La muchacha que me vende los periódicos en la panadería andina de La Asunción, justo al lado del cementerio de la capital del estado Nueva Esparta, me dice que cuándo se irá ir de Miraflores el colombiano ese Nicolás Maduro. Le respondo que el Presidente Constitucional de la República Bolivariana de Venezuela ejercerá sus funciones hasta 2019, como manda la norma constitucional, a menos que lo saquen mediante un referéndum. Ese hombre no quiere a Venezuela ni le importa porque es un colombiano. Sin ánimos de continuar una inútil perspectiva discursiva sobre el tema le comento que los guarimberos han masacrado la ornamentación de nuestras avenidas, cortando los guayacanes que es el árbol emblemático del estado, lo mismo que la cotorra margariteña, y me dice que no importa que los arranquen todos de raíz pero que Maduro se debe ir de Venezuela.
Sólo una mente obtusa puede concebir que se arranquen todos los árboles de Venezuela para trancar vías públicas a cambio de satisfacer un capricho político. Los sectores más pobres de la isla de Margarita (y sólo menciono unos pocos: Ciudad Cartón y Los Cosos en Porlamar, La Caranta I y La Caranta II en Pampatar, Las Salinas y Sabanetas en Juangriego y Las Colinas de Altagracia en Altagracia) no han guarimbeado en lo absoluto. Es decir, las razones que plantean las castas opositoras, que son la escasez de alimentos, la inseguridad y el alto costo de cesta básica para nada estremecen el estómago más dolido de los pobres, quienes sí saben de esas razones. Acá surge una diatriba. O la oposición no guarimbea por las causas que señala o nuestro pueblo pobre tiene más nivel de tolerancia y comprensión de la realidad que los ricos de este país.
Las señoras emperifolladas que se plantan en torno a los centros comerciales Rattan Dipot, Costa Azul, AB y Sambil tienen la misma cara de odio, de rabia y de resentimiento que ya le vimos cuando salían a protestar las cadenas de Chávez. Esa vez las razones fueron la Ley Resorte, la libertad de expresión y la salida de Chávez. Son las mismas señoras. Sus hijos estudian el hiper costoso colegio Guayamaurí de La Asunción y las veo pasar diariamente frente a mi casa; comen en los mejores restaurantes, pagan hasta seis mil bolívares (Increíble: ¡Bs. 6.000,oo!) por un pargo asado en playa Parguito los domingos, tienen camionetas BMW y Mercedes Benz, amén de Toyotas, Ford Explorer 2014 y Grand Cherokees 2014, valoradas ya en más de cuatro millones cada una y otros tantos privilegios. Pero de pronto se dieron cuenta que a ellas se les ensucia más el culo que a los pobres y se quejan de que no hay papel sanitario ni carne de lomito en Sigo, Unicasa, Rattan, Central Madeirense ni en los abastos. Ellas no van a los Mercales ni a los Pedevales ni buscan en las humildes bodegas de los barrios. Eso es fos. Es mejor matar a Maduro y destrozar las plantas de una isla turística que para nada les importa. Corrijo: La isla si les importa pero para sacar dólares del Banco Central de Venezuela y viajar y darse la gran bomba hablando pajas de Venezuela cuando regresan.
El gran reconcomio de estas ricachonas y estos ricachones NO MARGARITEÑOS pero que viven en la isla de Margarita es que han perdido sus privilegios del dólar y del gran negocio de estafar y joder a los nativos con sus negocios inflacionarios. Ya no pueden vender las computadoras, las impresoras, las laptops, las neveras, los aires acondicionados, los perfumes, los trapos feos que importan y toda esa basura que compran como desechos en Panamá y Europa sobrepreciados al 2000 %, al 3000%, y ahora se sienten empobrecer. Debe ser muy sabroso sentirse enriquecerse de manera fácil y fraudulenta olvidando que los culos son iguales y que el papel higiénico hay que comprarlo haciendo colas porque los empresarios privados de este país también son unos antipatriotas que irrespetan a los connacionales.
Ningún presidente de nación alguna está obligado a fabricar papel higiénico para limpiarle el culo a nadie. Ni la Merkel en Alemania ni Ollande en Francia, ni Putín en Rusia u Obama en Gringolandia. Así que estas señoras anti ecológicas deben centrarse en educar sus hijos sin odio, con civilidad. No enseñarles a arrancar y quemar guayacanes que tardan más de treinta años en crecer hasta los dos metros de altura sino mostrarles el camino del bien. Ellas les mienten a sus hijos cuando dicen que vamos a ser igual a Cuba pues ellas mismas nunca han viajado a Cuba. Engañan a sus hijos cuando dicen que nuestra democracia es un comunismo en lugar de hacerles ver los grandes privilegios que Chávez ganó para nuestra democracia y para nuestro pueblo marginado. Manipulan a sus hijos al hacerles creer que no tienen derechos cuando desde el mismo vientre el Estado les reconoce sus derechos humanos vitales y su ciudadanía. Por lo demás, es pernicioso que politicen a sus hijos con sentimientos de odio porque cuando ellos tengan quince o veinte años ya Maduro quizás no sea Presidente de Venezuela pero sus hijos odiarán a quien esté en su lugar, y odiarán a gobernadores y a alcaldes.
Los testimonios del destrozo ecológico de esta segunda semana de marzo de 2014 en las avenidas de Porlamar y Pampatar de los municipios Mariño y Maneiro quedará para siempre en las mentes obtusas de estas guarimberas y guarimberas de la clase High de la isla de Margarita como auténtica expresión de lo que tienen en su mente: La pura mierda. Con razón protestan tanto por el papel higiénico: Tienen una embolia cerebral severa de tipo excrementatorio. Y creo que los guayacanes y demás árboles tienen más claro el sentido de la vida que esa horda de salvajes que se hace llamar “raza humana”.
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