en estos momentos, porque nunca se puede decir en esta lucha que la guerra mediática por nuestra parte está ganada. Nolia enfrentó a todas las mafias llamándoles sin tapujo por lo que son: cobardes, pendejos irredentos, bolsas, traidores, criminales… Tocándoles en esas huecas mollejas a los Rosales, a los muérmicos frailes de Luis Ugalde, Baltazar Porras, el Padrón, el Lucker, el Ofidio Pérez, que siempre llevan por dentro a un inquisidor,a un maldito generador de guerras civiles, de muerte y depravación. Nolia, pinchándoles las enormes caderas a esos tóxicos floridos de los estudianticos manitas blancas, a los chanchos de Fedecámaras, a los canallas del Julio César Pineda y demás lacayitos de Globovisión. Esa hurgadera con el dedo inclemente de Nolia a ese océano de “gallitos” que todos los días salen a cacarear y a pedir que el país se hunda porque se saben apoyados por el Departamento de Estado… para esto hacen mucha falta estos severos y decididos analistas.
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