Contra ella se han esgrimido un abanico de “evidencias” que no son tales, de críticas autorreferentes del tipo “no porque no”, de llamados a recoger firmas para abrogarla en referendo desde el propio día de su promulgación sin siquiera haberla leído, de sesudos análisis que dejando de lado los justos beneficios se gastan en advertir las supuestas amenazas que traerían especialmente a las trabajadoras, de líderes quejándose aún hoy del “hermetismo sobre el contenido de la Ley” a pesar de estar disponible en incontables portales electrónicos e inclusive en prensa nacional. Como vemos, “argumentos” que no son tales y que resulta necio intentar desmontar: simplemente se caen por su propio peso.
A este saldo ya de por si lo suficientemente lastimoso, hay que agregar algo peor: los tercos intentos de algunos por manipular a la población, cometiendo un doble menosprecio al desconocer las innegables mejoras para la clase trabajadora y la capacidad que cada quien para analizar y comprender la Ley.
Pero claro, basta conocer el perfil de quienes critican para saber el porqué de tan mezquina actitud. Un candidato que en otro arranque de genialidad declara sin que le tiemble una ceja no trabajar, una central obrera que no puede con el pesado fardo de haber vendido la seguridad social de la clase trabajadora durante los últimos suspiros de la IV República, unos “dirigentes” que sin dirigidos denuncian tan rabiosa como injustificadamente la falta de discusión de la Ley a pesar de las miles de propuestas de trabajadores y trabajadoras que fueron consideradas… ¡Así será de buena la Ley para el Pueblo que ellos no la apoyan! ¿Hacen falta más argumentos a favor?
A ellos, respondemos con alegría: ¡Qué viva la LOTTT!