Pregunta temeraria y mal intencionada. Cuyo fondo es apreciar quién necesita, como asunto de supervivencia, este proceso: el gobierno o la oposición. Sin duda, iniquidad dirigida a explorar posibles tesis sobre un insondable carencia de alguno de los adversarios.
Espuela mediante la cual se pretende valorar el nivel o grado de debilidad de alguna de las partes. Busca descubrir flanco con defensa débil. Y desenmascarar alguna debilidad se convierte, en fácil puente de asalto y segura vía para un revés.
Obvio el oponente que descubra alguna terrible flaqueza se verá amenazado y en la obligación de tener que realizar penosas y extremas concesiones a la contraparte para evitar situaciones que lo pueden llevar hasta verse doblegado y puesto en condiciones devastadoras. Pej. tener que aceptar la inaudita condición por la cual se deben liberar todos los “presos políticos” antes de ellos lleguen a la mesa de dialogo. Tomar como un reto insalvable y emblema no negociable la libertad de un preso enjuiciado por asesinato en grado de actor, cuya enfermedad es la osteoporosis, padecimiento que parte importante de la población adulta padecemos y para nada causa de muerte.
Hacer esta pregunta sin duda demuestra una terrible carga de malignidad. Es como inquirir a alguna de las partes de una pareja ¿quién cree que va ganando en su enlace¿. Absurdo e inescrutable interrogante.
Sin embargo, no falta el periodista “perspicaz” que se atreva a asomarla. Travesura. Iniquidad. ¿Escasa preparación para encontrarle otras aristas al tema¿.
En contra proposición no faltará el entrevistado que por inexperiencia se lance con alguna tesis infantil sobre quien la necesite mas.
Debemos partir del dato insalvable de que, quién participa de una negociación lo hace impulsado por la existencia de alguna necesidad. No dialoga quien no tiene necesidades y todos los seres humanos las tienen. Son ellas las que tensionan y a mayor presencia de una carencia mas grande es la fuerza que motiva.
¿Necesita el dialogo la oposición¿ . Por supuesto, la realidad demuestra inexorablemente que es imposible para los opositores seguir explotando esa estrategia de la guarimba, cuyo único logro político es exhibir la cifra del numero de muertes que se han producido. Contabilidad negra y de poco futuro, que encubre tremendas e insalvables y dolorosas contradicciones. Pues en su tenebroso balance olvidan el tétrico dato que muestra, que, de los caídos en el horror que organizan diariamente, cuantos de ellos no provienen de sus filas, sino que en casi dos tercios de los mismos provienen de las filas del proceso bolivariano. Entre los cuales hay, varios, militares o miembros jóvenes de los cuerpos de seguridad del Estado.
El dialogo lo necesita la oposición pues no puede seguir el camino de la violencia y el golpismo que marca el trio de Leopoldo, María Corina y Ledezma. Quiénes han terminado arrastrando a todas las organizaciones que asocia hacia el barranco. Mar de vacío. Con ausencia de contenidos que muestran una progresiva pérdida de fuerza en la escuálida mesa de R.G. Aveledo.
El terrorismo, es por lo demás una triste evidencia de los efectos de la única política que en quince años han logrado mantener y la prensa internacional apoya, y exalta cruelmente. Obvio ejercicio de simple vandalismo por la simplicidad de su practica de terror. Ella no solicita ninguna preparación ni requiere de mucho trabajo intelectual para apoyarse en el barbarie como practica política.
Lo definitivo es: en un proceso de dialogo, no hay solo dos partes, sino que siempre está presente una tercera fracción: el mundo de los vecinos. Quienes, por sometidos, padecen la violencia sistemática, doble, no solo de quienes queman, sino de aquellos, que con el uso de la represión tienen la responsabilidad de restituir el orden de la sociedad.
¡No preguntes a quien beneficia la paz!. Atrévete a apostar por su éxito. Al margen de quienes buscan falaz notoriedad por la vía de la muerte. De eso Colombia y Uribe saben hasta el empalago.