En Venezuela hemos podido observar, en el marco de la violencia guarimbera, que existe aquí un plan gringo que tiene notables coincidencias con las acciones llevadas a cabo en otros países. Pero más allá de dicho plan, similar al ucraniano, libio y sirio, existe la intención de desarrollar e implantar un conjunto de valores propios del nazismo.
Si examinamos la situación de Ucrania, podemos ver innumerables ejemplos de participación neonazi en las protestas, en las consignas usadas, en los financiamientos recibidos y hasta en la injerencia permitida. El líder opositor Vitali Klichkó, por ejemplo, tiene el apoyo del Partido Popular Europeo y recibe ayudas y financiamientos, mientras que permitía que un senador norteamericano como John McCain paseara por las calles de Kiev llamando a la resistencia y a derrocar, como en efecto sucedió, al Gobierno.
En Venezuela uno de los líderes fundamentales de la oposición, el derechista Leopoldo López, militó en el pasado en una organización de corte nazi llamada Tradición, Familia y Propiedad. Otro líder, Capriles Radonski no se queda atrás en su pasado nazi. El joven Lorent Saleh, antes militante de JAVÚ y ahora dirigente de la ONG Operación Libertad, ha sido descubierto participando estrechamente con los movimientos neonazis Alianza Nacionalista por la Libertad y con el llamado Tercera Fuerza, ambos peligrosos grupos colombianos.
En ambos casos podemos descubrir cómo ideas fundamentales del nazismo han tenido expresión en las protestas desarrolladas en ambos países.
Los dirigentes de estas protestas proclaman un rechazo al Estado legalmente constituido, recurren a la discriminación racial y social, son exageradamente xenofóbicos y con un profundo desprecio por la legalidad y el respeto a las decisiones emanadas de actos democráticos. Por otro lado, el uso del terrorismo tal como se ha visto en la guarimbas, es para ellos un instrumento de lucha válido con el que pretenden imponer sus ideas, siempre por la fuerza y esparciendo el miedo. Allí están inmersas las ideas nazis que superan al fascismo por cuanto han llegado a proclamar una supremacía racial y social en un país profundamente mestizo.
No importa que en las elecciones celebradas el domingo 16 de marzo pasado, los crimeos hayan aprobado con casi el 97% de los votos la separación de Ucrania y el camino para regresar a Rusia. No importa que el Chavismo haya ganado 18 de 19 elecciones en los 15 años de Revolución (aunque tal vez hayan sido 19 de 19). Para los nazis, no importa el respeto a las mayorías, sino únicamente el respeto a sus propias ideas.
El uso de símbolos como la bandera al revés, la palabra S.O.S. o las esvásticas disfrazadas sirven para esconder la ausencia de discusión y de profundidad ideológica. Todo el discurso se basa en Chávez vete ya, ahora sustituido por Maduro. Otra característica del nazismo, presente tanto en estos grupos de Ucrania como Venezuela es el desprecio por la Historia. Vemos cómo en Ucrania grupos violentos se dedicaron a destruir estatuas de Lenín, igual que hicieron aquí con estatuas y símbolos de nuestros héroes.
Para completar, estos nazis ocultan sus caras profundizando los sentimientos de odio y de miedo, los dos principales con los cuales trabajó el nazismo. El Goebbels de Venezuela y de Ucrania ya dejó de ser un ministro de información para tomar su puesto las llamadas redes sociales. Twitter, Zello y Facebook se han constituido en los nuevos Goebbels quienes al pie de la letra siguen la práctica de repetir cien veces una mentira, o miles de veces, para crear una situación virtual en estos países.
Es importante que todos podamos identificar estos paralelismos sobre la presencia nazi tanto en Venezuela como en Ucrania. No sólo debemos derrotar las guarimbas y la violencia en la calle. Debemos denunciar cómo el Imperio ataca con un libreto preestablecido. La batalla definitiva es por excluir el racismo, la exclusión social, la xenofobia y el desprecio por los más pobres y necesitados. La batalla definitiva es por el Socialismo.
@omarfgomez