Marx no solía hablar de sí mismo como filósofo, historiador o economista –pese a ser todo eso a la vez- sino como crítico de la sociedad y, por tanto, el método de investigación marxista es la crítica social que en este artículo utilizamos para reflexionar sobre el arte del engaño como estrategia comunicacional del capitalismo.
Es un hecho irrefutable que el capitalismo, al ser la sociedad clasista con mayor grado de polarización a lo largo y ancho del devenir histórico de la humanidad, asume las consecuencias del extremo grado de desbalance de los incontables duplos de aspectos opuestos y complementarios y, en consecuencia, se le hace exageradamente evidente su paradójica naturaleza que le dificulta gravemente el enmascaramiento de que el crecimiento de uno de los factores se logra a costa del decrecimiento de su par opuesto y complementario.
En los inicios de la sociedad capitalista, en virtud del incremento apreciable de su productividad en comparación con el precedente feudalismo, los integrantes de las clases explotadoras y explotadas resultaron beneficiadas, pero a medida que ha avanzado su devenir histórico, la acumulación de riqueza de los más ricos marcha paralelo al incremento de la pobreza y la miseria de los más pobres. Dicho en otros términos, el proceso de desarrollo histórico de la sociedad se encarga de sacar a flote su esencia explotadora.
La libertad, la igualdad y la fraternidad, por ejemplo, estandartes de la emblemática Revolución Francesa a través de los cuales ésta reflejó el típico estado balanceado de las etapas sociales progresistas, han tenido igual suerte. Nos conseguimos así con la etapa neoliberal donde la libertad para monopolizar, la igualdad del tratamiento preferencial y la fraternidad que el Estado le dispensa a las grandes empresas transnacionales se incrementan al mismo ritmo que la restricción de los puestos de trabajo, de la desigualdad de los ingresos y de la hostilidad social, tanto a nivel nacional como internacional.
Esta especie de cancerígena metástasis social capitalista reflejada en el acelerado crecimiento del desbalance de los factores sociales opuestos y complementarios, nos apunta el carácter indispensable que el arte del engaño adquiere en el ámbito de una estrategia comunicacional cuyo propósito medular es el enmascaramiento del rostro de una etapa decadente totalmente exenta de motivadoras verdades.
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