Si bien en algunas partes del mundo se realizó lo que algunos dieron por llamar una “Marcha contra Chávez”, a pesar de las consabidas estrategias perseguidas y de los cientos de personajes que convenientemente se multiplicaron bajo las intencionales “cierres de cámara” que realizarían los principales medios trasnacionales de la comunicación, dichos eventos dejaron indiscutiblemente de relieve que el liderazgo y la imagen del presidente venezolano es cada día más notorio e inevitablemente ha comenzado a trascender de las propias fronteras de Venezuela y Latinoamérica.
A diferencia del anterior la popularidad de Obama ha venido decayendo en los últimos tiempos tras su reiterado afán por titubear y desconocer lo que fueron “sus promesas de campaña”, sobre todo a las que se refieren a las empantanadas guerras de Iraq y Afganistán. El desconsuelo presente en los sectores humildes y medios de los Estados Unidos, ahora aun más pauperizados por la histórica crisis económica que los asola, está originando la organización y movilización de algunos sectores que con alarma vienen alertando y denunciando las profundas contradicciones e implicaciones al mantener o aumentar el gasto militar. Cada vez son más y mejores las películas que denuncian la absurda ridiculez en la prolongación de dichas guerras, solo por nombrar una de las implicaciones obvias que han venido desarrollándose a partir de la organización de estas manifestaciones.
A pesar de que diariamente se hace cada vez más inevitable que se filtre la información sobre cómo por los cuatro costados del mundo miles de seres humanos diariamente mueren a consecuencia de enfermedades fácilmente curables de tener los medicamentos, y de que otra buena parte sucumbe de hambre y a consecuencias de las instintivas guerras; los principales culpables de todas estas calamidades han parecido encontrar a quien endosarle todos sus delitos y ascendiéndolo a nada menos que al estatus de “amenaza planetaria” han organizado una marcha mundial contra él.
Aun cuando suponemos que el poderoso control y magnetismo que aun mantienen sus medios de comunicación alrededor del planeta ciertamente se hayan intactos algo deberá estar sucediendo cuando no han sido suficientes para contener y lograr descalificar la imagen y el liderazgo del presidente venezolano en el mundo. Efecto que le ha servido también para que en su propio país re posicione su popularidad, hecho que indiscutiblemente ha atormentado a las propias encuestadoras privadas que sin poder explicarlo han preferido hacer mutis del acontecimiento.
El fenómeno Chávez solo puede comprenderse y sostenerse bajo la inmensa necesidad existente en el “espíritu de nuestro tiempo”, el cambio hacia un nuevo paradigma y una nueva sociedad, un nuevo renacimiento.
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