La desvergüenza de la oposición neoliberal: "Privatizar para crecer"

Aquí en esta fotografía se puede ver a Petkoff y Poletto en plena euforia neoliberal privatizadora, entregando SIDOR a un consorcio privado internacional del que formaba parte la Sivensa de Pedro Carmona y la familia Machado de Maria Corina, así como la transnacional Ternium del multimillonario Pablo Rocca. Al ex ministro de Cordiplan y al antiguo Presidente del Fondo de Inversiones se les ve la cara de satisfacción por el éxito de la operación, posando bajo el slogan de su política económica: “privatizar para crecer”, que llevó al país a una de sus crisis económicas y sociales más profundas de la segunda mitad de siglo XX.

Alberto Poletto, Pablo Roca y Teodoro Petkoff.
Credito: Archivo

A partir de 1993, el nefasto gobierno de Rafael Caldera dirigió su política económica hacia la profundización del neoliberalismo salvaje con la llamada “Agenda Venezuela”, basada en buena parte, en la privatización de todas las empresas estatales, incluyendo a PDVSA bajo el artificio de la “apertura petrolera”.

Para llevar adelante su programa neoliberal, Caldera se hizo de los servicios del ex guerrillero Teodoro Petkoff, quien para el momento llevaba un buen tiempo criticando al jefe del chiripero por no llevar al MAS, su “marido cornudo”, al gabinete ejecutivo. Petkoff nunca escondió entonces su euforia neoliberal y privatizadora. En entrevista otorgada a Gustavo Machado y otros empresarios de Sivensa, el ex ministro de Cordiplan afirmaba sin tapujos: “Este año están planteadas las privatizaciones del sector aluminio, de 49% de acciones de CANTV, Aeropostal, el Hotel Humbolt, el teleférico; se iniciará la privatización de Sidor. Por el lado de Fogade, se reprivatizarán el Banco de Venezuela, el Consolidado, compañías de seguros, empresas, aviones...” (Venezuela Analítica, Febrero de 1997), y pare Usted de contar…

En efecto, entre 1996 y 1997, el gobierno de Caldera con Petkoff y Poletto al frente, privatizó hoteles, bancos, compañías eléctricas, acueductos, rellenos sanitarios y otros bienes y entes del Estado que superó con creces las privatizaciones de CANTV y VIASA que había realizado el anterior gobierno de Carlos Andrés Pérez. En 1997, Caldera dio el ejecútese a la Ley de Privatizaciones que permitió llevar adelante la privatización de SIDOR, el mayor complejo siderúrgico de toda América Latina, así como de otras empresas de aluminio de la Corporación Venezolana de Guayana. También facilitó la entrega “en concesión” de la administración de obras y servicios públicos, así como la construcción, mantenimiento y administración de carreteras y autopistas a empresas privadas extranjeras, como lo fue el Sistema Vial de la Autopista Caracas-La Guaira, que jamás construyó el viaducto prometido y que terminó siendo un desfalco para la nación y el bolsillo de los venezolanos.

Y como premio a la oligarquía neoliberal que se adueñaba de Venezuela, el ministro Petkoff logró desbancar el ahorro de los trabajadores por medio de la reforma al régimen de prestaciones sociales con la promesa de más empleos y mejores salarios que nunca llegó y por lo que jamás rindió cuentas a la nación.

La aplicación de este neoliberalismo salvaje además hundió el precio del barril de petróleo por debajo de los 10 dólares, mientras la economía se contraía precipitadamente en un país hipotecado, privatizado, con una inflación gigantesca que solo en 1996 había superado el 103 por ciento, así como altísimos índices de pobreza, hambre y desnutrición que sobrepasaban al 80 por ciento de la población.

El fin ulterior que persiguió esta política neoliberal era la destrucción del Estado con la privatización de todos los bienes y servicios públicos. La lógica neoliberal consistió en auspiciar el colapso de la administración pública para que sus bienes y servicios fueran a parar a manos privadas. Paralelamente, los medios corporativos creaban una matriz de opinión en la que se presentaba al Estado como un ente incapaz de mantenerlos y administrarlos. De esta manera, el gobierno asumía una política de abandono de la infraestructura, bienes y servicios básicos de luz, gas, combustible y redes viales a favor de la privatización.

Esta política neoliberal de saqueo, atraso y destrucción es lo que sigue promoviendo la derecha oposicionista en Venezuela, sus medios de comunicación corporativos y las anacrónicas viudas del puntofijismo, todos ellos fieles representantes de la oligarquía neoliberal privatizadora.

Sin embargo, ahora acusan al Presidente Chávez se estar “dedicado en cuerpo y alma a privatizar nada menos que a Pdvsa” (Tal Cual, 28 de octubre de 2010), cuando precisamente ha sido el único Jefe de Estado de la histórica contemporánea de Venezuela que ha rescatado el patrimonio del Estado venezolano, incluyendo a su industria petrolera y complejo siderúrgico para el desarrollo del pueblo venezolano y el progreso de la patria.

Con un rabo de paja tan inflamable y toda esta carga privatizadora a cuestas, el oposicionismo que todavía le rinde culto al paradigma neoliberal no debería seguir tratando de manipular al pueblo venezolano, asumiendo que todos somos pendejos y no recordamos la barbaridad que cometieron contra Venezuela.

“Privatizar para crecer”, decían Petkoff, Poletto y su camarilla puntofijista para defender y aplicar a mansalva las políticas salvajes de privatización. ¡Que desvergüenza!

El autor es Internacionalista y puede ser contactado al email agd1967@yahoo.com



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Antonio Guillermo García Danglades


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