Una premisa básica en toda estrategia política reza que no se debe subestimar al enemigo. Luego de dos contiendas electorales en el teatro político venezolano en menos de siete meses considero que, en cierta medida, el chavismo “duro” violó dicha premisa y subestimó la candidatura de Henrique Capriles Radonski, en especial el impacto que obtuvo su discurso político. Sobre este hecho quiero hacer algunas reflexiones.
Los números no mienten (aunque puedan ser manipulados para engañar). Con el 99,34 % de las actas transmitidas las cuales indican un universo de 18.780.476 de electores, el candidato Henrique Capriles obtuvo 7.302.641, mientras que el electo Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro Moros, obtuvo 7.575.506, dejando una brecha de 50,78% a 48,95% en favor de este último (272.865 votos de diferencia). Ahora, las cifras son cifras, pero la interpretación que se establezca de las mismas depende, tanto de la perspectiva política de la cual se parta como de las conclusiones que previamente se quieran establecer.
Siendo que el registro electoral de las elecciones del 7-O fue el mismo presentado el 14-A, que la participación de electores fue, respectivamente, de un 80,48% y 79,78%, y que la brecha electoral que dio la victoria al Comandante Hugo Rafael Chávez Frías y luego a Nicolás Maduro Moros frente a Henrique Capriles disminuyó unos 9 pts.; podemos concluir algo simple, a todas luces evidente. La oposición sumo votos que hace sólo 6 meses habían estado del lado del chavismo. La pregunta de rigor sería ¿Por qué esta migración electoral? Creo que parte de la respuesta está en el impacto del subestimado discurso político de Capriles.
Hay una idea central que atravesó el discurso opositor, tanto en la contienda del 7-O como en la del 14-A. Se trata de la idea de cambio. La idea de cambio es vieja en el imaginario político venezolano, y su uso retórico está lejos de ser descubierto por aquellos que aún no tiene una conciencia política clara. El movimiento retórico es simple. Se utiliza un concepto vacío de contenido que puede ser llenado subjetivamente por cualquier experiencia que concuerde con los presupuestos de fondo. Para llenar dicho vacío no se recurre a la posible validez o invalidez del propio discurso, sino a las pulsiones inconscientes (emociones y sentimientos) que se manejan de manera implícita e indirecta. Para ello, se genera una situación negativa e imaginaria generalizada erróneamente a partir de ejemplos individuales que, lejos de sustentar dicha generalización, sólo recrean una visión de la totalidad de la realidad caótica y manipulable, que se amolda al alcance de la experiencia individual de cada sujeto.
No en vano desde la llegada de la Revolución Bolivariana se ha establecido una amplia red de des-información virtual a través de los medios de comunicación tradicionales y más recientemente por las llamadas “redes sociales”, desde la cual se ha representado de manera constante a la realidad venezolana como “catastrófica”, “caótica”, “insostenible”, etc. Sobre esta matriz, que viene nada más y nada menos de hace 14 años, cabalgó la idea de cambio utilizada por Capriles en su discurso político. No en vano, luego de la perdida física de nuestro Comandante, las baterías comunicacionales se dirigieron a la persona de Nicolás Maduro y sus “100 días de gobierno”, en los que hubo “paquetazos”, desabastecimiento alimentario, apagones eléctricos, etc.
El teatro político fue completamente preparado para que el discurso opositor calara en la población y, en especial, en aquel sector que aún no posee la claridad política y la conciencia revolucionaria con las cuales hubiese podido descubrir las falacias inherentes al discurso de Capriles.
El discurso fue simple, primera premisa 1- El país está sumido en un caos económico, político, social, etc. Este presupuesto se llena con alguna experiencia subjetiva y los sentimientos inconscientes que con ella se despiertan; por ejemplo, la muerte de un familiar genera dolor, y ese dolor puede ser generalizado hacia una evaluación negativa de la realidad de todo el país. No se buscan las causas reales ni se analiza la situación, sólo se ubica al culpable: El Gobierno Revolucionario. Segunda premisa, 2- Es necesario el cambio. Idea vacía cuyo contenido se llena a partir de los impulsos inconscientes ya generados por aquella situación negativa que se convierte en la realidad (virtual) que se necesita cambiar. Tercer premisa, 3. Si el gobierno no puede con la situación del país, el cambio tiene que venir de otro sector. Esta premisa se sostiene sobre las anteriores pero, fundamentalmente, se alimenta de las matrices generadas por los medios de comunicación de masas. Luego, la conclusión de rigor: El cambio soy Yo (Henrique Capriles Radonski). No importa los presupuestos de fondo, la tradición política en la que se fundamenta su discurso político o cómo se quiere cambiar la situación valorada como negativa. El centro se mueve en el cambio por el cambio, nada más.
Pienso que este movimiento retórico fue subestimado por el chavismo. Entre otras cosas porque, desde la conciencia política despertada por el pueblo que le permite ir a la raíz de los problemas y comprender que las luchas se dan dentro de la Revolución y no desde el apoyo a la derecha que ha descubierto nuevamente su rostro fascista, desde esa bella conciencia política que tiene el pueblo revolucionario, se pensó que lo que era facil de disernir y desmontar para un sector del pueblo lo era para la mayoría. Sin embargo, los resultados electores mostraron que dicha conciencia no alcanzó a la mayoría del pueblo que, en algún momento votó por el Comandante Hugo Chávez y, ahora, vota por Capriles.
En este sentido, si bien es cierto que la Revolución Bolivariana politizó al país, también pareciera cierto que esa politización no fue acompañada del despertar de la conciencia revolucionaria en la mayoría del pueblo venezolano. Moral y Luces Revolucionarias debe ser una de las consignas y prácticas que acompañen a la Eficiencia Revolucionaria en los próximos años de gobierno.
Dejaremos para una próxima entrada el análisis de otros elementos del discurso opositor y cómo dicho discurso pudo confundir y sigue confundiendo parte del pueblo venezolano. La cuestión problemática ahora sería, ¿Cómo traer de vuelta a aquellas personas atrapadas en el discurso opositor? De responder en la práctica a esta situación dependerá la continuidad electoral de la Revolución Bolivariana.
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