Después de tantos fracasos para tumbar al gobierno con guarimbas, escasez de productos, especulación atroz, manipulación y mentira mediática -tanto nacional como internacional-, y ante tanta frustración al no poder cristalizar sus ambiciones de adueñarse del petróleo venezolano (gracias a la derrota que el gobierno, sus fuerzas armadas, y sobre todo la conciencia del pueblo le han venido propinando a la oposición), Washington acaba de ordenar la invasión a Venezuela. Vienen a traernos su “democracia”.
Miles de mercenarios pagados por el gobierno de EEUU, y venidos desde Miami, El Salvador, y miles más de paramilitares, sicarios, y mafiosos traídos desde Colombia, han empezado una ofensiva brutal. Vienen con armas de última generación suministradas por el imperio, y que fueron acumulando en las bases militares existentes en Colombia.
Empezaron atacando las instituciones gubernamentales con un saldo de muchos muertos, sobre todo de empleados tanto de la revolución como de la oposición que estaban infiltrados en el gobierno y eran los que formaban verdaderas burocracias para dar al traste con la Revolución Bolivariana. Lo dijimos hasta el cansancio: ellos no tienen bombas solo mata chavistas. Estamos en guerra, y no les importa llevarse a quien sea por delante con tal de ganar su sueldo y dar satisfacción a sus amos-empleadores.
Continuaron con el bombardeo del Teresa Carreño, la Biblioteca Nacional, el Cuartel de la Montaña, y todas las instituciones culturales, para cumplir con la orden de borrar la memoria histórica y la identidad del país.
En las partes ricas de Caracas es donde se libra más intensamente esta lucha; y la escasez, antes provocada por los empresarios, y ahora por la guerra, se ha profundizado. Lo poco que consiguen sus habitantes es un tesoro que no comparten ni con sus vecinos (el egoísmo y el individualismo como valores genuinos de estas familias pudientes). Pero además, son víctimas de robos y asesinatos violentos que realizan estos mercenarios traídos con el aval y beneplácito de ellos mismos.
En cambio, en las urbanizaciones del oeste, y en los barrios todo se comparte. Incluso se hacen ollas populares para que coman todos (el pueblo siempre generoso y compartiendo lo poco que tienen).
Los destrozos y las muertes son incontables. Pero el pueblo revolucionario, en unión con la FANB, y la Milicia Bolivariana está al frente de la lucha. Los colectivos, las organizaciones sociales y las UBCHE están brindando un apoyo inconmensurable para la defensa de Venezuela.
Mientras tanto, desde Miami los dirigentes de la oposición con sus familias (se fueron todos, los muy valientes) se frotan las manos esperando con ansia el desenlace que satisfaga a sus amos gringos, para luego recibir unos centavos de dólar por la entrega de la industria petrolera multimillonaria.
Esta guerra provocada y creada por los intereses más oscuros del fascismo imperial y las transnacionales que solo piensan en las ganancias, tiene el camino directo a la derrota.
El pueblo lucha a brazo partido para ganar esta guerra, con la conciencia de que su pérdida implicaría volver a los tiempos más ignominiosos de la cuarta república, donde era invisibilizado y arrinconado en los cerros, sin acceso a salud, educación, posibilidad cierta de una vivienda digna, y los tres golpes diarios de comida.
Toda esta narración, afortunadamente hasta ahora es una ficción, pero no está lejos de convertirse en una cruenta realidad.
En nosotros está evitar esta guerra entre hermanos. No permitamos que nos inyecten más odio y mentiras. Trabajemos juntos por una Patria mejor y para todos, que sí alcanza.
Recordemos que los líderes de la oposición están haciendo todo lo posible para provocar una guerra civil. ¿Por qué? Es simple, existen millones de chavistas organizados en misiones, consejos comunales, colectivos y comunas ¿Qué van a hacer con ellos? ¡No podrían gobernar! Eliminar a la mayor cantidad de revolucionarios, resolvería el problema. Pero ¿Y la gente de oposición que también desaparecería? No importa, sería una parte del “costo de guerra en función de la Libertad” ¡Héroes de la Patria! A fin de cuentas, ellos y sus familias si saben y tienen dónde, cómo y cuándo resguardarse.