Ramón Guillermo y el golpe

Ramón Guillermo Aveledo fue un destacadísimo protagonista de todas las redes del poder cuarto republicano y ocupó roles fundamentales en la estructura legislativa determinada por AD y COPEI así como en cargos de dirección del partido social cristiano.

Eran épocas en las que en los cerros venezolanos una numerosa población se veía en la necesidad de comer perrarina ante la imposibilidad de poder comprar alimentos de la dieta diaria. También en la misma época se aplicaba la ley de vagos y maleantes para eliminar pobres y para encarcelar a numerosos dirigentes revolucionarios. Eran momentos en que la democracia resolvía con metralla inmisericorde toda disidencia y contradicción que no viniera desde los predios de los dos partidos que sostenían la democracia representativa.

Por entonces el social cristiano Luis Herrera, compañero de partido del señor Aveledo, asesinó con aviones artillados a un grupo de mujeres y hombres que cometían el delito de pensar distinto y soñar un país diferente y justo. Los asesinados eran en su mayoría estudiantes y dirigentes populares que se reunían en una zona boscosa de Cantaura. Necesario es decir que aquellos que lograron escapar al fuego artero de los aviones asesinos, fueron ajusticiados por los defensores de la democracia de entonces.

Era una época en que se asesinó a otro grupo de estudiantes revolucionarios en Yumare y en que toda protesta universitaria era reprimida a plomo limpio por los gobiernos democráticos que sostenía con su esfuerzo cotidiano el señor Aveledo. Por aquellos días la sangre de los estudiantes trazaba un dramático itinerario donde la muerte de la juventud era un asunto cotidiano.

Por allá, por aquellos antiguos y aciagos años que tanto rememora y ansía Ramón Guillermo, y en los que, como ya dijimos, el fue protagonista, arquitecto y diseñador de las dramáticas y cotidianas maneras de oprimir al pueblo venezolano, por aquellos días repito, estudiar era una actividad peligrosa y si no que lo digan Yulimar Reyes, Gonzalo Jaurena, Sergio Rodríguez y muchos otros que murieron en el intento de hacer la vida y la patria más hermosa

En aquellos días los comité de estudiantes sin cupo graficaban la exclusión de los sectores populares de la educación superior. Mientras tanto el señor Aveledo lanzaba discursos en el Congreso Nacional donde se identificaba a la democracia representativa como el sistema más hermosos de este mundo.

Ramón Guillermo hablaba.. hablaba.. y los viejitos eran reprimidos por el Alcalde Ledezma – hoy devenido en dirigente estudiantil - quien los acariciaba con el potente chorro de la ballena.

Decía Ramón Guillermo en el Congreso, que con la democracia todos los ciudadanos vivían en paz y bajo la sagrada protección del gobierno.

Era impensable imaginar a Ramón Guillermo propiciando golpes de estado. A quien se le podía ocurrir que un señor tan decente y culto intentase resolver las contradicciones políticas con una aberración semejante. No. Nunca. Jamás nuestro Ramón Guillermo podría hacer semejante cosa.

Pero ahora que Venezuela es uno de los países con mayor número de estudiantes cursando educación superior y ahora también que somos uno de los países que come más y mejor y ya no hay comité pro cupo ni ancianos golpeados. Ahora que la guardia nacional escolta a los estudiantes que protestan y la ballena se oxida en algún estacionamiento policial. Ahora que la perrarina es para los perros como tiene que ser. Ahora que tenemos patria y soberanía, resulta que nuestro Ramón Guillermo se la pasa en estados unidos tratando de que este imperio propicie una agresión a nuestro país logrando adicionalmente, como si ya no fuese suficiente, destapar la ira de María Corina.

No sé, definitivamente no te entiendo Ramón Guillermo.


Esta nota ha sido leída aproximadamente 2046 veces.



Miguel Mendoza Barreto


Visite el perfil de Miguel Mendoza Barreto para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter



Miguel Mendoza Barreto

Miguel Mendoza Barreto

Más artículos de este autor