Por estas tardes, el candidato Capriles, volvió a dar una desoladora rueda de prensa. No se si los periodistas se dan cuenta de la vaciedad, pero, en todo caso, no tienen más remedio que estar ahí. Es su trabajo.
Sucede también, y desde hace tiempo, que ellos, los periodistas, saben que ese trabajo no es para informar, como se dice, veraz y oportunamente, sino para manipular a favor o en contra de algo o alguien. Eso es lo que regula su disposición a jorungar los pliegues de la información.
Y en ese escenario vimos al candidato Capriles, sacar un papelito que le escribieron sus asesores, para responder una pregunta sobre el decretado aumento del salario mínimo. En ese papel se decía que ese salario mínimo, del que hace alarde el Presidente, era insignificante si se relacionaba con lo que, eufemísticamente, llamó el dólar paralelo. Así de sencillo.
No debería ser necesario explicar que la negociación de divisas, mercancías o drogas a través de un mercado negro, que es ese su verdadero nombre, está penalizada por las leyes de cualquier país, por más que gente como la que acompañe a Capriles, lo vea como si se tratara de Quinta Crespo.
Pues bien, luego de oír a ese aspirante a la jefatura de un Estado de derecho, hacer uso de tan insólito análisis, ya no habría de sorprenderse si le escuchamos, en la próxima rueda de prensa, decirles a los periodistas que, dado el valor de la cocaína en el mercado “paralelo”, un sueldo como ese apenas alcanzará para meterse un pase por semana.
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